San Luis Potosí.— El miedo y los nervios que produce el primer contacto con un caballo se le va pasando poco a poco a Yurem, menor de cuatro años con discapacidad. Su llanto inicial al subir al lomo de Piolín disminuye con cada vuelta y reforzamiento de su terapista para poder acariciar lentamente el pelaje del noble animal que le ayudará a tener mayor movilidad en sus músculos.

En sólo cinco minutos el llanto cesa. La confianza de Yurem aumenta y su cuerpo relajado le ayuda a hacer los movimientos en su primer día de rehabilitación en el Centro Estatal de Equinoterapia en San Luis Potosí.

Ante los ojos de cualquier persona, los movimientos voluntarios que produce Yurem durante 30 minutos de terapia, para poder abrazar a Piolín, podrían ser un milagro; sin embargo, es el resultado de uno de los tantos beneficios que produce en niños, niñas, adolescentes y adultos mayores la terapia física que se realiza sobre ellos, en donde se aprovecha el calor que emanan estos animales ayudando a que los músculos se relajen.

Lee también:

Desde el pasado 17 de febrero que se inauguró el Centro Estatal de Equinoterapia en San Luis Potosí, Pulga, Pico Chulo, Piolín y Josefino, cuatro nobles caballos, se han convertido en los protagonistas del lugar.

Junto con ellos, los terapeutas del centro ayudan de manera gratuita a transformar la vida de más de una docena de niños y niñas, así como de personas de la tercera edad con discapacidad, a través de ejercicios de rehabilitación.

El Centro Estatal de Equinoterapia de San Luis Potosí es el primero a nivel nacional en ser patrimonio del Sistema Integral para el Desarrollo de las Familias del estado, es decir, que no se renta debido a que el centro se instaló dentro del recinto de la Feria Nacional Potosina (Fenapo) con una inversión estatal y con la donación por parte del Equipo Charro RG2 de los cuatro caballos que cuentan con las características necesarias para los ejercicios.

Lee también:

Un día de juego

Mía es una niña alegre de cuatro años, que en sus primeros días de vida no se movía, ni realizaba actividades normales en el desarrollo de los niños, por lo que durante la pandemia primero fue diagnosticada con parálisis cerebral y posteriormente con retraso motor. Derivado de la contingencia sanitaria su rehabilitación en el sector público se pospuso hasta que sus familiares acudieron al Centro de Rehabilitación y Educación Especial (CREE), en donde a través de terapias encaminadas a su discapacidad logró hablar y realizar movimientos.

El mismo Centro de Rehabilitación y Educación Especial motivó a Mía y a sus papás a avanzar con la movilidad de su cuerpo a través de la ayuda de los cuatro caballos del centro equino.

“Por el problema que ella tiene que no camina, nos dijeron que el calor del caballo le ayuda a que sus músculos se aflojen porque ella tiene espasticidad, músculos tiesos, el calor del caballo los relaja y les ayuda para que se le aflojen”, precisó Juana Elvira, mamá de Mía.

Para Mía, más que un día de rehabilitación, es un día de juego con los caballos a los que les ha tomado cariño en cuatro semanas, las mismas en las que ha demostrado grandes cambios.

Suscríbete aquí para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, y muchas opciones más.

Comentarios