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Paloma Bravo García, originaria del municipio de Zaragoza se convirtió en presidenta municipal de esta demarcación en el 2018 con apenas 30 años de edad, al asumir la alcaldía se enfrentó a lo que define como uno de los episodios más difíciles de su vida, donde le costó entender que estaba siendo víctima de violencia política normalizada incluso por las instituciones y entes gubernamentales que le sugerían “tener piel de cocodrilo” y aguantar las amenazas de muerte.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Bravo García recuerda que ser joven y mujer fueron factores que detonaron la violencia que vivió por meses, pues un grupo entre trabajadores y regidores al enfrentarse a que no “obedecía” o acataba sus exigencias, desataron el conflicto que cada vez se tornó más violento.
¿Cuál fue el origen del conflicto, qué fue lo que detonó la violencia y persecución que marcó tu administración?
Al llegar a la presidencia yo me fui dando cuenta que ellos (un grupo de 5 trabajadores encabezados por el regidor Rafael Cárdenas Govea) al ver que soy mujer, querían y creían que yo tenía que hacer lo que ellos decían a pesar de que yo era la presidenta, aumentos de salarios o no entregar ciertas posiciones que ellos exigían.
…El problema fue escalando cuando uno de estos trabajadores cobró unas cuotas de un forraje y no lo depósito, no lo entregó al municipio, cuando yo me doy cuenta de eso y pido las cuentas explotó el problema, y de ahí se agruparon e hicieron un plan para querer quitarme de la presidencia. Paloma Bravo narra que fueron alrededor de 4 meses, desde julio hasta noviembre, que recuerda con el sentimiento de angustia, “como una película de terror” porque la violencia siempre fue en ascenso.
Primero empezaron con descalificaciones, después fue escalando a agresiones verbales, hasta llegar a violencia física y amenazas de muerte.
¿Cómo fue escalando la violencia?
Recuerdo una reunión donde llegaron muy agresivos, estaban dos personas muy violentas, después tomaron una carretera y el conflicto entonces se convirtió estatal, encerraron también a los policías municipales, estuvieron privados de su libertad por varias horas y ya fue cuando decidieron ahora cerrar las puertas de palacio de gobierno, tomarlo y ya no dejar entrar ni salir a nadie.
La gente no entendía que estaba pasando, ellos lo que buscaban era presionar para que yo renunciara y el regidor (Rafel Cárdenas) iniciador del movimiento quedarse con la presidencia y así gobernar ellos.
Lo primero fue no dejarnos pasar al palacio, pero siempre era con las mujeres, a las trabajadoras y directoras nos apedreaban, hubo una que le fracturaron los dedos de las manos por las pedradas, nos hueveaban, a los hombres no, nunca.
El padre nos prestó la notaría de la iglesia para poder seguir recibiendo a la gente, y por las agresiones físicas y las persecuciones tuvimos que irnos también de ahí y nos fuimos a instalar oficinas a mi casa, para realizar todos los trámites y servicios, pese a toda la violencia los servicios nunca los detuvimos.
¿Tuviste amenazas directas, de muerte?
Tuvimos amenazas fuertes, hubo una particularmente, me marcaron a las 2 de la mañana que iban por mí a mi casa, y yo le dije a las personas que me acompañaban y que estaban conmigo, -prepárense porque parece que vienen para acá- y nos subimos a la azotea para ver si venían camionetas o algo, yo en ese punto ya tenía seguridad, y estuvimos toda la noche, la pasamos con miedo en el techo esperando el momento en que llegaran por nosotros.
¿Pensaste que ibas a morir?
Sí, llegué a temer por mi vida y por la vida de la gente que me estaba apoyando, mi admiración por todas mis compañeras porque también su vida corría peligro y nunca me dejaron. Yo decía no puedo irme, no puedo renunciar, me encomendaba a Dios y decía tenemos que salir adelante
La omisión y normalización de la violencia desde las instituciones
Transcurrieron así los primeros dos meses, el ayuntamiento operaba desde la casa de Paloma Bravo, pues el palacio seguía tomado por el mismo grupo que montaba guardias, el gobierno estatal encabezado en ese entonces por Juan Manuel Carreras permaneció sin intervenir y pese a las agresiones que no cesaron, la respuesta tanto del gobernador como del entonces secretario de gobierno, Alejandro Leal, fue la misma, “tener piel de cocodrilo” y “aguantar”.
