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Holbox.— Con más de 3 mil habitantes y un flujo diario superior a mil 800 turistas, en Holbox se generan más de 30 toneladas de residuos sólidos al día, asunto que entre 2017 y 2018 detonó una crisis al rebasar la capacidad del gobierno municipal de Lázaro Cárdenas para el manejo de basura.
El tema se convirtió en una de las principales problemáticas de esta isla, localizada en la zona norte de Quintana Roo y dentro del área natural protegida de Yum Balam.
Para “barrer” el problema, desde la población se diseñó un esquema de limpieza comunitaria de calles y separación de residuos, que encontró eco en organizaciones civiles e iniciativa privada para reciclar y reaprovechar los materiales.

La iniciativa se llama Holbox Circular y conjuga los esfuerzos de la asociación Fuerza Viva Holbox, la Fundación Tláloc, A.C., Bepensa, Ecoce, así como de la alcaldía, hoteleros, comerciantes y negocios diversos, que suman unos 42 aliados que han adoptado el esquema de forma permanente.
En entrevista, Eduardo Pacheco, líder local del proyecto y habitante de la isla, explica que el modelo se basa en la metodología SIRAA (Sensibilizar, Informar, Reflexionar, Actuar y Aprender), desarrollada por Fundación Tláloc, mediante la cual se busca que la economía circular sea habitual en la isla.
Como parte del esquema operativo, que inicia con el barrido comunitario mensual de calles, espacios públicos y playas, los materiales resultado de esa limpieza se llevan al centro de transferencia PetStar de Bepensa en Holbox.

En ese sitio, el material de desperdicio es separado y comprimido hasta formar una paca, la cual se amarra, se etiqueta y se almacena. Luego de cierta cantidad, las pacas cruzan vía marítima a través de la naviera 9 Hermanos hacia Chiquilá, y son llevadas por la empresa hacia Umán, en Yucatán, en donde reciben un segundo proceso.
De ahí son llevados a la planta matriz en Toluca, Estado de México —una de las más grandes en su tipo en América Latina—, en donde se someten a lavado y molienda, se funden y con el material resultante se elaboran botellas de plástico, lo que reduce el impacto ambiental, explicó Rodolfo, encargado del centro de transferencia de PetStar en Holbox.
En tanto, los recursos económicos resultado de la venta de los materiales valorizables generados en la isla se destinan al apoyo del Refugio Animal Holbox, agrupación dedicada al resguardo y atención de fauna en situación de abandono.
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Acción comunitaria
De 2024 a la fecha se han llevado a cabo nueve jornadas de recolección con participación de vecinos, representantes de comercios y organizaciones aliadas, lo cual se ha traducido en la recuperación de 7.2 toneladas de materiales reciclables, que incluyen PET, con un registro de mil 361.7 kilogramos procesados.
Cinzia Propezzi, ciudadana italiana que radica en Holbox desde hace una década, preocupada por el impacto ambiental generado por el deficiente manejo de la basura, pensó en cómo contribuir a la solución del problema, identificado por el movimiento Fuerza Viva de Holbox como uno de los principales retos de la isla.
Relata que pobladores, comerciantes y hoteleros comenzaron a colocar basureros turísticos. Después, Propezzi diseñó, hace dos años, una estrategia para la limpieza y planteó dividir la isla en 12 áreas, cada una con grupos responsables, y una vez al mes hacer la limpieza.
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“Entonces, en solo tres horas se abarca la limpieza de toda la isla”, dice Propezzi.
Fue recibiendo el respaldo de negocios y pobladores voluntarios, además del apoyo de Holbox Circular y de la Fundación Tláloc, que instalaron un centro de acopio para separar la basura en materiales reciclables y no reciclables, los cuales son trasladados fuera de la isla para su disposición final.
El ayuntamiento contribuyó con la creación del grupo de saneamiento ambiental y parte de los impuestos recaudados en Holbox se quedan en la isla para financiar al equipo de las jornadas de limpieza.
