Las huelgas masivas que estallaron este viernes en 45 empresas maquiladoras de Matamoros, Tamaulipas , no se habían presentado desde hace cerca de 30 años , entre finales de los 80 y principios de los 90, cuando el dirigente sindical Agapito González Cavazos, realizó emplazamientos masivos a este tipo de empresas por violaciones al contrato colectivo de trabajo, señaló la socióloga e historiadora, Cirila Quintero Ramírez, ex directora del Colegio de la Frontera Norte Región Noreste.

Esta ocasión el problema se suscitó al incrementarse al doble el salario mínimo en la franja fronteriza (de 88.36, a 176.72 pesos), y aunque en el decreto se estableció no sería aplicable en los salarios contractuales, el detalle es que en Matamoros existe un sindicalismo acostumbrado a exigir que su contrato no sean letra muerta , y quiere hacer válida una cláusula donde se asienta que cuando haya incrementos de salario extraordinarios o de emergencia, los tabuladores salariales se ajustarán en la misma proporción.

Esos logros que el sindicalismo de Matamoros alcanzó en los años 80, bajo el liderazgo de Agapito González Cavazos, no los tienen ningún sindicato del país, ni siquiera los electricistas o los petroleros explicó la investigadora.

Agregó que por esa tradición de lucha del sindicato de jornaleros de las maquiladoras, que data de 1932, estas empresas ya venían pagando 170 pesos diarios , casi el mínimo establecido en el decreto sobre los salarios mínimos para la zona fronteriza, y en ese contexto la organización gremial exigió un incremento salarial de 20 por ciento y un bono anual que equivale a 32 mil pesos a pagar en dos partes.

Como la Asociación de Maquiladoras de Matamoros ofrece sólo un diez por ciento de aumento salarial y un bono anual de tres mil a cuatro mil pesos, el sindicato decidió estallar la huelga

en 45 plantas, mientras tres de las empresas más importantes accedieron a la demanda de los trabajadores de otorgar 20 por ciento de aumento salarial y pagar el bono anual.

La doctora Quintero Ramírez expresó que la solución es que las partes se sienten a dialogar y lleguen a una negociación intermedia, a fin de acoplarse a los cambios que implicó esta decisión de elevar el salario mínimo en la frontera; pero hasta el momento se ven muy radicalizados.

La investigadora comentó que hay una idea errónea porque algunos piensan que Matamoros está paralizado desde el doce de enero, cuando el 80 por ciento de los trabajadores han estado laborando, y el resto venía dando la lucha dentro de la misma empresa a fin de alistarse para el estallamiento de huelga que ocurrió este viernes.

La doctora Quintero estimó que este movimiento de huelga fue posible porque en Matamoros están sindicalizados entre el 90 y el 95 por ciento de los trabajadores de todas las actividades, y la organización gremial sí representa a sus agremiados, además de que los actuales obreros son nietos de los algodoneros que en los años 20 del siglo pasado se organizaron para defender sus derechos laborales.

Sin embargo, no descartó que pudiera repercutir su ejemplo de pelear por más salario, entre trabajadores de otros sectores como el comercio, y en otras ciudades como Reynosa, donde hay salarios bajísimos. Incluso, expresó que esta oleada de reclamos laborales podría extenderse a Coahuila, donde hay una tradición sindical muy fuerte entre los mineros, e incluso a Nuevo León.

Por lo anterior, la investigadora que se ha especializado en investigar el sector maquilador de la frontera norte del país, llamó a que los empresarios reflexionen a fin de que no sólo ellos ganen con la actividad productiva, sino también sus trabajadores.

Reconoció que en el nuevo contexto, algunas empresas que basan su operación en una mano de obra muy barata y no están dispuestas a mejorar las percepciones de sus trabajadores, decidirán marcharse a otros destinos, mientras tres plantas de Matamoros, ya aceptaron las demandas sindicales, porque saben que su operación sigue siendo redituable.

Consideró que las 45 empresas que se fueron a huelga representan más de 40 mil obreros, de unas 70 que hay en la ciudad, que dan empleo al 40 por ciento de los trabajadores matamorenses.

A su vez la doctora Lyilia Palacios Hernández , quien realiza investigación sobre sindicalismo y el sector industrial nuevoleonés, descartó que el fenómeno de movilización laboral que registra Matamoros, pudiera afectar a esta entidad, principalmente porque en la ciudad tamaulipeca sí ha existido vida sindical, aunque dentro de las centrales tradicionales como la CTM.

Mientras en Nuevo León, desde hace muchos años los patrones ganaron la batalla y sometieron totalmente a los sindicatos, blancos o del antiguo oficialismo como CROC y CTM , a tal grado que en muchas industrias, incluyendo las maquiladoras, si acaso hay contratos colectivos, son contratos de protección, suscritos por sindicatos fantasmas, de cuya existencia los trabajadores no están enterados.

Pero esto no quiere decir que exista paz laboral como pregonan empresarios, autoridades gubernamentales o funcionarios de Conciliación y Arbitraje, pues aunque presumen desde el sexenio del gobernador panista Fernando Canales (1997-2003), la inexistencia de huelgas, basta con darse una vuelta a los tribunales del trabajo para constatar las múltiples demandas individuales, lo que indica que sí hay conflictos entre patrón y trabajador, pero los sindicatos no defienden a sus agremiados, concluyó Palacios Hernández.

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