¿Cuál fue la respuesta del gobierno ante el conflicto que ya había escalado a la violencia?
Desde gobierno la respuesta fue que era una cuestión política y que se tenía que resolver políticamente a pesar de las agresiones que escalaban ya a lo físico y todo lo que estábamos viviendo.
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¿Le pediste ayuda al gobernador, le dijiste que temías por tu vida?
Les exprese que temía por la vida de la gente, por mi vida y la vida de las trabajadoras porque el equipo fue bien valiente, nunca dejaron de trabajar a pesar de todo lo que estábamos viviendo. Solo me decían -tienes que hacer concha, piel de cocodrilo, debes de hacerte más dura, así es la política-, pero yo me preguntaba, están amenazando mi vida, y eso me llevo a tomar acción.
El mismo gobierno me pidió no dar tampoco entrevistas, no hacerlo público para no hacerlos enojar más (a los agresores).
“Reconocer la violencia y tomar acción me salvó la vida”
Después de cuatro meses de vivir entre las amenazas, agresiones y persecución, Paloma Bravo tras un encuentro con ONU Mujeres, reconoció la violencia que estaba sufriendo y que además de que su derecho a ejercer el cargo por el que fue electa estaba siendo mermado, también los derechos de la población a acceder a un gobierno digno y funcional estaba siendo afectado.
¿Cómo fue el proceso de reconocerte como víctima y visibilizar que la violencia política en razón de género sí existe?
Recuerdo que, ellas me dijeron ¿no te das cuenta que lo que estás viviendo se llama violencia política en razón de género?, y, sentí como un balde de agua fría y hasta ese momento entendí que estaba siendo víctima, si no hubiera sido por ellas y los abogados, yo no sé que hubiera sido de mí, no sé si seguiría viva porque al mismo tiempo hubo otro caso similar, en Jamapa Veracruz, la alcaldesa Florisel Ríos, le paso lo mismo que a mí, era la misma historia que a mí, y fue un acoso interminable con ella hasta que un día entran por ella a su casa y la mataron, y ahí es donde vi como pudo terminar mi historia, y fue una muerte que sentí tanto.
Cuando yo decidí tomar acción legal las agresiones comenzaron a disminuir, pero conocí el origen del conflicto, una persona, un empresario reconocido en San Luis me buscó, y él mismo me dijo que él estaba pagando, tenía nómina para que estuvieran ahí en el palacio, y me pedía a cambio que lo dejara que él nombrara al director de la policía municipal de ahí. Pero yo pensé una policía arrodillada, jamás.
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Inédita declaratoria de medidas de protección por violencia política en razón de género
En noviembre del 2019 el Tribunal Electoral del Estado de San Luis Potosí acreditó la existencia de violencia política en razón de género contra Paloma Bravo García, como presidenta municipal de Villa de Zaragoza. Tras la resolución se ordenó la protección de su vida, seguridad e integridad de su familia y colaboradores.
Posteriormente, en marzo del 2020 el Secretariado Ejecutivo Electoral Local consideró que las amenazas habían cesado y pidió a la alcaldesa un desahogo de argumentos para determinar si se mantenían las medidas de protección.
Finalmente en junio del mismo año, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación determinó que Bravo Gracia fue revictimizada por el Secretariado local, por lo que se ratificaron las medidas cautelares y el Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana (CEEPAC), acreditó que existieron actos constitutivos de violencia política en razón de género, en contra de la presidenta municipal de Villa de Zaragoza San Luis Potosí, Paloma Bravo García por parte de quienes también fueron removidos: Rafael Cárdenas Govea, José Alberto Sánchez Flores, David Alejandro Arroyos Ruiz, José Refugio Santana Ruiz y José Luis Loredo Martínez.
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