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Viesca, Coahuila.- Dentro del pedazo de tierra acordonado con cinta amarilla que dice “PGR Criminalística” en un paraje apartado del municipio de Viesca, unas 15 personas vestidas con trajes blancos llamados tyvek, buscan huesos de personas en la tierra achicharrada del desierto coahuilense. Las hay de la Fiscalía de Coahuila, de la Fiscalía General de la República (FGR) y del Equipo Mexicano de Antropología Forense.
Silvia, Óscar, Concepción y Sonia también visten los trajes blancos, guantes de látex, cubrebocas, pañoletas para cuidarse del sol, sombrero y anteojos protectores. Ellos apoyan y tragan saliva cada que miran las decenas de huesos que levantan. Ellos tienen un hijo o hija desaparecidos.
El horror hecho carbón
Cuando los separan, echan los restos en una bolsa, los embalan y los custodian. Al final, los cientos de huesos se irán a un análisis genético y si ese pedazo óseo no está tan carbonizado se le podrá extraer un perfil genético.
Dentro de la cinta amarilla también hay una vieja barda despintada y en ruinas donde apenas se lee: “Est. Claudio. Mpio de Viesca Coah”. Estamos en Estación Claudio, un viejo ejido lejano de Viesca que hace décadas dejó de tener habitantes.
Hace años era una estación de tren, había casas, animales de granja y muchos arbustos. Pero se acabó el tren y la gente se fue. Estación Claudio se convirtió rápido en un pueblo fantasma. Hasta este lugar llegaron los sicarios para matar, descuartizar, quemar y borrar a decenas, centenares de personas; la realidad, no se sabe.
La barda en ruinas está toda agujerada como queso gruyer, posiblemente era usada como paredón. Mundo, un chivero del ejido La Fe, de Viesca, es el guía hasta la zona de exterminio. “Aquí aventaban a los muertos, ‘diamontón’”, dice.
Un día, sin decir nada a su familia, la mujer salió de su casa y agarró camino para buscar a su hija. Se iba a donde había carretera y brecha. Se metía en terrenos solitarios y caminaba con la esperanza de mirar algo, lo que fuera, o que alguien le diera información, lo que fuera. Hasta que un día su familia la siguió y la regañaron.
Su búsqueda, solitaria y sin eco, empezó hace 14 años. Luego vino la “guerra contra el narcotráfico” y los casos de desaparecidos se dispararon hasta llegar oficialmente a los más de 40 mil en el país. La búsqueda se volvió colectiva y Silvia ahora es apenas un miembro del ejército de buscadores que hay en todo México.
“Ser buscadora es esperanza, dolor, desesperación; al mismo tiempo satisfacción. Las familias estamos desesperadas y queremos encontrar. No hay que ponerle otro nombre. La autoridad está sobrepasada y los espacios son inmensos”, asegura Silvia.
En tres años han encontrado 24 zonas de exterminio en los municipios de La Laguna de Coahuila, donde los sicarios mataban, quemaban en diésel y regaban los huesos en el desierto. De las 24, nueve zonas como Estación Claudio son a las que el grupo regresa y, cada que vuelven, encuentran más.
Han hallado tantos huesos mutilados y calcinados, que después de los 100 mil restos, las autoridades concluyeron que en lugar de contarlos era mejor pesarlos.
El Grupo Vida llegó a Estación Claudio porque les avisaron que en el ejido Niños Héroes, a un par de kilómetros de Claudio, marinos habían supuestamente matado delincuentes, la gente de la comunidad había sido desplazada y había indicios de violencia.
Pero encontraron poco, hasta que un chavo a bordo de una moto les dijo: “Váyase por aquí, ahí en Claudio hay mucho”. Y las familias se arrancaron. Era abril de 2015.
La prioridad
La instrucción del presidente Andrés Manuel López Obrador de que el tema de desaparecidos sea “la prioridad número uno” necesita que se refleje en todas las instituciones del Estado, considera Grace Fernández. Grace es integrante del Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México, formada por más de 35 colectivos de familiares de personas desaparecidas y cerca de 40 organizaciones acompañantes. De acuerdo con Grace Fernández —hermana de Dan Jeremeel, desaparecido en diciembre de 2008 en Torreón—, si alguna de las instituciones involucradas no entiende que el trabajo de atención es prioritario, difícilmente habrá celeridad.