Cancún.— Karla y Emmanuel son el prototipo de quienes encontraron prosperidad y éxito en el Cancún de finales de los años 80, cuando era un centro turístico en auge, con numerosas oportunidades de empleo y buen ingreso que les permitió comprar una casa, autos, realizar viajes dentro y fuera del país y pagar a sus hijas educación en colegios privados.
A fuerza de trabajo constante y buena administración de sus ingresos como guías profesionales de turismo, combinado con su labor como sicólogos, la pareja sorteó la crisis económica tras el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001; sobrevivió financieramente a uno de los huracanes más devastadores que hayan impactado a Cancún, Wilma, en octubre de 2005, y se sobrepuso a la caída del turismo por la influenza H1N1 en 2009.
Sin embargo, la estocada a su proyecto de vida vino con la pandemia por Covid-19. Desde febrero de 2020 el turismo europeo —principal mercado que manejaba Viajes Meca, agencia donde trabajaba Emmanuel— dejó de visitar Cancún y para marzo los pacientes de ambos anunciaron que suspendían las terapias, al verse afectados por la crisis.
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Con el desplome del turismo y los despidos, la gente en condición de vulnerabilidad o pobreza, aquí en Cancún, encontró respaldo en iniciativas gubernamentales para acceder a despensas, descuentos en el pago de la luz o vales para la compra de gas e incluso vías de intermediación para mantenerse en sus trabajos.
En contraste, la clase media no pudo acceder tan fácilmente a programas de apoyo estatales o federales, aun cuando en algunos casos hubiesen quedado desempleados y sin ingreso alguno, pues a criterio de los parámetros para medir la vulnerabilidad o carencia gozaban de una situación estable.
“La pandemia nos dio muy duro, pero como eres de clase media, no tienes apoyo de nadie porque técnicamente no necesitas nada, aunque tu ingreso económico sea cero y tengas que pagar comida, agua, luz, gas, vestido y colegiaturas. Incluso, el pasaje para salir a conseguir trabajo.
“De un día a otro tienes y luego no tienes nada, y cuando intentas acceder a algún apoyo te dicen que no aplicas, que no necesitas y te ves sin ayuda por ningún lado”, relata Emmanuel, quien junto con Karla han tenido que maniobrar para hacer frente a los gastos más elementales.
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Ello incluye la educación de sus dos hijas, Fátima y Regina, en una ciudad con una deficiente calidad educativa en el sector público en los niveles medio superior y superior, lo que les orilla a pagar colegios particulares.
“Súmale que las escuelas no dieron ninguna facilidad, prórroga ni descuento y hasta nos aumentaron la colegiatura.
“Nosotros lo vemos como una inversión para darles mejores herramientas a nuestras hijas, por eso hacemos ese esfuerzo”, señala Karla.
Antes de la pesadilla, la vida de esta típica familia de clase media era diametralmente distinta.
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Veinte años de trabajo
Sentado en el estudio de su casa, recuerda cuando en sus inicios, en el Cancún de los 90, ganaban 800 dólares en dos días o cómo después de mucho trabajo, pero en corto tiempo, Karla y él se casaron, compraron casa “al cash” y se fueron de viaje a Moscú.
“El ascenso no fue fácil, pero sí rápido e intenso, había mucho trabajo y muchas oportunidades. Yo llegué en 1989 y para 1992 ya estaba bien instalada. Los 90 fueron el esplendor”, recuerda ella.
A más de 20 años de aquello, el último ingreso de Emmanuel como guía profesional de turistas fue de 180 dólares por día, como parte de una excursión de 14 días, en febrero de 2020.
“Esos viajes no eran cotidianos ni el ingreso fijo y constante, así que ya te imaginarás que había que aprovecharlos”, expresa, para añadir que después de eso las reservaciones hechas por otros vacacionistas fueron canceladas en cascada en ese mismo mes, pues el coronavirus ya era un problema mayúsculo en Europa antes que en México.
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“A nosotros la pandemia nos pegó dos meses antes. Nos quedamos sin turistas, sin pacientes, sin trabajo y sin ingresos mucho antes, y también sin los ahorros que teníamos, y solos, sin apoyo de ningún gobierno”, subraya. Después, Viajes Meca recortó a la mitad su personal, en mayo de 2020, pero a falta de clientes, en septiembre de ese año la empresa se fue a la quiebra y cerró.
Emmanuel quedó formalmente desempleado, sin liquidación “ni llamada de aviso” después de 28 años de trabajo.
Ahora, lo que les ha sacado adelante es su carrera de sicólogos con algunas terapias virtuales.
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En este momento, retomar los tours como guías de turistas parece un sueño lejano, incluso en el mediano plazo, coinciden, no sólo porque el turismo europeo sigue sin reponerse, sino porque el turista que realizaba excursiones y pagaba bien está acostumbrado a los recorridos largos, que no están solicitándose.
“Vamos a jalones y estirones. Estamos acostumbrados a trabajar, esa es la virtud de la clase media, que no nos sentamos a estirar la mano, le buscamos. Dios es grande y estamos aquí”, concluye la pareja.