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Lerdo, Dgo.
A unos minutos de la zona conurbada de La Laguna, donde todo es desierto y tierras agroindustriales, hay un santuario ecológico, una combinación de humedal, bosque y desierto que cobija y protege a la Comarca Lagunera de Durango y Coahuila.
A espaldas de algunos ejidos olvidados se encuentra lo que el investigador de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED), Gabriel Cardoza, define como un refugio para la biodiversidad, un corredor biológico que alberga desde sabinos milenarios hasta aves migratorias.
“La región Laguna como zona metropolitana no existiría sin la presencia de los ríos Nazas y Aguanaval, es un montón de servicios ambientales”, acota el investigador. Es el Cañón de Fernández, una zona natural protegida, considerado el último santuario vivo del río Nazas.
El área comprende 17 mil hectáreas, y junto a investigadores de la UJED y del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), llegamos a la parte baja, atrás de Sapioriz. Después de pasar por el poblado, con calles sin pavimentar y casas maltrechas, se levantan enormes sabinos que cuidan el agua sosegada. El Cañón alberga un bosque de galería de unas 500 hectáreas, árboles milenarios que vigilan los 32 kilómetros de río activo, “un pulmón”, “un riñón” para la región, califican los especialistas.
Camino a un área de descanso, vemos tortugas que se asoman en el río o patos en el agua. También hay ganado a unos metros del borde del río.
Josué Estrada, coordinador del departamento de Gestión Ambiental de la UJED, explica que el ganado le hace daño a la zona, porque todo el excremento y la orina van a dar al río. “Se puede hacer ganadería, pero en ciertas zonas y teniendo en cuenta la capacidad de carga”, explica.
Gabriel Cardoza ahonda en que el ganado afecta toda la dinámica de regeneración de rebrotes de vegetación, puesto que es lo primero que consumen las vacas.
Este tipo de problemáticas son las que investigadores tratan de evitar mediante planes de manejo; sin embargo, actualmente es el gobierno de Durango quien tiene la administración del área, misma a la que destina únicamente a una persona como administrador.
Por ello, la asociación Eco Cañón lanzó la campaña “Va por el Cañón”, con el fin de reunir 50 mil firmas para lograr que el gobierno estatal cree un fideicomiso para dotar de recursos al parque estatal Cañón de Fernández.
Víctor Dabdoub, presidente de la asociación, argumenta que un fideicomiso representaría tener un recurso básico, transparente, manejado por una figura que realmente sustente el mantenimiento del santuario.
Dabdoub critica que últimamente el gobierno no se ha involucrado, pues suelen llegar tarde los recursos en el mejor de los casos, de ahí la necesidad de aterrizar un candado económico.
Beneficios del humedal
El investigador Gabriel Cardoza explica que el Cañón de Fernández ofrece diversos servicios ambientales, pues funciona como regulador de los cambios de temperatura, infiltración de mantos acuíferos, recurso pesquero, entre otras bondades.
Además, debido a que se reconoce que hay un problema de disponibilidad de agua, el humedal se convierte en un tesoro para las poblaciones.
“Se convierte en un refugio de agua, de especies, de materiales, de alimento, de esparcimiento y un refugio de disponibilidad de agua y de biodiversidad”, recalca Gabriel Cardoza.
En 2004, el Cañón de Fernández logró el decreto de área protegida y en 2007 se le nombró sitio Ramsar, que es aquel —explica Cardoza— que se hace a los humedales de importancia internacional por ciertos atributos, como dotar de agua permanente, abastecimiento a población, recarga de mantos acuíferos, refugio de vida silvestre y aves, principalmente.
En 2017 se publicó un plan de manejo elaborado por la UJED en el que se identificaron alrededor de 180 especies de plantas, como sabinos, sauces, mezquites, cactáceas, estas últimas presentan un mayor número de individuos bajo protección.
También se han identificado al menos 80 especies de aves, algunas de ellas migratorias como el pato arcoíris, la garza blanca, pato cabeza roja, gaviota pico amarillo, entre otras. Hay también cerca de 20 especies de reptiles con algún tipo de amenaza.
Problemáticas
En el plan de manejo se detallan acciones a realizar para preservar el Cañón de Fernández, mismas que no se suelen hacer porque no hay presupuesto. Habitualmente sólo hay dos personas que costea el municipio de Lerdo para vigilar 17 mil hectáreas.
Ante la ausencia de vigilancia, uno de los principales problemas es el ingreso de vehículos cuatro por cuatro. “Pasan a grandes velocidades y afectan la diversidad. Nos ha tocado ver cuando pasan los razors y encontrar aves aplastadas, serpientes, tortugas; además del ruido que generan”, dice Josué Estrada, de la UJED.
Otra problemática, menciona Gabriel Cardoza, son los incendios intencionales en el bosque de galería debido a que las personas suelen hacer fogatas sin control.
Julián Cerano, investigador del área de dendropirocronología y dendroclimatología del INIFAP, lamenta que mucho arbolado está dañado debido a incendios y dimensiona que si esos árboles mueren, no habrá sucesión. “Hemos trabajado con el sabino y es la especie más longeva en México. Hay árboles de mil años y la gente no sabe que los tenemos en el Cañón”, dice. Añade que el arbolado le da estabilidad al cauce y retención de suelos; de no tenerlo se empieza a erosionar.
Cardoza refiere que hay un impacto mayor por su cercanía con la zona metropolitana, pues existe un acceso más fácil por parte de la gente. Para Víctor Dabdoub, de Eco Cañón, se debe tener más vigilancia, para tener control del acceso y evitar destrozos.
Otras afectaciones, explica Gabriel Cardoza, son las fragmentaciones de presas, los cambios de uso de suelo o la introducción de especies exóticas como la rana toro o un cangrejo de río, que han desplazado a muchas especies.
Para Víctor Dabdoub, se debe comenzar por informar a la población de la Comarca lo que significa el Cañón de Fernández, sólo así, agrega, lo conocerán y después cuidarán.