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ATZALAN, Puebla
.- Doña Hermelinda Domínguez González avienta una tras otras las tortillas en el comal del fogón de su casa; el humo invade el ambiente y el olor a leña se impregna en cualquier prenda y lugar. El hollín cubrió los colores de la casa que resistió estoica los embates del sismo del 19 de septiembre del año pasado.
Aunque la vivienda de unos cuantos cuartos, sobrepuestos en dos pisos, no salió bien librada del movimiento telúrico : dos habitaciones se fracturaron y sus moradores debieron amontonarse en una que quedó intacta.
En el patio trasero grava, arena y un montón de blocks yacen abandonados, incuso la maleza comienza a comérselos poco a poco. Hermelinda compró el material de construcción con los diez mil pesos que el gobierno federal y estatal le dieron para la reconstrucción de sus dos cuartos afectados.
“ Diez mil pesos para nada sirvieron, es una basura… ”, suelta enojada la mujer, quien en el pasado proceso electoral fue candidata de Morena a la presidencia municipal , la cual perdió por “unos cuantos votos” y hoy sigue con si vida cotidiana : vendiendo tortillas recién hechas.
Tiene siete hijos, por lo que no tuvo suficiente dinero para contratar albañiles ni comprar la varilla para dos castillos que se requieren para apuntalar los cuartos y entonces hacerlos seguros y vivir no tan apretados.
FOTO: Omar Contreras. EL UNIVERSAL
“Todavía no, compramos pues el materia , grava, arena, todo lo tenemos, pero todavía nos falta los castillos aquí y todo, ahora vivimos todos amontonados ”, afirma, pero se muestra confiada en pronto poder mejorar sus cuartos maltrechos.
Cada mes recibe apoyos de Prospera y dice que realizará un guardadito al menos de dos mil pesos para el pago de albañil y el resto de material que se requiere. No hay de otra porque –recrimina– a muchos les reportaron su vivienda como daño total cuando solo habían sufrido cuarteaduras.
“Con eso nos conformaron, porque otros que no se les cayeron sus casas vayan a ver sus casotas buenas y son felices y a nosotros como semos (sic) pobres no nos apoyaron ”, agrega y avienta la tortilla en el comal.
Aunque de todo lo malo, dice, lo mejor es que siguen vivos, pues de sólo recordar a los 12 muertos que hubo en ese mismo pueblo, aplastados por la cúpula de la Iglesia, la piel se le enchina.
FOTO: Omar Contreras. EL UNIVERSAL
“Nos agarró en la calle gracias a Dios… mi esposo estaba haciendo aquella casa, lo agarró ahí”, rememora.
Y es que el día del temblor , la Iglesia de Santiago Apóstol se derrumbó en medio de un bautizo y mató a 12 personas, entre ellos niños y mujeres.
Ahí perecieron Carmen, Feliciana, Susana, Samuel, Azucena, Florencio, Fidelia, Aurelia, Manuela, María de Jesús y Elideth, todos ellos de Atzala y pertenecientes a una sola familia.
“Se siente feo aún, perdimos a dos pequeñitos, esa vez me quité de moler y apoyar ahí ”, dice.