
Con cerca de 120 millones de visualizaciones en todo el mundo, contabilizadas en su mes de estreno, la serie Adolescencia sobre un chico acusado de asesinar a una compañera que lo desairaba y bulleaba, se ha vuelto un fenómeno.
En redes sociales, profesionales de salud mental han gastado horas de video y golpes en el teclado tratando de ayudar al público a una mejor comprensión de lo que ve en pantalla, como el miedo del adolescente cuando un comando policiaco llega por él a su recámara, pasando por su arrogancia ante una psicóloga, la violencia virtual que sufría en la escuela y el dolor de sus padres al no creer lo señalado por las autoridades.
Pero la serie lanzada el 13 de marzo en la plataforma Netflix no es pionera.
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Viene a engrosar un camino que anteriormente han recorrido producciones como 13 reasons why y Sex education (ambas con cuatro temporadas), la cuales en su momento también cimbraron al público joven.
Paulina Sánchez, psicóloga especializada en infancia y adolescencia, aplaude la realización de historias alusivas, pero advierte el riesgo de romantización o caricaturización en que pueden caer, si no están respaldadas por una investigación y asesoría profesional.
“La adolescencia es una etapa muy compleja de explicar y entender, lo cual es curioso, porque todos pasamos por ahí, pero al parecer cuando llegamos a ser adultos, a todos se nos olvida”, dice Sánchez
Y tiene razón porque en 2017, con el boom de 13 reasons why, sobre una chica que a causa de un abuso sexual se quita la vida y deja grabaciones para explicar lo que la llevó a esa decisión, el Center on Media and Human Development de la Universidad de Northwestern realizó una investigación de impacto en cuyos resultados más de la mitad de padres, aunque agradecían el tema, solicitaban mayor información profesional.
Netflix, motivado por el reporte, destinó más recursos para sustentar el sitio 13ReasonsWhy.Info con datos sobre profesionales en salud mental en distintos países, a quienes podría recurrir el espectador.
Para Sánchez, la serie Adolescencia fue cuidada íntegramente y, aunque cruda y llevada al extremo (por el caso de homicidio), muestra las dinámicas reales, como el episodio en que el chico sostiene una plática con una psicóloga a la que muestra su lado violento.

¿Pero y las otras dos?
“Sex education es muy buena, aunque sí está levemente caricaturizada, y se entiende, porque hay sarcasmo. Pero la premisa está bien, en esa etapa los chicos tienen un gran interés en explorar. Aquí el personaje tiene una mamá que es sexóloga y (él) da consejos a todos, ayuda, lo que este chico busca, que a veces ni habla de sexualidad, es justo conectar con sus compañeros; en esa etapa uno busca acompañamiento”, considera.
“Y 13 reasons why si es un poco más preocupante, porque llega a romantizar un poco el tema del bullying y el suicidio, que es lo más delicado. Pone toda la historia hasta como de medio venganza y podría parecer dulce de cómo va con cada quien (por medio de unos casetes, que deja tras su muerte), explicando sus razones. Los jóvenes podrían romantizar todo esto”, recalca Paulina Sánchez.
Aketzali Luna, psicóloga social por parte de la UNAM, valora la producción de estas historias porque la adolescencia es un sector de la población que suele ser visto con una perspectiva de negativa o de rechazo y, por lo tanto, sus experiencias son generalmente deslegitimadas o minimizadas.

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Las tres producciones refuerzan el enfoque de la adolescencia como un periodo vulnerable, pero fundamental para la formación del yo.
La profesional encuentra que la sexualidad es un tema común en las tres producciones, aunque desde distintas ópticas. Esto es parte de la presión normativa que se ejerce sobre las adolescencias, señala Luna, algunas veces autoimpuesta, para hipersexualizarse como un símbolo de validación, popularidad o pertenencia.
“Estos productos funcionan como espejos o guías que orientan sobre qué es aceptado o rechazado en una determinada sociedad, entendiéndolo como un contexto cultural y temporal específico. Por tanto, aunque estas series pueden funcionar como críticas de las realidades que representan, también pueden reforzar las mismas normas que aparentan cuestionar. Este fenómeno ocurre constantemente con otros productos culturales como la música, el cine y la moda”, destaca la especialista.

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