El roquero Sergio Arau, exfundador de Botellita de Jerez y quien durante su juventud en los 70s sufrió la censura musical desde el gobierno presidencial de Luis Echeverría Álvarez, considera una mala decisión el que autoridades prohíban la .

Desde el mes pasado gobiernos estatales como el de Michoacán y ciudades como Acapulco y Aguascalientes los han prohibido en eventos masivos e incluso transportes públicos, por ser apología de la violencia.

“Lo que siento, honestamente, es que si lo reprimes va a ser peor. O sea, el canto político cuando Pinochet (Augusto, en Chile), hasta con más ganas ¿no?. O sea, no puedes reprimir la manifestación artística”, apunta.

El intérprete de “Alármala de tos” no ve paralelismo de censura con lo que su generación padeció, pues en aquél momento era orden presidencial y ahora son gobiernos locales.

“Para empezar es un tipo específico de música y no es el gobierno el que está reprimiendo así. Ahí fue Echeverría (el presidente) el que dio la orden”, expresa.

Recuerda que hace más de cinco décadas la policía tenía la facultad de detener dicha música en donde fuera.

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“La represión que hubo después de Avándaro fue más o menos así: a veces estabas ensayando en tu casa quedito y llegaba la tira a callarte y por eso surgieron los hoyos funkys alrededor de la ciudad porque aquí no te dejaban. Y sacaron al rock de todos , cerraron los cafés cantantes y no había dónde tocar. Cuando hice a Botellita, la verdad es que era para tocar para nosotros, nunca pensé que fuéramos a salir a estar tocando de tiempo completo”, abunda.

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Con exposición

Arau asistió a un recorrido por la exposición Inteligencia Artesanal en Casa Milán de la Ciudad de México, que permanecerá por dos meses en el sitio.

Está conformada por cuadros pintados por el exbotello; guitarras utilizadas en conciertos y chamarras personales, destacando una que le pintó a su hija Tihui y la que él mismo portó en Avándaro.

El mítico Avándaro fue un concierto roquero efectuado entre el 11 y 12 de septiembre de 1971, tan sólo tres meses después del llamado Halconazo en el que se reprimió una marcha en el Casco de Santo Tomás. El reporte oficial, que provocó se censurara toda tocada del género musical, marca que hubo varios borrachos e intoxicados, una amenaza de aborto y muchos piquetes de mosquitos.

“No estoy en el programa oficial (del concierto), eran grupos que habían grabado un disco, algo que era muy difícil antes, entonces estaban Peace & Love, los Dugs Dugs y yo llegué como público y para entretenernos nos daban clases de yoga, de teatro y de repente dijeron que si teníamos una banda, nos apuntáramos”, narra.

“Yo iba con mi hermano Fernando, nos inscribimos y tocamos el día anterior a las 12 de la noche, y supongo que tocamos más o menos bien, porque todas las crónicas nos mencionan. La verdad es que en ese entonces yo tocaba para 100 gentes y de pronto tener a 250 mil gentes entré en shock”, recuerda entre risas.

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