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“Yo no me suicido por amor”, escribió la cantautora chilena Violeta Parra, en una carta a su hermano Nicanor, preocupado por el estado de ánimo de ella, quien ya había protagonizado algunos intentos de ello.
Era la segunda mitad de la década de los 60 y la artista acababa de grabar Las últimas composiciones, considerado como un álbum que mostraba su madurez y sensibilidad musical tras décadas de carrera.
El álbum lanzado comercialmente en 1966 incluía “Gracias a la vida”, una de las canciones más grabadas en el orbe por gente como Mercedes Sosa y Raphael; “El rin del angelito” y “Cantores que reflexionan”.
En febrero de 1967, de un tiro en la cabeza, Violeta Parra se quitó la existencia.
Poco más de medio siglo después, su nieto Ángel Parra Orrego se propuso reinterpretar dicho disco de su abuela, echando mano de su hermana y padre, así como diferentes músicos y cantantes, para lograrlo.
La productora Paloma Sánchez y el realizador Rodrigo Avilés dieron seguimiento al proceso creativo y de pronto se dieron cuenta que eso era más que una reunión de talento.
Comenzaron a preparar lo que sería un documental titiulado Violeta existe, que tuvo una función especial en el pasado Festival Internacional de Cine en Guadalajara, tras haber permanecido dos meses en salas comerciales del país andino.
“Fuimos desarrollando una investigación por el disco original y nos dimos cuenta que estábamos metidos en algo profundo e interesante, estábamos envioletados”, comenta Avilés.
“Más que un documental biográfico, el pretexto son las regrabaciones de las canciones que grabó meses antes de suicidarse en un disco que fue confiscado durante la dictadura y vendido a un privado que hasta ahora sigue teniendo los derechos, es el dueño”, agrega.
Violeta existe contó siempre con el apoyo de la familia, entendiendo que sería un proyecto en el cual no se vería caer a alguien del escenario o lo que alguien hizo en un camerino.
“Se ve todo el proceso interno y externo de sus nietos y que a través de la obra se va contando una historia más orgánica y universal que es una familia encontrándose”, considera Sánchez.
“Ellos fueron partícipes del proceso de la película, si bien no lo hicieron en términos editoriales. Rodrigo siempre se acercó de manera respetuosa”, añade.
La productora señala que ahora se arma el recorrido que tendrá el documental por América Latina, contemplando en lo posible circuitos populares y accesibles para el público.
“México es como el punto cardinal. Por eso seguimos confiados en encontrar un proyecto local que nos lleve y compartamos ese camino”, expresa.
Paloma Sánchez
Productora
“Se va contando una historia más orgánica y universal, que es una familia encontrándose”
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