Huautla de Jiménez.— Pablo Morales Carrera comienza el encendido de las velas que coloca en una de las tumbas del panteón de Huautla de Jiménez; el humo del copal invade toda la atmósfera. A su alrededor hay autoridades municipales, personas de la comunidad y muchos niños.

Son las 12:00 horas del 27 de octubre, momento en el que empieza la llegada de las almas de las personas que ya han fallecido. Pablo Morales no se considera un curandero, pero encabeza la ceremonia porque heredó de su familia el conocimiento relacionado con las festividades de muertos.

A diferencia de otras poblaciones, en la nación mazateca las almas empiezan a llegar cinco días antes del 1 y 2 de noviembre, y vuelven al inframundo hasta el 5 de noviembre de cada año.

Para los mazatecos, es la festividad más importante. La fiesta inicia con un ritual en el panteón municipal, con el que se pide permiso al “padre Sol” y a la “madre Tierra” para abrir los cuatro puntos cardinales y permitir el regreso de las almas de sus antepasados.

“Que vengan las esencias de nuestros antepasados para continuar nuestra lucha y nuestra educación, nuestra formación para continuar nuestras cuentas astronómicas, nuestras cuentas calendáricas que nos dejaron”, expresa Pablo.

Valeriano García Martínez, integrante de una asociación cultural de Huautla de Jiménez formada en 1996 para dar continuidad a su cultura y lengua materna, explica que el ritual se hace con la finalidad de encender las 13 velas a partir de las 12:00 del día.

A esta hora, detalla, empieza a bajar la energía, las ánimas o las personas que fallecieron hace mucho tiempo.

Las 13 velas tienen un significado similar a la colocación del arco, que representa el portal por donde ingresan las ánimas y que también lleva 13 ramilletes de flores, explica.

Este ritual continúa con la transformación de niños en huehuentones, personajes ataviados con máscaras, sombreros, y tambores que danzan al ritmo de la música tradicional de estas comunidades de la región mazateca.

Por la noche, grupos de huehuentones adultos llegan al panteón de Huautla de Jiménez para prestar sus cuerpos a las almas de las personas fallecidas.

Se colocan velas en la entrada del panteón y “los huehuentones llegan a transformarse acá, a colocarse la máscara. Transformación, se dice, no se dice disfraz, porque es una danza muy sagrada”, explica Valeriano García.

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