Acapulco.— Las playas de Caleta y Caletilla, en Acapulco, lucen llenas, pero no están en su totalidad. Aún no hay forma de atender a los turistas que hasta antes del impacto de Otis recibían. A cinco meses, los estragos del huracán están presentes.
Miltón Hernández es un prestador de servicios en estas playas. Se mueve de un lado a otro para atraer a los turistas hacia el muelle improvisado de donde salen las lanchas de fondo de cristal hacia La Roqueta.
Hernández busca atraer el mayor número de turistas aunque sabe que no podrán cubrir la demanda.
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“Tenemos que aprovechar que llegó turismo, no estamos como en los mejores tiempos, pero agradecimos que no nos olviden. Los chilangos dicen que Acapulco es su segunda casa y aquí están”, dice.
En el muelle no pueden cumplir con la demanda por una razón: no tienen las embarcaciones suficientes. Ahora cuentan con 10 de las 50 que tenían. Las otras 40 están hundidas o destruidas, no sobrevivieron a los oleajes y vientos del huracán.
Antes de octubre, podían ofrecer hasta 100 viajes, ahora apenas la mitad y a marchas forzadas, con saturaciones, sin darse abasto.
Parado desde un margen de la playa, Hernández lanza un cálculo: la playa está a 60% de su capacidad real, es decir, previo a Otis.
El impacto
La madrugada del pasado 25 de octubre, Otis, un huracán categoría 5, entró a Acapulco y lo destrozó. Casi nada quedó en pie. Casi todo quedó, roto, destruido. Hoteles, restaurantes, comercios, departamentos, casas y, sobre todo, embarcaciones fueron arrasadas por los vientos.
El rastro de Otis en las zonas turísticas se volvió indeleble. Sigue habiendo hoteles destrozados, con escombros, unos cerrados y otros medio abiertos. En los restaurantes es el mismo panorama, unos continúan con techos improvisados.
En muchos hoteles, los trabajos de limpieza y reconstrucción continúan. Se ve a empleados pegando tablas o recogiendo escombros.
Para esta temporada vacacional de Semana Santa, 180 hoteles tuvieron 8 mil 300 habitaciones disponibles, muy lejos de las 19 mil, más una oferta extrahotelera (60 mil más casas, departamentos, condominios) que ofrecía Acapulco. A cinco meses de Otis falta que se rehabilite o reconstruya más de 60% de la infraestructura hotelera y eso no se ve que ocurra pronto.
Sin embargo, el gobierno de Guerrero informó que Acapulco terminó la Semana Santa con un promedio de ocupación de 85% de las 8 mil 300 habitaciones habilitadas.
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En esqueleto la zona Diamante
El hotel principal en la zona Diamante de Acapulco, la que tenía mayor plusvalía, El Princess, está casi abandonado. Las palapas en su área de playas están tiradas, así como quedaron tras Otis. La gigante alberca, igual; no está funcionando y sus edificios están vacíos, aún con las ventanas y techos rotos.
Hasta ahora, los dueños del hotel no han anunciado cuándo reanudarán las actividades.
El Princess está acompañado de muchos condominios, donde los visitantes llegaban para disfrutar los fines de semana o periodos vacacionales. La gran mayoría de los 70 condominios residenciales de esta zona están cerrados.
Siguen con sus estructuras desnudas, con sus ventanas rotas, con sus paredes y techos destrozados. Edificios hechos puro esqueleto.
Por ejemplo, el condominio Playa-mar, de 72 departamentos sólo tres están rehabilitados. Tiene un trabajador de mantenimiento que al mediodía del sábado riega la playa.
“Muy pocos dueños han arreglado, es que a los de aquí no les han dado apoyo”, dice el trabajador.
El condominio Marena no hay ninguno habilitado, el edificio sólo son estructuras, sin paredes, que se puede ver de un lado a otro. El que está pegado igual.
Sin embargo, en la playa Revolcadero, en la zona Diamante, los turistas llegaron, no la llegaron como en otros años, pero llegaron.
Dependencia del turismo
Acapulco tiene una dependencia del turismo. Si no hay turistas no circula dinero. ¿Pero cómo van a llegar más turistas si no hay más hoteles habilitados?
Para activar la economía de Acapulco es necesaria la reconstrucción de los espacios turísticos, como hoteles y restaurantes. Para que eso suceda, calcula el empresario hotelero Jorge Laurel González, podrían pasar hasta tres años. En este momento, asegura, Acapulco está en un proceso de reactivación, la reconstrucción aún no comienza.
“Ahorita estamos en un proceso lógico de reactivación. Es importante que no se confunda reactivación con reconstrucción, porque lo que busca el empresario, la población, empleados, es volver a trabajar y tener actividad que es lo que estamos enfocados”, dice Laurel González.
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Incluso la reactivación, disponer de más habitaciones, se está complicando. Explica que en Acapulco hay escasez de mano de obra, así como de materiales de construcción.
“La población local está preocupada y concentrada en arreglar sus propias viviendas porque hay gente que perdió todo”, resalta.
La reconstrucción no se vislumbra pronto. El empresario calcula tres años para que termine y Acapulco vuelva a ofrecer todo lo que ofrecía hasta antes de Otis.
Y ahí viene otra vez el verdadero problema: ¿de dónde saldrá el dinero para la reconstrucción? Hasta ahora muy pocos saben. ¿De las aseguradoras? Laurel González dice que apenas 19% de las propiedades, incluidos hoteles, se encontraban aseguradas y, en algunos casos, sus seguros no contemplaban una prima por riesgo de huracanes.
Laurel González reprocha que los gobiernos se reúnan con los grandes empresarios, Carlos Slim y Juan Antonio Hernández, e ignoren a los empresarios de Acapulco. Pese a todo, es positivo. En cuanto comiencen las obras de reconstrucción eso dará oxígeno al desarrollo de la actividad económica en Acapulco.