Monterrey.— A seis meses de la llegada de a la presidencia de Estados Unidos y con ello, la suspensión del financiamiento para organizaciones que apoyan a la comunidad LGBTIQ+, los migrantes refugiados de la diversidad sexual en el estado pasaron de la alerta a la resiliencia.

Ángel Aguilar, oficial de Protección e Integración de Casa Frida de Nuevo León, explicó que, tras la cancelación de apoyos por parte de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), el albergue de atención de desplazados se vio en la necesidad de redoblar esfuerzos para obtener nuevos apoyos locales.

“Fue una decisión que momentáneamente nos hizo entrar en una situación de alerta y seis meses después pasamos a buscar el apoyo de la sociedad y apegarnos a lo que siempre nos ha caracterizado a las personas de la diversidad sexual, que es la resiliencia, la lucha y el esfuerzo por seguir.

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Paola, Katya y su hijo fueron recibidos en Casa Frida, donde atendieron su salud física, mental y alimentaria. Foto: Marcela Perales
Paola, Katya y su hijo fueron recibidos en Casa Frida, donde atendieron su salud física, mental y alimentaria. Foto: Marcela Perales

“Hemos trabajado mucho en tratar de que la sociedad pueda conocer nuestro modelo de atención para que puedan tener esta empatía, han aceptado la causa y hemos recibido mucho apoyo por parte de la sociedad civil”, señaló Aguilar.

El trabajo coordinado logró que la comunidad en general, universidades y otras asociaciones civiles se sumaran al proyecto de Casa Frida para que el refugio pudiera mantener la atención médica, sicológica, alimentaria y de seguridad para migrantes de la diversidad sexual que huyeron de su país.

Ángel Aguilar platicó que Casa Frida se instaló en Monterrey hace un año y medio, y desde entonces ha atendido a cerca de 250 migrantes LGBTIQ+ desplazados. De estos, 9% desistió del sueño americano y decidió permanecer en el estado debido a las oportunidades de empleo e inclusión. Por tal motivo, suspender la atención del albergue era algo que estaba descartado de sus mentes.

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“Nos hemos esforzado mucho para que los servicios no se vean afectados, puesto que es una necesidad que sigue existiendo. Las necesidades que tienen las satisfacen en Monterrey y esto los hace ya no querer seguir su camino. Todo lo que hacemos para la integración de las personas les ayuda no solamente a recuperar la confianza, sino también su autoestima, a controlar sus emociones. La atención sicológica que reciben les ayuda a poder expresarse y desenvolverse en un entorno social nuevo para ellos”, señaló.

La indispensable reinserción del migrante

Casa Frida Monterrey atiende por mes entre 10 y 15 migrantes LGBTIQ+ desplazados, por lo que el objetivo es lograr que los beneficiarios logren una reinserción en una ciudad nueva y egresen del refugio con una independencia económica y emocional.

Ángel Aguilar explicó que, de esta manera, el refugio alcanza su meta de atención a migrantes y también deja espacio para nuevos refugiados que llegan al estado con la intención de establecerse de por vida.

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“De lo que se trata el proyecto es que ellos puedan ahorrar la mayor cantidad de recursos posibles para que al momento de que salgan de Casa Frida puedan tener una independencia económica, que puedan cubrir sus gastos una vez que estén fuera del albergue. El programa incluye la regularización de su estancia para la obtención de un empleo y cursos de bienestar financiera para que puedan administrar sus recursos fuera del albergue”, señaló.

Del desplazamiento a la reinserción social

Paola y Katya son una pareja originaria de Honduras, país del que huyeron tras ser perseguidas por la Mara Salvatrucha 18.

Paola, de 29 años, relata que, junto con su novia, emprendieron un negocio de venta de comidas y fue en enero de 2024 cuando el grupo criminal les solicitó formar parte de la banda.

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“Tenía un negocio, pero llegó la Mara Salvatrucha, nos amenazó de muerte y dada la situación, más nuestra orientación sexual, todo se complicó. Ellos querían que nosotras nos involucráramos en lavado de activos, de dinero, negocios ilícitos y nosotras no queríamos”.

La también madre de un menor recordó que no pasó mucho tiempo cuando la Mara Salvatrucha la amenazó de muerte a ella y a su pareja, por lo que ambas decidieron salir de su país y llegaron a Monterrey, junto con su pequeño hijo.

Paola, Katya y su hijo fueron recibidas en Casa Frida, donde atendieron su salud física, mental y alimentaria. Además, en seis meses, ambas regularizaron sus papeles y con ello, consiguieron un empleo formal en una cadena de supermercados.

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“Cuando llegué tenía miedo, pero con el tiempo tuve la ayuda sicológica, consejos y logramos una independencia que nos permite mudarnos nosotras solas. Mi sueño es tener mi propio negocio, mi propio restaurante y es mi objetivo, lo voy a lograr aquí en Monterrey. Ha sido mucho apoyo de Casa Frida, para mí no solamente ha sido una casa, para mi es un hogar”, dijo Paola.

“Acabo de pagar el depósito del departamento, estamos emocionadas y saldremos con gran emoción de Casa Frida, pero ahora para independizarnos y vivir una nueva experiencia”, externó.

Al respecto, Katya, su pareja, señaló que Casa Frida les brindó todas las herramientas para poder egresar del refugio y reinsertarse socialmente.

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Katya y Paola son uno de los ejemplos de Casa Frida, y en unos días, saldrán del refugio, pero ahora como regularizadas, con empleo y una independencia económica y emocional para continuar y reforzar la familia que decidieron formar.

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