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Con la cabeza cubierta con un gorro de Santa Claus y encima una corona de “Rey Mago”, Carlos arrastra un carrito de herrería rebosante de cacharros y objetos personales, entre ellos su shampoo que, dice, ocupa cada quincena, y cinco cobijas que cada noche usa como cama afuera de Catedral .
Carlos
, quien afirma ser un artista en espera de que lo descubra un cazatalentos, está listo para celebrar la Navidad; no tiene casa, “tampoco mujer”, duerme en la plaza principal, pero comenta que no le falta nada. Tiene una invitación de las monjitas, sus vecinas, para cenar tamales y atole champurrado este 24 de diciembre.
Lleva el rostro cubierto con una venda desgastada para evitar que se le meta un ratón en la boca al dormir, como le ocurrió a uno de sus conocidos también en situación de calle. La venda sólo se la cambia para bañarse, y se la levanta para comer.
“Yo pienso como un soldado: yo me baño con un short, la camisetita sí me la dejo, esta de tirantitos y me baño delante de todo el mundo en la gasolinera; al gua tiene que estar tibiecita con el sol, entonces me siento en un bote de plástico, lo volteo al revés, me tallo con una fibra verde, jabón de polvo, así, y cargo mi shampoo”, describe.
No se separa de su carrito hechizo, que cotiza en 700 pesos, más todas “las chacharillas” que recolecta en sus recorridos por la ciudad; por eso no acepta las invitaciones que le han hecho durante estos días fríos para descansar en el albergue del Hospital Milenio. Dice que en el refugio invernal no tienen estacionamiento para meter su vehículo; y aunque le sugieren que encadene su carro bien a un poste en la calle, no se arriesga.
Por eso “prefiero dormir en mi congelador”, dice con una carcajada.
(Carlos lleva el rostro cubierto con una venda desgastada para evitar que se le meta un ratón en la boca al dormir. Foto: Xóchitl Álvarez/EL UNIVERSAL)
Carlos dice tener 55 años de edad, llegó a esta tierra desde otro lugar, del que no da cuenta, y aquí ha buscado un pareja para vivir, sin que hasta el momento haya obtenido una respuesta.
En diversos rumbos le ha hecho la propuesta de relación a 30 ó 40 mujeres: “de 20, 25 ó 30 años, con hijos o sin hijos... aunque no sean señoritas, y con el permiso de la suegra, para vivir juntos para siempre”, le comenta a dos turistas que acudieron a la Plaza de la Patria a admirar los adornos navideños.
– Pero si las va a acostar en lo frío no van a querer –le dice una mujer mayor de edad.
– Yo quiero vivir en su casa de ellas, bajo su techo; entonces, con la suegra que me aguante cinco ó diez años, los años que ella quiera, y cuando ya no nos quiera yo y la hija nos vamos a rentar; para esos años ya ahorré dinero, entonces ya tengo acumulado digamos 15 mil ó más y ya voy y rento unos cuartitos para mí y ella y luchamos los dos a seguir –relata Carlos.
– ¡Bien pensado! –le responde la mujer.
Carlos les comparte que espera que llegue en cualquier momento alguna persona “con ojo clínico” y vea que es un artista, como “un lingote de oro” para que lo pueda patrocinar, porque se puede disfrazar de cuanta cosa sea, como ahora que va vestido de “Santa”.
Mientras tanto se conforma con que una persona lo quiera ayudar porque tiene “lastimaduras, desgarres en los tendones, nervios”. Ahora, dice que por sus enfermedades se pasa todo el día sin hacer nada. “Si un riquillo me paga cuatro o cinco terapias yo todo el año le ayudo, muchos mandados, en juramento y promesa y voy a cumplir la palabra... con 'El de Arriba' no se juega”.
Recuerda que Chayito, “una viejita de la Ciudad de México ganó muchos maratones en el mundo”, después de que un personaje descubrió su talento como corredora.
Dice que en Aguascalientes se le conoce, porque hay gente que se le ha acercado para decir que gente que vive a la intemperie sufre mucho, están muy expuestos al frío y a la lluvia. “Estoy bien, me pongo mi suéter”, dice mientras tiende unas 5 cobijas sobre el piso adoquinado.
Las religiosas de Catedral harán tamalitos y atole champurrado para la gente que vive en la calle, y él, comenta, es uno de los invitados. La cita es para la tarde del domingo en la explanada del recinto religioso.