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Los seis policías estatales asesinados en Zihuatanejo tenían muy pocas posibilidades de salvarse de una emboscada o una irrupción de un grupo criminal en la comunidad que protegían en la Sierra de Petatlán.
Estaban asignados para cuidar una población de por lo menos 100 personas en uno de los territorios más peligrosos de Guerrero, narra un agente estatal suspendido desde hace un año por exigir mejoras salariales y quien pide no publicar su nombre.
Detalla que resguardaban la comunidad de Tondonicua en Petatlán, donde se desplazaron pobladores de la comunidad La Laguna de Coyuca de Catatlán que salieron huyendo por amenazas y asesinatos de un grupo armado.
De entrada, advierte, cuidaban un pueblo donde los seis agentes no podrían contener un ataque de un grupo armado. “Eran superados por la población que cuidaban: no se puede cuidar a 100 pobladores con seis elementos. Desde hace ocho meses los agentes estaban pidiendo más ayuda, que fueran más grupos los que vigilaran esa comunidad, pero lo que les contestaba el coordinador era que se llevaran más armas”, cuenta el agente.
“¿Se imagina lo que es que seis policías enfrenten un grupo de sicarios que te supera en número y en armas? Como decimos acá entre nosotros, los hacen mierda”, dice el policía.
El agente explica que para cuidar un pueblo de este tipo se necesitan por lo menos cuatro grupos de policías, es decir, 24 agentes.
—¿Y los mandos no saben eso, que seis agentes no pueden resguardar una comunidad?
—Sí lo saben. Mira, pasa una cosa, que el coordinador [el mando inmediato] es el que decide las operaciones, ellos dicen cuántos van, pero luego reviran para qué mando tantos, pero lo hacen para no gastar en gasolina y ese dinero, pues se lo quedan, ese es el problema.
Explica que no hay agentes suficientes para atender la crisis de violencia que se vive en Guerrero. Y los que están, describe, los hacen en condiciones siempre adversas. Por arriesgar sus vida cada quincena un policía convencional gana 4 mil 100 pesos, mientras que uno certificado 200 pesos más. No tienen bono de riesgo, el seguro de vida era de un millón 500 mil pesos y ahora es de 700 mil pesos.
Pero hay otra carencia tal vez más urgente, dice el agente: “Hacen sus operativos portando chalecos antibalas caducos y cascos piratas que son de fibra de costal, como les decimos nosotros”.