Piedras Negras.— Especialistas alertan de afectaciones e impactos ambientales a causa de las diferentes barreras que el gobierno de Texas ha colocado en la frontera con México.
En los últimos meses, la administración texana ha instalado alambradas con púas sobre los márgenes del río y, posteriormente, boyas en el río Bravo. Además, previamente se habían levantado vallas metálicas por parte del gobierno estadounidense. A decir de expertos, cualquier impedimento al libre flujo de las especies provoca un impacto.
De acuerdo con el biólogo Carlos Flores Diego, las vallas y el alambre impiden el paso de especies, por lo que la “barrera superficial” deja en aislamiento a las poblaciones.
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Asimismo, señala Javier Valdés, profesor e investigador de la Universidad Tecnológica del Norte de Coahuila (UTNC), detener el libre flujo de animales genera un impacto, pues éstos buscan moverse porque tienen que adaptarse o morir.
El especialista refiere que, al igual que las personas migrantes, cualquier impedimento de migración es un perjuicio para las poblaciones.
“Todas las afectaciones al libre flujo tienen sus consecuencias”.
Por su parte, el biólogo Carlos Flores Diego recalca que las vallas traen problemas y cuestiona cuántas especies de animales, como coyotes o venados, no podrán cruzar. “Quedará una parte de un lado”, dice.
Flores Diego menciona que las cercas de púas tienen varios impactos en los animales, pues son hechas de materiales filosos que pueden causar que especies queden atoradas o mueran por lesiones.
“Es un impacto notorio, porque hay especies que se atoran, se desangran y se mueren. Es una cuestión más drástica y representa ciertos riesgos, y si lo vemos desde el punto de vista de las personas, pues alguien que tropiece o en las noches, son consecuencias fuertes”.
En las últimas semanas, Texas atrajo el reflector por la colocación de una barrera acuática que derivó en controversia, debido a que las boyas se encuentran en territorio mexicano. Previo a ese muro, en algunas áreas se habían instalado contenedores, se construyeron vallas y se pusieron alambradas de púas en los márgenes.
“Son alambres como de campo de concentración”, menciona Ernesto Zambrano, ambientalista e integrante de la asociación Amigos del río San Rodrigo.
Zambrano señala que ya se han visto los cambios y se han acentuado desviaciones sobre el cauce del río en los meses recientes.
El ambientalista menciona que los alambres son un factor de deterioro natural del río porque se le agrega un elemento externo que lo modifica. Igualmente, considera que la colocación de las boyas significó un problema, pues se utilizaron trascabos o maquinaria como la llamada “manos de chango”.
El experto señala que el uso de esas máquinas también puede afectar la morfología del río.
Zambrano refiere que el río tiene vida acuícola y al introducir maquinaria pesada para colocar las boyas ello representa nuevas barreras.
Menciona que en caso de que las boyas tuvieran una red anclada al fondo, eso también impediría el movimiento de especies.
El ambientalista recuerda que el Tratado Internacional de Aguas de 1944 está escrito en un ambiente cordial y constructivo, y habla inclusive de que está prohibida la militarización en las superficies de las aguas. “Se establece que no se pueden poner obstáculos. No debe haber en los márgenes del río fuerzas armadas”, refiere.
Detener el flujo es criminal
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Javier Valdés, profesor e investigador de la UTNC, criticó que no se estén atacando ninguna de las causas por las cuales las personas dejan sus lugares de origen.
De acuerdo con datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés), en julio fueron detenidos 132 mil 652 migrantes por la Patrulla Fronteriza, un incremento de 33% en comparación con el mes de junio.
Según los datos disponibles en la página de la CBP, en el séptimo mes del año cruzaron 62 mil 446 personas acompañadas de una familia, la otra mitad eran adultos solos y más de 10 mil eran menores de edad que no iban con compañía.
“Siempre se han visto las migraciones donde la gente va con niños chiquitos por la carretera y exponiendo la vida por el hambre y la inseguridad. La situación que tienen en sus lugares de origen es gravísima”, lamenta el profesor.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), hasta julio pasado se habían presentado 199 fallecimientos de mexicanos en su intento por cruzar hacia Estados Unidos; de esos casos, 90 ocurrieron en el estado de Texas, donde el gobierno local ha arreciado el levantamiento de barreras como las boyas en el río, las alambradas, vallas y contenedores.