Ciudad Juárez.— Las calles de esta ciudad, que sufre feminicidios desde hace más de dos décadas y tiene altos índices de violencia familiar, lucieron vacías y silenciosas este 9 de marzo. Fueron miles las mujeres que decidieron sumarse al movimiento #UnDíaSinNosotras.

Desde la maquila, la escuela, el servicio público y el empresariado, las juarenses hicieron valer el silencio y su desaparición por un día; no obstante, hubo quienes prefirieron aprovechar el paro para manifestar casos de abuso y hostigamiento sexual.

Las mujeres representan 40% de la fuerza laboral de esta ciudad fronteriza. En los años 60, Juárez se convirtió en pionera en la industria maquiladora y desde entonces, miles de mujeres laboran en este sector para llevar el sustento a sus hogares, muchas de ellas arriesgando sus vidas al caminar solas durante la noche o madrugada por terrenos baldíos y lugares oscuros, con el fin de tomar el camión, o bien, de regresar a casa.

Ayer, unas 30 mil mujeres no se presentaron a trabajar, lo cual representa 20% del total de esa población en la industria, reportó el presidente de la Asociación de Maquiladoras Index, Pedro Chavira Gutiérrez. De momento no hubo registros de pérdidas o retrasos en las cadenas de producción.

Pero no todo fue ausencia y silencio, medio centenar de mujeres vestidas con prendas moradas, el rostro cubierto con máscaras y pañuelos, llegó a las instalaciones del Centro de Justicia para las Mujeres (Cejum) de la Fiscalía Especializada para la Mujer (FEM), adonde ingresó por la fuerza para hacer pintas y quemar piñata con el rostro del alcalde de Ciudad Juárez.

En la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), alumnas integrantes del Colectivo Uni Unida instalaron un “tendedero del acoso” en el exterior de la Rectoría, en el cual exhibieron los nombres de maestros que hostigan, o bien, permiten el acoso por parte de sus compañeros, esto con el objetivo de hacer visibles las conductas violentas que existen en las instituciones y que se tienen normalizadas por parte de la autoridad.

Condicionan paro

En Tijuana, Irene está sentada a la entrada de la maquiladora en la que trabaja desde hace más de 15 años. Lleva el overol que ha usado desde el primer día. Ella es una de las miles de mujeres que fueron a trabajar en el paro nacional.

Explica que en su trabajo, el jefe de personal les dijo a ella y a sus compañeras que podían faltar, pero que si no se presentaban no les pagarían el día.

“Tengo dos hijos, cómo voy a faltar. No es mucho lo que me pagan, pero si pierdo el día es dinero que no voy a tener para comprar comida o quién sabe, qué tal y me quitan mis bonos de puntualidad. No, no, no, cómo le hago ahí”, explica con su mirada clavada en el concreto de Ciudad Industrial.

A unos cuantos metros de Irene, María Rosa prepara la carne de birria en un puesto que atiende desde hace más de 10 años, justo en la esquina sobre la calle, un pasillo industrial que sostiene una parte importante de la economía de este municipio.

“Yo no sé mucho de todo esto, pero si pudiera no estaría aquí.

“¿Es como una huelga, ¿no? Es que está bien porque a mí me dejaron sola con mis hijos, ¿y quién les dice algo a esos hombres? Nadie”, explica.

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