Los transeúntes que caminaban afuera de Antonio Caso 48, en la colonia Tabacalera, veían un inmueble cada vez en peor estado: la marquesina del Teatro de la República permaneció apagada durante cinco años, la humedad carcomía el techo, la vieja butaquería se empolvaba y la alfombra de la sala lucía descolorida.
“Quería un espacio donde pueda trabajar y además generar empleos, porque de un teatro dependen muchas fuentes de trabajo”: Miguel Alonso, Productor y empresario.
Es el destino que han tenido muchos teatros en la Ciudad de México, que alguna vez albergaron grandes obras y públicos, y que hoy están en ruinas. No ayudó además la crisis por la pandemia, que, según Samuel Sosa, presidente del Colegio de Productores de Teatro de la Ciudad de México, podría tomar a esa industria hasta 10 años para su recuperación. Fue un golpe fatal para estos recintos, que ya habían sucumbido ante la poca asistencia del público.
El Teatro de la República estaba abandonado, como lo están otros como el Orfeón, el Venustiano Carranza, el Blanquita, el Fru Fru, el Ferrocarrilero, el Manolo Fábregas, el Moliere y el cine Ópera.
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Ve éxito y otros, fracaso
Adquirir un teatro, remodelarlo y ponerlo a funcionar en estos tiempos es un reto que pocos empresarios asumen. Alonso cree que la clave está en pensar diferente: en parte la gente dejó de ir a teatros por sus altos costos en recintos decaídos, enfocados más en recuperar dinero con obras escolares que enfocándose en la experiencia del espectador.
“Te da mucha tranquilidad el poder saber que es tu espacio, que se ve bien. Dentro de todo lo incierta que puede ser esta carrera, saber que el día de mañana tú decides qué es lo que vas hacer para generar trabajo, para ti y para toda tu compañía es un aliciente”, dice Alonso.
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“Dije sí lo voy hacer porque además vivimos para hacer teatro y tengo muchos años haciéndolo, por eso quería un espacio donde pueda trabajar y además generar empleos, porque de un teatro dependen muchas fuentes de trabajo directas e indirectas. Es un ganar, ganar. Hay que apostar a la calidad”.
Un lugar para disfrutar
Durante un año realizó una remodelación profunda: la mecánica teatral fue totalmente renovada, se implementó un tapanco para colocar la escenografía de varias producciones, la iluminación se modernizó. aunque sigue siendo clásica, lo mismo que el audio, se cambió la butaquería y el circuito eléctrico. Se pintó la sala y remozaron los camerinos.
“El reto es que se ponga de nuevo en el mapa, porque es bonito que se tenga un teatro, se remodele, se tenga una cartelera muy variada, pero si las personas no se enteran o no ubican que está aquí otra vez el espacio, no pasará nada, ojalá se corra la voz y empiece a ser un lugar frecuentado, que genere su propio público”.
162 teatros hay en la Ciudad de México, según datos del Sistema de Información Cultural.
Hasta el momento ha funcionado: la cartelera está cubierta hasta abril próximo, pero está consciente que hacer teatro siempre es un riesgo financiero, más al reabrir un espacio como éste cuando la industria pasa por la peor crisis de su historia. Falta que el público llegue y contraste el espacio con otros.