Tututepec, Oax.— Donají tenía 10 años y cursaba el sexto grado de primaria el día en que llegó a la escuela peinada con trenzas africanas; las autoridades de la institución la reprendieron y pese a que su madre le explicó que aquello era un acto discriminatorio, durante tres años dejó de usar las trenzas para evitar señalamientos.
Esa fue la primera vez que Donají Méndez se enfrentó, a través de su hija, a la discriminación que sufren las mujeres afromexicanas de la Costa de Oaxaca en los espacios educativos por el hecho de usar trenzas o turbantes. Desde entonces imparte talleres en comunidades afro oaxaqueñas y de Guerrero, para mantener y reforzar su identidad a través del pelo.
Desde hace 25 años, Donají Méndez está al frente de la organización civil México Negro, desde donde concientiza a niñas y jóvenes sobre la necesidad de identificar los actos discriminatorios, denunciarlos y visibilizarlos para erradicarlos, pues dañan el autoestima en la etapa temprana, desde las aulas.
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“Pongo siempre como ejemplo el episodio que pasé con mi hija por las trencitas, algo que en otros lugares se pasaría por alto, pero no si estamos conscientes de que se trastoca la identidad de nuestras hijas.
“Desafortunadamente, no hay información en las escuelas de la identidad afro en este país, los profesores ignoran que lo que rodea a nuestro cabello es una parte de lo que somos como pueblo, de nuestro pasado africano. Falta mucho trabajo por hacer en el área educativa”.
Una historia de resistencia
Donají señala que es necesario educar también a las comunidades afro sobre las trenzas y los turbantes que usan las abuelas, pues las variedades de este peinado eran utilizadas por las mujeres negras esclavas para trazar rutas de escape; eran mapas para escapar de los capataces en campos de trabajo forzado; no obstante, en la Costa de Oaxaca esa información se perdió, por eso la activista considera necesario que las nuevas generaciones la conozcan.
Actualmente, las llamadas trencitas africanas se circunscriben al contexto turístico en los destinos de playas, lo que Donají Méndez no considera malo, pero opina que si las mujeres afro van a obtener un pago por hacerlas, primero deben aprender la historia de las trenzas.
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Otro elemento que les da identidad a las afromexicanas son los turbantes, enredos, trapitos, torcidos o pañitos, como se le denomina al pedazo de tela que se coloca en la cabeza y que se diversifica en tamaño, tela y tipo de amarre, dependiendo de la región o zona.
De manera cotidiana, ese aditamento suele ser blanco o de colores, aunque cambia a negro y tonalidades grises cuando se está atravesando un luto.
Hasta hace 20 años, el turbante sólo lo usaban las ancianas afro; hoy en día, gracias a la resistencia, lucha y reafirmación de la identidad de las mujeres, las jóvenes han comenzado a utilizarlo.
Algunas ancianas lo usan para resguardarse del sol, otras más como una bolsa en la que guardan objetos o dinero, al tiempo que tienen libres las manos; las médicas tradicionales le dan una tercera función: para sujetar a las mujeres embarazadas al dar a luz o colocarlo en su cadera para poner en buena posición al producto. “Puedo identificar el enredo o turbante desde Chacahua, Charco Redondo y Collantes”, expone la defensora afro.
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