Ciudad Juárez.— Rosalinda Guadalajara es una mujer de origen rarámuri que vive en Ciudad Juárez.
Cuenta que desde que tenía 25 años ha trabajado con su comunidad. Ha sido autoridad tradicional (gobernadora) de la colonia Tarahumara en esta frontera, y ahora labora con el Instituto Municipal de la Mujer (IMM) para que su comunidad y otras etnias indígenas tengan mejores condiciones de vida.
Señala que la necesidad más grande es enfrentar la discriminación y el rechazo del que son víctimas como personas indígenas.
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“Nos decían grupos vulnerables, cuando la sociedad es la que nos vulnera; no somos vulnerables. Ya es hora de que se hagan válidos nuestros derechos, al igual que la sociedad chabochi [mestizos]”, expone.
Combatir la violencia
En los últimos meses, Rosalinda trabajó con el IMM en traducir materiales de prevención de la violencia a su lengua materna, siendo estos los primeros que se realizan en Chihuahua.
“Es información, prevención y son los primeros que tenemos en el IMM traducidos en lengua materna. [Explican] lo que es la violencia de género, el violentómetro”, menciona.
Rosalinda acudió hasta las comunidades indígenas en Ciudad Juárez, donde logró constatar que muchas mujeres desconocen en qué consiste la violencia de género y mucho menos llegan a identificar la violencia económica, sicológica o sexual.
“Muchas de ellas [mujeres indígenas] me decían: ‘Yo no sabía que un pellizco, un jalón, un empujón, eran violencia’, porque muchas veces en nuestra comunidad así nos llevamos o así nos enseñaron”, detalla.
El proceso de la traducción
Una de las barreras que enfrentaban las mujeres rarámuris y de otras etnias en Ciudad Juárez era el desconocimiento de la información en materia de prevención de la violencia.
Por ello, mujeres de origen rarámuri y chinanteca, en conjunto con el IMM, se unieron para traducir a su lengua las medidas de prevención que deben seguir para evitar ser víctimas de abusos, violencia física, sexual, laboral o económica.
Diana Linares, integrante de la comunidad chinanteca, asegura que este instrumento servirá para ir evitando, poco a poco, que las mujeres que habitan en Ciudad Juárez continúen desconociendo lo que es la violencia contra ellas, ya que en ocasiones se tiene arraigada por generaciones.
“A muchos de nuestros padres los casaron porque no sabíamos los derechos que teníamos como mujeres. En la comunidad chinanteca, hasta el día de hoy, no identificamos el violentómetro. Decíamos es violencia, pero para los mestizos, no para las mujeres indígenas”, destaca Linares.
“Fue un trabajo muy grande el que nosotras hicimos en la traducción de estos materiales porque hay palabras que nosotras, como mujeres, no identificamos en nuestra lengua materna. Fue reunirnos varias veces en mayo y junio y estar trabajado de la mano de estas mujeres para que la traducción de estos materiales la entendiéramos nosotras, porque es para nosotras y nuestra comunidad”, comenta.
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Educar y empoderar
De esta manera, las comunidades indígenas buscan romper la barrera del desconocimiento y lograr tener herramientas para interponer una denuncia ante las autoridades al ser víctimas de violencia de género.
Al respecto, Diana Linares recuerda que las mujeres indígenas son más propicias a sufrir violencia por tres razones: por ser mujeres, por ser indígenas y porque la comunidad las cataloga como vulnerables al vivir en zonas marginadas del país.
El material traducido incluye la definición de violencia contra la mujer, tipos de violencia y el violentómetro, mismos que son llevados a las comunidades originarias en la ciudad, acompañados de material visual para colocar en puntos de reunión.
Rosalinda Guadalajara señala que hasta el momento se ha logrado sólo la traducción de los materiales a rarámuri y chinanteco, pero se prevé que próximamente se incluyan más lenguas indígenas de grupos asentados en la ciudad para que las mujeres tengan acceso a esta información en su lengua materna.
Elvira Urrutia Castro, directora del IMM, señala que estas traducciones vienen a romper con la discriminación que sufrían las mujeres, al no tener acceso a información en su lengua materna,
Ahora, ellas aprenden palabras que desconocían y, más importante, a identificar conductas que las ponen en riesgo.
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