Pachuca.— Sonia Morgado Escamilla tiene 51 años de edad y 26 como profesora de Educación Física. Para ella, ser maestra no significa sólo acudir al plantel, sentarse delante de sus alumnos o bien enseñarles algún ejercicio y ponerles una rutina. Señala que hay casos en que la realidad no se encuentra dentro de los libros o de los protocolos y directrices que marca la Secretaría de Educación Pública (SEP).
Actualmente, la profesora imparte clases en tres escuelas de Hidalgo, dos de turno vespertino y una matutino. Pese a que cuenta con una larga experiencia, Sonia reveló a EL UNIVERSAL algunos de los retos que ha tenido que enfrentar como docente, y para los cuales no existe capacitación, sino más bien lo hizo por iniciativa propia y porque, asegura, “hay que ponerse en los pequeños zapatos de sus alumnos”.
Aunque Sonia sabe que la asignatura que imparte ha sido minimizada en los planes de estudio, ella destaca su importancia para la salud física, mental y emocional de los niños.
Lee también: Perú entrega doctorado honoris causa a rectora de la BUAP
Más allá del reconocimiento
La profesora, quien por años ha buscado cambiar el futuro de sus estudiantes a través del deporte, fue reconocida por la SEP Hidalgo, por haber obtenido con sus alumnos el primer lugar en el concurso estatal de Educación Física, sin embargo, para ella es más importante tener la satisfacción de incidir y cambiar el futuro de sus alumnos.
Morgado Escamilla contó a este diario que actualmente tiene tres alumnos con discapacidad, uno con deficiencia visual y dos con sordera, motivos por los cuales ella tuvo que tomar un curso de Lengua de Señas Mexicana e implementar aditamentos como una pelota con sonido en sus clases.
Para Sonia, ser maestra es ser guía y facilitador de aprendizaje, pero también señala, es ser receptiva de la enseñanza de los niños.
Relata que cuando Aníbal, uno de sus alumnos de primer año, presentaba pérdida de visión y caídas cons tantes a causa de esta, ella busco herramientas para trabajar la frustración del pequeño, por lo que se acercó a hablar con él para se pudiera familiarizar con su entorno, sus compañeros y ellos a su vez pudieran recibirlo y ayudarlo.
Comenta que las primeras clases fueron complicadas porque Aníbal estaba en una escuela nueva, con compañeros nuevos y su primer instinto era correr por el patio, por lo que se caía repetidamente, pero gracias al diálogo, escucha y apoyo de Sonia el pequeño juega con sus compañeros con una pelota especial de cascabeles.
La profesora reconoce que como maestros los retos son muchos , pero estos valen la pena cada vez que un niño sale feliz de su clase o quiere regresar.
La maestra destaca que para los menores esta materia significa sacar el estrés, la tristeza o la energía, pero también hay niños que son un poco más retraídos o tienen otras dificultades, por las que incluso se niegan a hacer ejercicio, a lo que refiere que con ellos hay que hacer una doble labor.
Al recordar su paso por las aulas, la profesora Morgado Escamilla, relata que ha habido veces en las que ella ha ayudado a algún estudiante comprándole algo para su desayuno.
Además, agrega que en esos casos, es necesario tomar acciones precisas ya que hay alumnos que continuamente recurren a ella para pedirle ayuda porque en su casa no cuentan con recursos económicos, comenta al recordar el caso de una estudiante que padecía leucemia y que en ocasiones no contaba con fuerza ni para levantarse del pupitre.
La profesora Sonia relata que al paso del tiempo ella se cambió de institución, por lo que desconoce que fue su alumna , pero de ella y de cada uno de los miles de niños que ha atendido en 26 años tiene un recuerdo y hay un lugar dentro de su historia.
Lee también: Abren posibilidad de designar a un fiscal especial para investigar masacre en Huitzilac, Morelos
Niñez más empática que los adultos
La docente, quien por 15 años fue maestra en la Ciudad de México y después comenzó a impartir clases en los municipios de Tizayuca y San Agustín Tlaxiaca, Hidalgo, destaca que tratar con niños es muy diferente que hacerlo con adultos “ellos son muy empáticos al ver la realidad y se dan cuenta de las necesidades especiales que tienen sus compañeros”.
También agrega que el cambio de trabajar con niños citadinos respecto a hacerlo en una comunidad rural, fue algo increíble, ya que los niños son más entregados, genuinos y respetuosos.