Chilpancingo.— La comunidad de El Durazno, en el municipio de Coyuca de Catalán, en la Tierra Caliente, se comenzó a despoblar: la mitad de las 250 familias que la habitaban ya huyeron.
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“Hay miedo, mucho miedo de que el grupo criminal vuelva a atacar, no deja de enviar amenazas”, explica la comisaria de El Durazno, Azucena Rosas García.
Hace 10 días a esa localidad llegaron unas 30 o 50 camionetas repletas de hombres armados. Los vehículos iban rotulados con el nombre de la organización criminal La Familia Michoacana. Fueron a las casas y obligaron a la gente a reunirse en la cancha de la escuela primaria.
Llegaron los primeros seis y los asesinaron a tiros. Otro, que apenas iba en camino, se topó con los armados y también lo mataron y luego quemaron su cuatrimoto.
Tras el ataque, las autoridades tardaron casi 30 horas en llegar para dar apoyo a los pobladores. Ahora ahí hay policías y militares resguardando, pero no intentan detener a los criminales.
La comisaria explica que desde el día del ataque no han parado las amenazas; incluso, tienen información de que los criminales siguen merodeando en pueblos cercanos, lo que provoca miedo porque la posibilidad de un nuevo ataque es latente.
“Se está generando un problema porque la gente tiene miedo de ir a trabajar, y sin trabajo no hay con que comer, por eso se están saliendo”, dice Rosas García.
Los que se están saliendo lo hacen con sus propios recursos y sin rumbo fijo. Toman camino hacia la Costa Grande y de ahí se dispersan, cada quien se va para donde puede. El que puede buscar rentar, el que no, pide ayuda con los familiares.
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Pero en El Durazno la otra mitad se está quedando.
“¿Por qué la otra mitad se está quedando?”, se le pregunta.
“Porque no tenemos a dónde ir”, responde la comisaria.
Así que los pobladores de El Durazno, tanto los que se van como los que se quedan, no tienen apoyo gubernamental y, encima, los están criminalizando.
El secretario general de Gobierno de Guerrero, Ludwig Marcial Reynoso Núñez, ha dicho que lo sucedido en El Durazno no fue una masacre, sino un enfrentamiento entre dos grupos.
Sin embargo, la Fiscalía General del Estado (FGE) ha mantenido la primera versión que dio: que hombres armados llamaron a los pobladores a una reunión a la escuela y ahí los mataron.
Reynoso Núñez ha ido más allá: en su última declaración aseguró que las siete personas “no eran precisamente víctimas”.
Al respecto, la comisaria de El Durazno afirmó que ese día del ataque no hubo un enfrentamiento porque la mayoría de los hombres no estaban y los que estaban fueron obligados a ir a la reunión donde los asesinaron.
“Las familias de los asesinados ya dieron sus declaraciones y recalcan que los sacaron prácticamente a fuerzas; por miedo a que atacaran a sus familias ellos salieron”, aseguró.