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La respuesta ciudadana, destaca Cinzia Propezzi, varía según la zona. Algunos puntos muestran mayor involucramiento, mientras que en otras zonas ha sido más difícil mantener la constancia.
Lo fundamental, comenta, es que el propósito central no es sostener indefinidamente las jornadas de limpieza, sino fomentar hábitos de responsabilidad comunitaria para que cada persona se ocupe del mantenimiento de su entorno inmediato y del manejo adecuado de los residuos.
Actualmente, las jornadas de limpieza reúnen entre 100 y 220 voluntarios, según la ocasión. En ellas participan personas de todas las edades, así como estudiantes de primaria y secundaria, quienes colaboran con sus maestros y familias.
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Propezzi destacó que involucrar a los niños contribuye a sensibilizar también a los adultos, además de fortalecer la educación ambiental en las nuevas generaciones.
Una mayor conciencia en la isla
Daniela Jazmín y Deyanira son parte de ese voluntariado. Las motiva la idea de “mantener limpia nuestra isla y que los turistas tengan una buena impresión”, subrayan.
La mañana del 4 de noviembre se levantaron temprano para limpiar la zona que les asignaron. Iniciaron a las 8 de la mañana y concluyeron al mediodía. Durante ese tiempo barrieron calles y recolectaron basura que alguien dejó en un baldío.
Lo que se recicla lo depositan en bolsas color verde, lo que no es valorizable va en bolsas naranja.
Lo reciclable se lleva a la plaza principal, en el centro de la isla, donde los residuos se subdividen en PET, aluminio, cartón y vidrio. Bepensa y Ecoce lo llevan al centro de transferencia de PetStar.
“Ahí se compacta el PET y cuando tienen varias pacas salen de la isla para llevárselas a la planta de Umán, en Yucatán. De ahí se va a Toluca para darle el proceso adecuado y poder transformarlo en un nuevo PET”, detalla Eduardo Pacheco.
El impacto positivo de estas acciones lo ven reflejado en que “al principio recogíamos un montón de basura y a veces no nos daba la hora [para acabar], pero ahorita se recoge menos”, explica Daniela.
Precisa que desde los hogares ya se fomenta la separación de basura.
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Deyanira Martínez nació en Holbox. Es hotelera, opera un hostal de 30 habitaciones y reconoce el problema de los residuos sólidos para la isla, que cuenta con un pequeño basurero que colapsó hace años. Participó en la jornada del 4 de noviembre y resalta el cambio de los barridos masivos.
“Al menos los días que son los barridos masivos las calles se ven más limpias. La gente que tiene negocios empieza ya a preocuparse por el aspecto, la apariencia. Nosotros tenemos los botes de basura bien seleccionados y se les explica [a los huéspedes] al momento de hacer el check in (…) que tienen que poner ‘su granito de arena’”, manifiesta.
Comerciantes se suman
Al modelo se han adherido pequeñas tiendas de autoservicio, como la de Delia Martínez, que colocó afuera de su establecimiento, Punta Mosquito Market, uno de los 15 contenedores de PET que hay en la isla.
“Recibimos a mucho turismo y les hacemos hincapié de que en cada punto de la isla hay ciertos contenedores en donde realmente podemos depositar las botellas para no generar más basura y así cuidar el medio ambiente”, afirma.
En el mismo tenor se encuentra Adalberto Álvarez, a cargo de otro local comercial. El empresario reconoce el impacto positivo para evitar “un desastre en la isla”. También admite que la población no está acostumbrada del todo, pero se busca que tome conciencia.
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Incluso, Propezzi advierte que este modelo de limpieza colectiva se está replicando en la comunidad de Chiquilá, de donde salen los taxis marítimos a Holbox, y se organizó la primera jornada de barrido masivo e impulsa la creación de una estructura similar aplicable ahí.
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