Zacatecas.— Tradicionalmente, diciembre era algarabía y circulación de dólares en el municipio de Valparaíso por la llegada de los migrantes que regresaban a disfrutar de las fiestas patronales y navideñas, pero este año las festividades se cancelaron: los paisanos se quedaron en Estados Unidos y los pobladores viven con miedo por estar acechados por los grupos del crimen organizado que se han asentado en este lugar y se han apoderado de una decena de rancherías.
El alcalde Eleuterio Ramos Leal admite que fue necesario cancelar la conmemoración por el 453 aniversario de la fundación del municipio (8 de diciembre), así como las fiestas religiosas en honor a la Virgen de la Concepción y la de Guadalupe, principalmente por la violencia del crimen organizado, que tiene sometido al municipio.
Algunas peregrinaciones religiosas sí se han realizado, pero sólo han acudido 20% de los asistentes, algo inusual.
El edil se sincera y reconoce que no tiene la capacidad policial para brindar seguridad a las miles de personas que cada año disfrutan de las charreadas, bailes, fiestas y multitudinarias peregrinaciones. Hacerlo, dice, era exponer a la población y los paisanos a que fueran víctimas del crimen organizado.
Reconoce que la cancelación es un fuerte golpe para la economía local, porque esta feria era la principal fuente de ingresos.
Migrantes radicados en Estados Unidos y pobladores de Valparaíso entrevistados por EL UNIVERSAL claman ayuda a los gobiernos y les exigen que ya saquen a los dos cárteles (Jalisco Nueva Generación y Sinaloa) de ese municipio, que colinda con las sierras de Jalisco, Durango y Nayarit. Señalan que ambos grupos delictivos tienen asentamientos en comunidades, por lo que los enfrentamientos son constantes, pero lo más grave, advierten, es que “ya están matando a nuestra gente”.
El líder migrante Emigdio Robles, presidente del Club Malanoche Valparaíso, Zacatecas, quien también preside la Federación de Clubes Zacatecanos del Norte de California, alza la voz y exige a los gobiernos de todos los niveles: “¡Ya basta! ¡Paren tanta sangre y tanta violencia en nuestros pueblos de Valparaíso!
“Todo Zacatecas está en un estado de ingobernabilidad por la delincuencia organizada, pero lo que más nos preocupa a los valparaisenses es que los cárteles se están metiendo con nuestras familias. Ya no sólo son ataques entre los grupos delictivos. En otros municipios la gente huyó por el temor; en cambio, en las rancherías de Valparaíso los grupos armados llegaron y despojaron a nuestra gente de sus cosas y de sus casas. Ahora están matando gente inocente”, dice.
Asegura que hay 11 comunidades que han sido acechadas por el crimen organizado y muchos se han ido a vivir a la cabecera municipal, otros se han ido a Estados Unidos, muchos no pueden regresar a sus comunidades a ver sus animales, prácticamente todos se han quedado sin su patrimonio.
Llamados desesperados de ayuda
Ante la situación de violencia, al menos unos 500 paisanos que solían asistir a las festividades de Valparaíso optaron por no viajar. El propio munícipe refiere que ha tenido que sugerirles que si deciden visitar el pueblo, no lo hagan en camionetas ostentosas y lleguen en el día. “Las camionetas son los vehículos que más les llaman la atención a los grupos delictivos”, subraya.
Reconoce que no puede ocultar la realidad. El 8 de diciembre, a través de un video en sus redes sociales, hizo un llamado al presidente Andrés Manuel López Obrador y al gobernador David Monreal para clamar justicia por el asesinato de los campesinos Carmelo Fernández, Eutimio y Salvador Herrera, dos de ellos de la tercera edad, a quienes describió como “hombres limpios y transparentes, quienes murieron de una forma cruel y despiadada, sin merecerlo, a manos del crimen organizado”.
Algunos pobladores de Valparaíso que pidieron el anonimato aseguran que ya tiene tiempo que ambos grupos delictivos comenzaron adentrase en el municipio.
Todo indica que para ganar territorio, en los últimos meses, los cárteles se han ido apoderando de las rancherías como si fueran sus búnkers y han expulsado con violencia a sus habitantes.
Las familias no regresan ni para cumplir las últimas voluntades de sus muertos, al menos así ocurrió con un conocido que era originario de la comunidad Las Viudas, quien falleció de muerte natural, pero por el miedo la familia lo enterró en otro lugar. “Es impensable regresar ahorita a ese rancho, ahí están apostados estos hombres”, relatan.
Los habitantes de la cabecera municipal dicen que viven como si estuvieran sitiados, porque cada vez es más difícil entrar y salir del pueblo con tranquilidad. Las carreteras que conectan con Valparaíso son inseguras y han ocurrido muchos asesinatos, secuestros o desapariciones.
Como ejemplo, refieren que en la carretera que conecta con Jerez ocurrió el asesinato de una doctora que iba a trabajar, pero al no atender el llamado de los grupos delictivos, le dispararon.
Reconocen que sí han arribado elementos de la Guardia Nacional y del Ejército, “pero no ha servido de mucho, llegan cuando ya ocurrieron los enfrentamientos y los asesinatos. Llegan sólo a levantar muertos”.
El migrante Emigdio Robles afirma que algunos de sus familiares fueron víctimas de la delincuencia organizada, quienes hace tiempo decidieron también emigrar a Estados Unidos, pero el amor por los seres queridos y por su tierra los hace regresar cada año; sin embargo, al enterarse de esta grave situación, los invade “el enojo, la desesperación, tristeza y desesperanza”.
Considera que “a los gobiernos ya lo rebasó el crimen organizado. Creo que el gobierno federal ha propiciado que se incremente la violencia, por no tener una visión enérgica y eficaz, porque a los criminales no se les puede tratar con el pétalo de una rosa, ellos seguirán siendo criminales y no van a dejar de hacer sus negocios ilícitos solo porque yo o el presidente diga que ya no se les combata con violencia”.
Agrega: “Nosotros no tenemos partido ni colores. A nosotros nos llaman héroes por las remesas que mandamos y las presumen como si fuera un logro del gobierno, pero no veo qué están haciendo a favor de nosotros y de nuestras familias que están allá. A nosotros nos recortan todos programas de inversión migrante y a nuestra gente nos las dejan en total desamparo y en la indefensión. ¿Merecemos eso?
“Los de aquí y los de allá estamos con el Jesús en la boca al ver que se esté desbordando la violencia. ¡Paren ya tanta sangre!”, clama Emigdio.
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