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Los productores de leche del país ven un nicho de oportunidad si no se logra la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ya que se abriría para el sector agropecuario la posibilidad de salvar la industria lechera al dejar de estar sujetos a prácticas desleales como lo hacen las grandes firmas desde hace 23 años, asegura Álvaro González Muñoz, dirigente del Frente Nacional de Productores y Consumidores de Leche, organismo que tiene presencia en 20 estados y más de 40 mil integrantes.
Al ingresar México al tratado trilateral, el sector lechero fue uno de los más dañados, dice el dirigente agropecuario, México se volvió importador, ya que el gobierno de manera errónea consideró que importar el producto era más barato que producirlo y las consecuencias fueron funestas, porque a partir de 1994 comenzaron las importaciones más grandes.
“Nosotros siempre estuvimos en contra de que el rubro lechero formara parte del Tratado de Libre Comercio”, acota González Muñoz, y agrega que el año pasado culminaron una gira en 12 estados del país donde tienen presencia, para que los Congresos locales los apoyen con un pronunciamiento nacional y se evite el ingreso de la industria lechera al TLCAN.
Para este sector, argumenta, es beneficioso que el presidente estadounidense Donald Trump se niegue a ratificar los acuerdos, ya que éstos podría contribuir a reactivar la industria lechera en nuestro país.
La coyuntura que vive México con la nueva política de Trump podría ser aprovechada para el resurgimiento de esta industria de lácteo, que en la década de los 70 era totalmente autosuficiente para el consumo nacional.
“Un panorama donde México deje de pertenecer a este tratado comercial o que deje fuera el rubro lechero abre la posibilidad de revaluar la industria en el país y acabar con los monopolios; con el TLCAN nos íbamos muriendo poco a poco, en silencio, sin que nadie se diera cuenta. Nosotros siempre estuvimos en contra y ahora sin querer queriendo, es el propio presidente de Estados Unidos quien podría salvarnos”.
El secretario de Desarrollo Económico de Hidalgo, José Luis Romo Cruz, reconoce que, en efecto, en la última década el volumen de producción lechera de Tizayuca se redujo en 50%, además de que en los últimos años el valor de la producción mantiene una tendencia a la baja.
En Hidalgo, asevera, la producción de lácteo se concentra en Tizayuca y Tulancingo con más de 40% en conjunto.
Otro dato que muestra la situación crítica por la que atraviesa la industria lechera es que registra una caída de 1% en el PIB del estado, de lo que tenía una década atrás. En 2015 el PIB fue de 301 mil millones de pesos.
De acuerdo con el secretario de Agricultura del estado, Carlos Muñiz Rodríguez, con datos de la Secretaría de Agricultura Ganadería, Desarrollo Rural Pesca y Alimentación (Sagarpa) y el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), en 2006 se importaron 143 mil 529 toneladas de leche, para 2016 la cifra fue de 292 mil 803, esto es, un incremento de 104% en 11 años.
El problema, advierten los lecheros, es el lácteo en polvo, pues en 2016 a México se importó alrededor de 300 mil toneladas con lo que el país se convirtió en el segundo mayor importador en el mundo de leche en polvo. China se ubica en primer sitio con 10.6%, México con 7.9% y en tercer lugar Indonesia con 6.2%.
De acuerdo con la Sagarpa, los estados que generan mayor producción de leche son Jalisco, Coahuila, Durango, Chihuahua, Guanajuato, Veracruz, México, Puebla, Hidalgo y Chiapas.
Proyecto de la cuenca
En 1976, la cuenca lechera de Tizayuca, Hidalgo, nació como un proyecto vanguardista que abastecería un mercado potencial de más de 20 millones de habitantes de la zona metropolitana.
Álvaro González Muñoz, dirigente del Frente Nacional de Productores y Consumidores de Leche, rememora que en los años 70 los establos que se encontraban en la capital del país se convirtieron en obsoletos ante la mancha urbana que ganó terreno. El entonces presidente Luis Echeverría buscó la reubicación de 126 productores en una extensión de 230 hectáreas. Lo novedoso es que sería un fraccionamiento residencial con establos.
La cuenca lechera se estableció en los límites de Hidalgo con el Estado de México y se empezó a construir en 1972 y sus primeros habitantes llegaron en junio de 1976.
Al lugar, recuerda Álvaro González, arribaron estableros de diversos sitios del país, principalmente de Jalisco, quienes antes se habían establecido en la Ciudad de México. Tizayuca albergaría los sueños que ya no tenían cabida en la entonces capital del país.
La cuenca era interesante por todo, por su diseño, por la calidad del ganado y la limpieza del lugar, incluso Israel replicó este modelo.
Pero eso quedó en el pasado, hoy la cuenca está en un grave deterioro como un reflejo de lo que vive la industria lechera. En el lugar hay 126 establos con igual número de viviendas, de las cuales unas 20 están abandonadas, las calles llenas de baches, en algunos tramos el pavimento está totalmente deteriorado y el mobiliario urbano se encuentra acabado.