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Catita tiene casi cuatro veces más edad que sus compañeros de clase. Luce un suéter verde, blusa blanca y pantalón negro; el uniforme del Conalep (Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica) . Sobre su cuello cuelga un cordón morado con una credencial que la acredita como estudiante y en su rostro se dibuja una sonrisa amplia cuando habla de sus aspiraciones y motivaciones.
María Catalina de los Santos Martínez
tiene 64 años de edad y estudia la carrera de Alimentos y Bebidas . Platica que se inscribió a la misma carrera que su nieto Samuel Hernández Rebollar , a quien cuida desde que era bebé.
Esta feliz con volver a las aulas, aunque su principal motivación -asegura la señora oriunda de San Luis Potosí-, es estar cerca de su nieto y apoyarlo de cerca en cualquiera de sus etapas de desarrollo, además de evitar que le hagan bullying.
Samuel fue prematuro, tres días estuvo en coma, reaccionó pero quedó con una disfuncionalidad pulmonar (membrana hialina) que le dejó de por vida una lesión en una parte del cerebro, lo cual ha hecho de él una persona de trato especial.
El muchacho de 17 años, no sólo vive con los embates de la enfermedad. Es hijo de un matrimonio disfuncional que a los pocos meses de su nacimiento se separó y lo dejaron a cargo de su abuela paterna: doña Catita.
Debido a todos los problemas que lo rodean, Samuel es tratado por déficit de atención, bajo los cuidados de su abuelita, quien se ha hecho cargo de su manutención, de sus estudios y de su crianza.
Doña Catita narra a EL UNIVERSAL que abandonó (ya avanzada) la carrera de maestra en Educación Primaria, cuando enviudó y se tuvo que hacer cargo por completo de sus dos hijos.
De ahí, que el gusto por cumplir un sueño académico concluido, pero principalmente el amor a su nieto, llevó a la mujer de baja estatura y de carácter recio a inscribirse junto con Samuel a la misma carrera de Alimentos y Bebidas en el plantel número 1 del Conalep de Morelia.
“La causa más fuerte de haberme inscrito en la misma carrera es apoyar en todo a Samuelito. Es mi nieto, pero como ha vivido conmigo muchos años, él me dice que soy su mamá y soy su mamá”, expresa con orgullo María Catalina.
Parece que el viento detiene el caminar de la mujer, que a paso atraviesa el patio principal del plantel, mientras platica entre el agitar de su respiración que su sorpresa fue que a pesar de su edad, no hubo ninguna restricción para que pudiera ingresar a la institución.
“Para el Conalep no hay edades, me aceptaron y bueno ahora a estudiar. Es un poquito difícil, porque hace casi 50 años que terminé la secundaria, entonces sí me está costando un buen de trabajito, pero con ganas, sale uno adelante”, resalta doña Catita.
Aunque el uniforme escolar es el mismo, la abuelita de Samuel resalta entre la comunidad estudiantil de jóvenes, pues es la única adulto mayor y la más respetada; incluso fue nombrada jefa de grupo desde el primer semestre.
El hecho de que doña Catita haya decidido regresar a la escuela después de muchos año y sin temor alguno a ser víctima de burlas por su edad, es algo que llena de orgullo a su nieto Samuel.
“Mi abuelita, a quién considero mi madre, es un ejemplo a seguir porque ella me ha inculcado los valores que se ocupan, como la honestidad, el amor y el respeto, además de que me motiva el que regresara a la escuela, porque con eso me motiva a tener la mejor forma de ganarme la vida”, señala enfático el adolescente.
Pero el reconocimiento y orgullo de tener como estudiante del plantel a Catita no solo es para sus compañeros de clases y para su familia, sino también para el directo del Conalep 1 Morelia, José Edmundo Díaz Salmerón.
“Samuel tiene un acompañamiento bien especial que es el de su abuelita, doña Catalina de 64 años; ambos son alumnos y hay una complementación bien interesante, porque uno ayuda al otro y viceversa. Como te decía, este es el primer caso en el que la abuelita se inscriba para apoyar a su nieto y esperemos que no sea el último”, enfatizó finalmente el directivo.
Previo a regresar a su salón de clases, donde al igual que si nieto cursa el cuatro semestre de la carrera, doña Catita asevera que más que un reto, titularse es un sueño; empero, acompañar a su nieto, “es una bendición”.
afcl