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Por años, la televisión mexicana estuvo dominada por las telenovelas y desde su creación, Televisión Azteca no quería dejar ese mercado. Eso hizo que en 1994 la empresa de Ricardo Salinas Pliego, a sólo un año de comenzar transmisiones, se aliara con Epigmenio Ibarra para crear melodramas y con ello tener sus primeros éxitos.
“Con la llegada de Azteca se abría por primera vez la posibilidad de desbaratar la hegemonía de televisa en México y abrirle al público una opción distinta de contar otra versión de los hechos, de trastocar esa mentalidad y esa forma de educar a los mexicanos con María la del Barrio”, dice Ibarra.
Para el productor, parte del éxito de la primera etapa de los melodramas del Ajusco fue la propuesta arriesgada de sus contenidos, que se alejaban de lo que se veía en la televisión tradicional.
“Ricardo Salinas tuvo la visión y el coraje de abrirnos un espacio. Surgieron otro tipo de telenovelas que mezclan la ficción y la realidad. Nada personal la noche anterior en ese horario tenía un punto de rating y en su estreno la telenovela alcanzó 16 puntos de rating”.
Así, los primeros años Azteca rompieron esquemas con títulos como Nada personal, El candidato y Demasiado corazón. La mancuerna también trajo La vida en el espejo y Mirada de mujer.
“Mirada de mujer derrotó por primera vez en la historia a Televisa en el horario estelar, más tarde, La vida en el espejo y Todo por amor trascendieron las páginas de farándula y fueron a dar a páginas culturales y políticas de los diarios porque no hablaban del melodrama típico mexicano, abordaban temas que tenían que ver con lo que se vivía en el país. Se hacían de la mano de cineastas y escritores que respetaban a la audiencia y que le entregaban un producto al que no estaba acostumbrado el televidente”.
Después de tener una dupla exitosa, el equipo Argos/Azteca desapareció entrando el nuevo milenio. Ibarra dice que los productos y las necesidades de Azteca comenzaron a ser distintos a los que ellos buscaban hacer.
“Azteca perdió el impulso y ese compromiso con la calidad. Empezó a jugar el juego de Televisa y pasamos del monopolio al duopolio. La esencia innovadora y de transformación se despulió”.
Pese a ello, Epigmenio recuerda aquellos primeros años de Azteca Novelas como luminosos.
“Era síntoma del cambio que vivía el país, fue también acelerador del cambio y eso propició la transición que hubo en el país”.