Iguala.- Como cada 27 de septiembre de los últimos siete años, los padres y madres volvieron al lugar donde se consumó una de las tragedias más profundas del país, su tragedia: el asesinato de tres y la desaparición de otros 43 estudiantes de la normal rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa .
Este lunes, con el sol encima, los padres y las madres de los 43 estudiantes desaparecidos la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre del 2014, marcharon y realizaron un mitin en Iguala.
Eran casi las 2 de la tarde, cuando llegaron en más de 20 autobuses los padres y madres de los 43, acompañados por estudiantes, integrantes de organizaciones sociales. La marcha comenzó y tomó rumbo al primer punto: Ciudad Industrial.
En esta colonia la madrugada del 27 de septiembre del 2014 el horror de la noche anterior comenzó a materializarse: ahí apareció el cuerpo del normalista Julio César Mondragón Fontes. Estaba sin rostro, con señas de tortura, golpeado.
Con ese hallazgo comenzó a dimensionarse el ataque que habían sufrido los estudiantes de la normal de Ayotzinapa por parte de policías de Iguala, Cocula, Huitzuco, junto con presuntos integrantes de la organización delictiva Guerreros Unidos.
Ahí el contingente, encabezado por los padres y madres de los 43 jóvenes desaparecidos, estudiantes de Ayotzinapa y de otros normales rurales y organizaciones sociales, hicieron una ofrenda, un rezo y exigieron justicia por Julio César Mondragón.
La marcha otra vez tomó su cauce, salió a Periférico rumbo a otro lugar que marcó esa noche: la esquina de la avenida Álvarez y Periférico Norte. Ahí policías de Iguala asesinaron a Julio César Nava Ramírez y Daniel Solís Gallardo, hirieron a Edgar Andrés Vargas y Aldo Gutiérrez Solano, un joven que lleva siete años en coma.
Los padres y las madres colocaron una ofrenda, rezos y también pidieron justicia por Julio César y Daniel Solís.
Como los seis años anteriores, esta marcha fue de protesta, de exigencia de única exigencia: ¿dónde están los 43 estudiantes desaparecidos?
Pero a esa pregunta, hasta ahora no habido respuesta, por lo menos no de Estado. En estos siete años ya son dos gobierno los que investigan qué pasó esa noche y madrugada sin llegar a un punto claro.
Primero fue el gobierno del priista Enrique Peña Nieto y, ahora, el del morenista, Andrés Manuel López Obrador, que tampoco ha dado respuestas contundentes.
Ese fue el reclamo: que las investigaciones, las búsquedas, las detenciones, las diligencias por parte del gobierno federal y la Fiscalía General de la República (FGR) se intensifiquen.
Los padres y madres han insistido, sin resultados, en un punto: que se investigue y se castigue la posible participación de militares en los ataques de esa noche y madrugada.
Estos siete años, para los padres y madres han sido intensos, duros, de mucha frustración y cansancio, también, de mucha enfermedad. En algunos casos, se nota como en estos años, las enfermedades han hecho efecto, se miran más delgados, demacrados.
Pero otros, por lo menos tres, no llegaron a esta marcha porque murieron. La primera que murió fue la señora, Minerva Bello Guerrero, la madre de Everardo Rodríguez Bello. Murió de cáncer, en febrero de 2018.
Este año, el Covid-19 provocó la muerte de los padres. En agosto, murió Salúl Bruno Bello, padre de Saúl Bruno García, en el municipio de Tecoanapa, en la Costa Chica a consecuencia del virus.
Y apenas hace unos días, el 3 de septiembre, murió don Bernardo Campos Santos, padre de José Ángel Campos Cantor, debido a Covid-19. Murió hospitalizado en la Ciudad de México, por complicaciones que le provocó la diabetes.
Así fue la marcha de estos siete años, con nuevas ausencias y con muy pocas respuestas.
Lee también:
afcl