Guelacé, Oax.— Un grupo de casi 100 infantes y adolescentes se reunieron, junto a instructores y músicos, en Santa María Guelacé, una comunidad zapoteca ubicada a media hora de la capital oaxaqueña, para aprender, compartir y mejorar sus habilidades en distintos instrumentos de cuerda.

En medio de uno de los ensayos de músicos de cuerda, la pequeña Tajëëw Angélica cuenta sus sueños de tocar en grandes escenarios repletos de gente: “Quiero ser una violinista y trompetista al mismo tiempo, tocar una canción que hable de que las trompetas y los violines son casi iguales”, dice la aprendiz de música de nueve años, originaria de Santa María Tlahuitoltepec, pueblo Ayuujk de Oaxaca.

Tajëëw Angélica comenzó a mostrar interés por el violín desde los tres años, cuando le ponían videos de una violinista, y cuenta que decía que de grande quiere ser como ella, pero también quiere tocar la trompeta, y aunque sus padres no son músicos, un tío le acercó la música a través de videos; luego, como casi todos los niños de Tlahuitoltepec, aprendió a tocar un instrumento musical.

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Un grupo de casi 100 infantes y adolescentes se reúnen, junto a instructores, para aprender, compartir y mejorar sus habilidades en distintos instrumentos de cuerda. Fotos: de Juana García
Un grupo de casi 100 infantes y adolescentes se reúnen, junto a instructores, para aprender, compartir y mejorar sus habilidades en distintos instrumentos de cuerda. Fotos: de Juana García

Entre sus piezas favoritas están Mariposa de noche y Jarabe mixteco: “Me gusta mucho cómo suenan”, comenta y tararea las piezas mientras ensaya con otras niñas, niños y adolescentes.

Camila es otra de las pequeñas que toca el violín desde hace más de dos años. Junto a ella también se preparan otra docena de infantes que buscan dar lo mejor de sí en cada concierto en sus comunidades y en distintos espacios de Oaxaca.

“Nuestros niños ensayan casi todos los días, por lo menos dos horas durante las tardes”, explica una de las mamás de las integrantes de la orquesta Recreación y Trabajo de Talea de Castro, ubicada en la Sierra Juárez.

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Entre la música y la escuela, los niños van fortaleciendo sus habilidades con distintos instrumentos. El estado de Oaxaca es catalogado “cuna de músicos” debido a su rica tradición musical y a la existencia de instituciones que fomentan la formación de músicos, como el Centro de Iniciación Musical de Oaxaca (CIMO) y el Centro de Capacitación Musical y Desarrollo de la Cultura Mixe (Cecam).

En cada municipio y comunidad hay al menos una banda de viento, filarmónica u orquesta integrada por niños que alegran las fiestas y conciertos, además de que muchos se forman como músicos tradicionales.

Semillas que Florecen, músicos que fortalecen el zapoteco

Luego de vivir 20 años en la Ciudad de México, Nashi Urbieta Méndez regresó a Guelacé cuando la crisis de salud por el Covid-19 llegó a México. Entonces tuvo que enseñarles música a los infantes ante la falta de actividades recreativas y el encierro que implicaba la pandemia.

De ahí nació la orquesta de Cámara y coro infantil Biin ni Cayun Guiaa, que significa Semillas que Florecen, en la que participan más de 25 niños y adolescentes. Actualmente, la orquesta lleva funcionando más de cuatro años.

Estando en Guelacé durante el encierro, un día uno de los sobrinos de Nashi llegó a pedirle que le diera clases de violín y en ese quehacer, otros niños que viven alrededor veían entrar y salir al pequeño con su instrumento, entonces comenzaron a interesarse y sumarse a las clases.

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“Los niños buscaban en qué distraerse, afortunadamente en este oficio de la música no había peligro de contagio, porque se guardaba la distancia y utilizamos cubrebocas. De repente ya teníamos a muchos niños, entonces dijimos que lo teníamos que consolidar. Además, había una necesidad de recuperar nuestra lengua materna y pensamos que fuera a través de la música”, explica a EL UNIVERSAL Nashi Urbieta.

En el repertorio de las canciones que tocan los infantes, las piezas están traducidas al zapoteco. También el maestro Horacio, que es el director del coro, hizo composiciones didácticas para aprender zapoteco e incluirlos en la música.

“La pieza Vamos a aprender zapoteco trae los saludos, los números. Aprenderlo a través de la música es motivador, es una de las herramientas que estamos aprovechando. Entonces, la música puede ser ese medio de recuperación, es una de las herramientas que hay que aprovechar”, dice la maestra.

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Del total de la población de Guelacé, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 del Inegi, que es de 908 personas, apenas 14.2% del total de esa población, es decir, 129 personas, hablan zapoteco, la lengua materna de la comunidad.

En este contexto, Nashi Urbieta se apoya en la música para poder generar interés en los infantes en la recuperación del zapoteco.

“Empezar a cantar en su lengua materna para recuperar la memoria de los abuelos. A mí me queda mucho esa conexión, porque justamente a los últimos que escuché hablar zapoteco en mi familia fueron a mis abuelos y se me vienen recuerdos, imágenes, y la idea es que cuando escuchen una canción puedan conectar con todas esas emociones, y bueno, esa es la idea, los niños me han sorprendido mucho porque de verdad todas las piezas se la saben de memoria”, agrega.

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Por ejemplo, Yunuen Galán Aguilar, de 10 años, está aprendiendo a tocar el piano, pero lleva un año de corista; de grande le gustaría ser cantante porque asegura que se gana dinero como cantante.

En la orquesta local, además de tocar un instrumento, todos llevan clases de canto. Entre los deseos de los infantes que se dedican a la música para este Día del Niño, destaca que les regalen alguno de sus instrumentos favoritos, como Evan Darío, a quien le gustaría que le regalaran un piano grande para tocar piezas a cuatro manos.

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