Que las fronteras se abran, que no exista la xenofobia, la violencia y ser felices, son los deseos que los niños migrantes que viven en las calles de Ciudad Juárez, Chihuahua, desean para este 30 de abril.

Valentina, Ana, Osmel, Kerdwin y Keyla se encuentran actualmente varados en la frontera junto con sus papás, pues esperan poder cruzar a Estados Unidos.

A diferencia de los niños que habitan en esta localidad, sus deseos para este Día del Niño no van encaminados a un juguete, una salida familiar o una fiesta, sino a que las condiciones humanitarias para los migrantes cambien en el mundo.

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A su corta edad, logran identificar el problema que viven para tener una mejor calidad de vida, pues salieron de Venezuela y cruzaron la selva, donde aseguran haber visto muchos muertos y sentir miedo de también perder la vida.

“Quiero ser piloto de aviones, para volar sin que existan fronteras”

Osmel Hernández tiene 11 años y junto con sus papás y hermanos dejó Venezuela para llegar a la frontera y cruzar a Estados Unidos. Su familia y él viajaron en camión y tren hasta llegar a Ciudad Juárez.

Para ello, debieron pasar la selva del Tapón del Darién en donde el niño asegura a EL UNIVERSAL que lo que más miedo le dio fue ver a “los muertos”.

“En la selva había personas muertas, eso fue lo que más me sorprendió, me asustó ver a los muertos”, dice con cara de asombro el pequeño.

Él vive actualmente en el campamento improvisado frente a la estancia provisional del Instituto Nacional de Migración (INM), donde asegura que sabe lo que pasa y por qué están ahí.

“Estamos aquí porque la puerta de la frontera está cerrada, las puertas están cerradas”, cuenta alzando la mano y señalando con el dedo el muro fronterizo.

Por eso, él asegura que de grande quisiera ser piloto de avión, porque siempre le ha gustado y ahí no hay fronteras.

“A mí sólo me gustaría que los gobiernos nos ayuden y nos abran las puertas, ese es mi deseo para el Día del Niño y siempre”, expresa el menor.

“Ya no queremos dormir en el piso”

Kerdwin es hermano de Osmel. Tiene 12 años de edad y asegura que lo único que desea es que ya se abra la frontera para no dormir en el piso.

“Nos venimos en el bus pasando la selva. Me dio miedo la selva, había muchos muertos y cuando nos tocaba la noche todo quedaba oscuro y era lo que más daba miedo”, expresa Kerdwin.

Su hogar es ahora una pequeña casa de compaña que comparte con su familia y está pegada a otras más.

Las banquetas de la Presidencia Municipal de Ciudad Juárez se han convertido en su hogar, por lo que al preguntarle sobre cuál es su deseo para este Día del Niño, dice que sólo busca ayuda.

“A los gobiernos, a la gente, les diría que nos ayuden, que nos abran la puerta para pasar, porque ya no queremos dormir más en el piso. Hace mucho frío, hay viento, está muy fuerte. Que nos ayuden a todos”, expresa el menor, quien desea de grande ser abogado, por lo que al llegar a Estados Unidos le gustaría retomar la escuela, la cual dejó por salir de su natal Venezuela.

“Me gustaría ser enfermera y estudiar en Estados Unidos”

Valentina tiene 10 años, viene con su papá y su mamá, quienes también están varados en Ciudad Juárez. La niña, quien vive en la calle, a unos cuantos pasos de la frontera, cuenta que le dio miedo el tren, pues fue la forma en la que sus papás decidieron llegar hasta Ciudad Juárez.

Aunque desconoce a ciencia cierta qué es lo que pasa en la frontera y por qué viven en la calle, asegura que le gustaría ya estar en Estados Unidos para ir a la escuela y algún día, ya de grande, ser enfermera. “En Venezuela iba a pasar para quinto grado, lo que más me gustaba era estudiar las matemáticas. De grande yo quisiera ser enfermera o doctora”.

Ana desea ser cantante y retomar sus estudios en Estados Unidos

Ana tiene 14 años, y desde hace cuatro meses vive en las calles de Ciudad Juárez.

La menor, quien es originaria de Venezuela, dice que lo más difícil de ser migrante ha sido la travesía por México, donde cuenta que le ha tocado ver cómo la migración los agrede y los ataca.

“La migración hace que se pierda mucho dinero. Nos quitan dinero y nos devuelven. Eso ha sido lo más difícil”, expresa Ana.

Ella, junto con su padre, vive desde el 28 de marzo frente al INM, ya que en solidaridad con lo que ocurrió decidieron acampar en las banquetas del lugar.

Ana dice que en este 30 de abril, fecha en que se conmemora el Día del Niño en México, ella y los niños que están en el campamento pedirán a las autoridades que los respeten más.

“Somos seres humanos, yo les pediría que nos respeten más. A la gente le diría que se porten mejor, nosotros a veces salimos [del campamento] y la gente tiene mucha xenofobia, no nos quieren y eso se siente mal”, agrega.

Ella cuenta que, junto con su papá, desea cruzar a Estados Unidos y llegar con su otra familia que ya está viviendo allá, para así poder estudiar y en el caso de ella algún día ser cantante.

“A mí de grande me gustaría ser cantante, es mi sueño. En Venezuela estuve hasta sexto grado de primaria, tengo dos años fuera de la escuela. Me gustaría mucho estudiar, aprender idiomas y tener una nueva vida, cambiar de vida porque estar aquí es difícil”.

A Keyla sólo le gustaría jugar y ser feliz

Keyla tiene cinco años y a diferencia de los demás niños migrantes entrevistados, desconoce cuál es el motivo de estar en Ciudad Juárez; sin embargo, indica que quiere jugar en una casa grande y ya no en la calle.

La niña, quien ahora juega en las banquetas de la Presidencia Municipal, asegura que le gustaría tener muchos juguetes y ser feliz.

En México, este domingo se conmemora el Día del Niño, el cual se celebra desde 1924.

Actualmente se desconoce el número de menores migrantes que pasarán esta fecha en el país y en Ciudad Juárez, luchando junto con sus padres por llegar a Estados Unidos, pues no existen cifras oficiales que establezcan cuántos migrantes llegan y están varados en esta localidad.

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