Para Mariana Garza la clave para evitar que su hija María viva lo que muchas actrices han vivido y han dado a conocer en los últimos meses, como el acoso, la violación o el abuso por parte de productores o directores, es la cercanía que tanto ella como su esposo Pablo Perroni deben tener con su heredera.
“Estamos muy lejos de eso, primero porque estamos muy cerca de ella, hay mucha comunicación, la cuidamos, sabemos con quién está trabajando, además su papá y yo llevamos trabajando toda la vida en esto, María sabe que es muy importante cuidarse y respetar, y estar muy pendiente de que la respeten”, declaró Garza.
La también directora del Teatro Milán señaló que tal vez ha ayudado el hecho de que sean compañías inglesas y norteamericanas con las que María ha presentado pruebas, porque así se evita cualquier tipo de favoritismo o que traten de abusar de la confianza que la pequeña pueda tener para llevarla hacía otra clase de situación.
A sus escasos nueve años María Perroni ha comenzado a figurar en grandes montajes como los musicales Annie y Billy Elliot , y actualmente Los Miserables, donde da vida a Cosette y Eponine, lo que ha equivalido a largas horas de ensayo, trabajar fines de semana y llevar mucha disciplina.
“Es cansadísimo, pero ella quiero hacerlo, está muy contenta y comprometida, María está convencida de que es esto lo que quiere hacer. Nosotros no la obligamos, simplemente la apoyamos, sostenemos y guiamos en la medida de lo posible, estamos muy orgullosos de que cada uno de los personajes que ha hecho hasta ahorita se lo ha ganado con su talento, porque la han audicionado equipos extranjeros y la escogen por el trabajo que ella hace”, declaró Mariana Garza.
Pablo Perroni explicó que su hija sólo tenía dos caminos, odiar o amar el teatro, porque ella desde que nació ha estado cerca de los escenarios, pero por fortuna María a sus nueve años ha comenzado a forjarse un nombre en este ámbito, sin que los apellidos que lleva influyan en ello.
La integrante de Timbiriche señaló que a diferencia de su carrera, la cual inició para ella como un juego, para su hija es algo muy serio porque está consciente de que la gente paga por ver su trabajo y que hay escenarios que muchos sólo sueñan con pisar, como el Teatro Insurgentes, donde ella ya ha estado.
“Agradezco que María ha tenido que audicionar para cada proyecto, eso es una gran escuela, porque sabe bien que tiene que luchar por un personaje, que no todas las obras son para todos, que no se queda sólo por su linda cara, sino que se lo tiene que ganar y para eso hay que trabajar, este nivel de exigencia yo lo conocí en la adolescencia cuando salí de Timbiriche”, dijo Mariana.
Pese a que aún es una niña, María se ha convertido en una artista muy exigente según comparte su padre, que aseguró que ha llegado a ensayar hasta altas horas de la madrugada con tal de montar una una coreografía perfecta, como sucedió en Billy Elliot. Pero esta dinámica no ha afectado su formación académica, debido a que sigue el sistema de escuela en casa desde el segundo año de primaria, acompañada de un tutor.