Pachuca, Hidalgo.- Hace más de ocho años, el maltrato de un hombre casi le arrebata la vida a Invictus, un oso negro americano de gran proporción, al que su presunto cuidador en un circo le arrancó tres cuartas partes de la mandíbula. Tras su caso, varias personas se unieron para rescatarlo y rehabilitarlo.
No fue fácil, el daño físico y sicológico que sufrió fue tan grande que se pensó que no sobreviviría. Se le tuvo que mandar hacer una prótesis que sólo podían fabricarle en Suiza. Luego de varias cirugías, sus salvadores rompieron en llanto al ver que después de mucho tiempo y esfuerzo, ese gran omnívoro logró volver a masticar e ingerir sus alimentos por sí mismo.
El arduo trabajo de varios meses inspiró a Erika Ortigoza a juntar los esfuerzos de un equipo de biólogos y veterinarios, cuyo fin es trabajar para regresarles una vida digna —lo más parecida posible a su entorno natural— a los animales salvajes que han sido víctimas de maltrato. Así nació la Fundación Invictus hace ocho años.
Ortigoza es la directora de la asociación y también ha sido exdiputada local y federal, así como exfuncionaria del municipio de Pachuca, pero su vida la ha dedicado a la preservación de la biodiversidad y medio ambiente.
Asegura que su principal objetivo es ser una opción de dignidad para la fauna víctima de la incidencia humana.
“Es un compromiso resarcir un poco el daño y el desequilibrio que como seres humanos nos empeñamos en hacer”, indica.
Con el paso de los años, el trabajo de la fundación ha ido en aumento y, con el apoyo de donaciones, hace año y medio se inauguró en Pachuca el primer hospital de animales salvajes, el cual es único en su tipo en América Latina.
Actualmente, en el centro de salud se encuentran 26 animales que son atendidos de forma médica, alimentaria y sicológica. Los padecimientos más comunes, según refiere Ortigoza, son desnutrición, lesiones, fracturas, mutilaciones y daños sicoconductuales.
Mediante el programa Cambia su Mundo se hace la gestión para el rescate de los animales salvajes en situación de maltrato, abandono o decomiso, labor que se realiza de la mano de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
Una vez en resguardo, explica Ortigoza, el siguiente paso es ganarse la confianza de los animales para alimentarlos y brindarles medicamento, puesto que en ocasiones requieren de cirugías de emergencia.
A lo largo de los ocho años de trabajo de la fundación, se ha rescatado a al menos 137 animales salvajes; 70 han sido grandes felinos.
“Hay veces que quisiéramos que nada de esto les hubiera pasado. Les agradecemos que nos permitan trabajar con ellos, aunque sabemos que nunca vamos a reparar el daño que como humanos les hacemos tanto a ellos como a sus hábitats”, lamenta.
Vida digna
En un recorrido realizado por EL UNIVERSAL, se conoció a una de las pacientes llamada Sharkan, una tigresa de un año y medio.
Su caso tiene conmovido al personal de veterinarios, biólogos y practicantes que labora en el hospital.
La felina fue llevada a Pachuca en muy malas condiciones desde un zoológico en Tijuana. Era usada para que los turistas se tomaran fotos. Sus supuestos cuidadores dijeron desconocer si sufrió una caída o un golpe fuerte.
“Identificamos en ella un problema de hiperparatiroidismo secundario por mala nutrición, tenía una deformación en la cadera derivada de un golpe, por lo que la nueva posición de sus huesos le obstruye un órgano del aparato digestivo”, explica María de la Luz de la Llave, médico veterinario, quien está a cargo del área clínica.
La especialista detalla que la cachorra dejó de comer y el más mínimo movimiento le causaba mucho dolor, lo que la tenía inmóvil y deprimida.
Por casos como el de Sharkan, Ortigoza es firme en rechazar la iniciativa que impulsa la diputada morenista María Eugenia Hernández, en la que pretende derogar el párrafo tercero del artículo 78 de la Ley General de Vida Silvestre —en el que se estipula que queda prohibido el uso de ejemplares de vida silvestre en circos— para permitirlo otra vez.
“Hay historias y expedientes con los que podemos demostrar que los animales decomisados a los circos vivían en condiciones deplorables y tampoco demostraron su legal procedencia; fueron parte del tráfico ilegal”, señala la directora de la fundación.
Ecosistemas en riesgo
Sandra Petrone, bióloga y oficial de conservación del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), advierte que hay una crisis de pérdida de biodiversidad no sólo en México, sino en todo el mundo, ya que los ecosistemas están siendo impactados por las actividades humanas.
Las cifras le dan la razón.
De acuerdo con WWF, México alberga 13% de los mamíferos del planeta y en los últimos 30 años, la mano del hombre incidió en la pérdida de 60% de los animales salvajes de todo el mundo.
En el más reciente informe de la organización, titulado Planeta Vivo, muestra que América Latina ha sufrido la disminución más dramática de vertebrados en el mundo, al registrar 89% de pérdida.
Detalla que las principales amenazas están directamente relacionadas con las actividades humanas, incluida la pérdida y degradación del hábitat y la sobreexplotación de la vida silvestre.
Ante este panorama, Petrone resalta la importancia de que la sociedad entienda el valor que tiene para nuestro bienestar la conservación de la naturaleza, “que no lo veamos como algo aislado, aunque vivamos en la ciudad. Tenemos que transmitir el mensaje de los servicios que la naturaleza nos brinda”, indica.
La bióloga se manifiesta en contra de los retrocesos en la legislación que permitan abrir la puerta para que los animales vuelvan a ser sustraídos de sus hábitats y plantea que, por el contrario, se debe dar prioridad a la lucha por la conservación de la fauna y resaltar el valor de las comunidades indígenas, que son las principales protectoras de los ecosistemas.
Petrone considera que mantener una legislación firme a favor de la conservación permitirá que menos animales sean sustraídos de manera ilegal de sus hábitats, pues esto altera el equilibrio de los ecosistemas y se les arrebata el derecho de vivir al ser despojados de sus instintos naturales.
Eso ocurrió en el caso del oso negro americano Invictus, que a pesar de los esfuerzos de los doctores no vivió por mucho tiempo. Su cuerpo fue donado a la UNAM con fines de investigación y como ejemplo del daño que ocasiona la impertinencia humana.