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aridiana.banos@eluniversal.com.mx
“Nosotros no nos queremos escapar porque ya somos libres, las cargas no se olvidan pero se llevan sin darnos en la madre, porque Dios está en nuestro interior. Un señor dice: ‘van a salir un montón de presos’, casi diciéndole a la gente y tengan preparada su pistola en lugar de que diga: ‘apóyenlos, porque aquí está la muestra’”, expresó Juan Luis Hernández Domínguez señalando a sus compañeros de la Compañía de Teatro Penitenciario, quienes acababan de realizar la representación de la obra Esperando a Godot ante el público del Foro Shakespeare, por primera vez fuera de las paredes del Penal de Santa Martha Acatitla.
La tarde de este viernes parecía como cualquier otra en este foro ubicado en la calle de Zamora: filas de gente esperando el acceso a la sala, otras en la cafetería platicando e incluso vendedores callejeros ofreciendo sus productos, excepto por la presencia de elementos de la Unidad de Reacción Inmediata.
Eran alrededor de las 18:45 horas cuando la cotidianeidad del Shakespeare se rompió por la llegada de un vehículo blindado que iba fuertemente custodiado por cuatro camionetas que transportaban a los elementos de esta unidad. Rápidamente bajaron de sus unidades y formaron una valla que acordonó el recinto, de la camioneta blindada llamada Tiburón descendieron esposados de pies y manos Juan Antonio Santillán Téllez, José Luis Padilla Hernández, Juan Luis Hernández Domínguez, Fidel Gómez Pérez y José Francisco García Ortiz, internos del Penal de Santa Martha Acatitla y miembros de la Compañía de Teatro Penitenciario.
De inmediato ingresaron al Foro Shakespeare y fueron directo a camerinos, mientras tanto los elementos policiales se apostaron en la acera de enfrente del foro y a los costados. A los pocos minutos dieron tercera llamada y la función comenzó.
En el centro del escenario se levantó un sauce llorón hecho de tubos de pet, argollas y estopa, alrededor del cual se desarrolló la historia escrita por Samuel Beckett, en la cual dos hombres tienen una larga espera por alguien llamado Godot, quien representa el todo y la nada, mientras se va revelando el encierro mental que sufren ellos.
“Queremos demostrar que el teatro penitenciario es como cualquier teatro, simplemente lo que nos hace diferentes son cuatro bardas. No cualquiera tiene el privilegio de salir de la cárcel, venir a la Condesa y regresarse, eso es lo bonito que te da el teatro. Una experiencia como esta no tiene precio, ver a los compañeros en el camerino cambiándose y ensayando previo a la función, la fila llena hasta la esquina, eso no tienes cómo pagarlo”, dijo Javier Cruz, coordinador de la Compañía de Teatro Penitenciario y miembro externo de ésta.
Para Javier, el que haya llegado este proyecto teatral a Santa Martha Acatitla, encabezado por Itari Marta y el Centro Cultural El 77; cuando él se encontraba privado de su libertad en este lugar, significó un cambio radical de vida.
“Me drogaba mucho, no me importaban las consecuencias de mis actos, hoy voy hacer algo y lo pienso más de dos veces, ya no delinco y si lo hago es en escenario, soy más responsable, no me drogo y me gusta actuar”.
Durante hora y media estos cinco hombres mostraron el resultado del trabajo que durante nueve años han realizado con Itari, logrando una actuación convincente y que los llevó al final a recibir el aplauso del público, que estaba de pie. Todo esto sucedió bajo la mirada de varios elementos de la Unidad de Reacción Inmediata, apostados en puntos clave del interior del Foro Shakespeare.
Esta noche estos cinco artistas no sólo tuvieron la oportunidad de actuar en un escenario profesional, sino también de ver y abrazar a sus familiares que estaban entre el público, como sucedió con José Luis, quien tenía mucho tiempo de no ver a su madre y esta vez pudo hasta abrazarla y llorar con ella.
Mientras Itari Marta representando al Foro Shakespeare, José Carlos Balaguer de El 77, y Hazael Ruiz subsecretario del Sistema Penitenciario Capitalino, firmaban un convenio para extender dos años más este programa y que la Compañía de Teatro Penitenciario fuera una opción de trabajo remunerado, Juan, José, Fidel, Luis y Francisco volvían a su realidad.
Terminada la función y después de responder siete preguntas del público, estos cinco hombres se despojaron de sus personajes y volvieron a ser internos del penal, por lo que nuevamente fueron esposados, sacados del foro con custodios y el rostro agachado, para subir al transporte blindado y salir rápidamente rumbo a Santa Martha Acatitla, donde se encuentran privados de su libertad física, porque la espiritual y mental la disfrutan gracias al escenario.