Por las últimas tres décadas, Sasha Montenegro prefirió dejar de lado invitaciones del cine mexicano, luego de que en los 70 y 80 fuera uno de los rostros más vistos en la pantalla grande.
Fue chica prácticamente empoderada en varias cintas del género de luchadores como “Santo contra los asesinos de otros mundos”, “Santo y Blue Demon contra el doctor Frankenstein” y “Los vampiros de Coyoacán”.
Pero también integró el cine donde el cuerpo femenino era mostrado como un arma publicitaria, aunque ahora algunas de ellas son consideradas de culto como “El sexo me da risa”, “La pulquería” y “Blanca Nieves y sus siete amantes”.
Eso sí, también tuvo la oportunidad de participar en cintas autorales que buscaban otro tipo de público, siendo el caso de “Peregrina”, sobre Felipe Carrillo Puerto y “Llámenme Mike”, acerca de la corrupción policiaca.
Pero después se cansó. O al menos, dijo durante una visita a Mórbido, festival de cine de género, donde su hija tuvo una exhibición, los guiones que le ofrecían ya no le gustaban.
“Ya llevo tantos años fuera de esto que cuesta arrancar de nueva cuenta y no tengo el gusanito para actuar. Cuando me encuentro a gente del medio, siento bonito; de mi época como actriz tengo recuerdos maravillosos y muy agradables para mí porque el cine es mágico, pero uno ya tomó otro camino en la vida”, dijo en 2011.
Esa vez causó sensación en el certamen porque pocas veces hacía apariciones públicas. Apenas y atendió a la prensa porque no dejaba quitarle atención mediática a su hija y se limitaba a sonreír para fotos y atender algunos cuestionamientos.
¿Por qué Sasha ya no regresó al cine?
Estaba convencida que el cine nacional del nuevo siglo, no cumplía con las películas con que ella había crecido, las cuales en varias ocasiones fueron señaladas por falta de calidad.
“Todas ellas han sido atacadas duramente por la crítica, pero sirvieron para que no se dejara de hacer películas, considerada de clase B, otorgando trabajo a actores y técnicos”, consideró.
“No he visto mucho el nuevo cine mexicano, pero lo que he visto no me gusta, prefiero esas estupideces que hacíamos y que la gente se reía con ellas, a lo de ahora, que es de bajeza y mentadas. Nosotros, si decíamos una grosería era con un toque de broma, pero ahora bueno, es otra manera y México no es así, no toda la gente del país habla así”, subrayó.
El último director que oficialmente la invitó a un filme fue Julián Hernández, ganador en Berlín por “Mil nubes de paz cercan el cielo, amor, jamás acabarás de ser amor”, quien le envió un guión que ella nunca leyó por falta de tiempo.
“En los últimos años tuve propuestas, ofertas, muchas, pero preferí quedarme fuera”, apuntó.
Y reveló que una de las invitaciones consistía en interpretar a una mujer que se enamoraba de una joven.
“Entiendo que como actriz se debe manejar todo tipo de papeles y es cuando más se consagra uno.
“Pero bueno, resulta que querían (que el personaje) se enamorara de una chavita y qué se yo. Y digo, no estoy haciendo una película que se vaya a nominar al Oscar, tampoco que me van apagar 200 millones de pesos. Ya bastante hice con estar en una película de ficheras para terminar enamorada de una joven y pues no (risas). Además la gente se la cree de que así somos y ya de vieja no tengo necesidad de hacer esas cosas”, recalcó.
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