Afuera ya se intuía por qué el es uno de los eventos más esperados del año. Las filas para entrar al parecían interminables: una serpiente de glitter, botas vaqueras, cadenas plateadas y gente revisando compulsivamente la batería del celular para grabar medio día de festival.

Cuando la tarde empezó a caer, el público se dividió. Algunos corrían hacia el escenario principal para asegurar un lugar frente a los headliners; otros preferían recorrer el festival entre activaciones: la rueda de la fortuna que llenó Instagram de selfies aéreas, stands que regalaban merch a cambio de un baile o un reto, y una mini feria donde más de uno hizo fila para subirse a un juego aunque hubiera artistas en plena presentación.

El escenario principal vibró con Lunay, que convirtió la explanada en un mar de manos al aire y gritos que alcanzaban la zona de comida. Pero parte del encanto estaba en uno de los escenarios más pequeños, donde Fuentes Prod armó una fiesta que parecía un antro al aire libre: saltaba del perreo clásico al merengue de Zona Rika, manteniendo a la multitud en movimiento con un micrófono en mano.

Lunay conquistó a sus fans desde sus primeras notas, apareciendo en escena con un outfit urbano. Foto: Hugo Salvador/EL UNIVERSAL.
Lunay conquistó a sus fans desde sus primeras notas, apareciendo en escena con un outfit urbano. Foto: Hugo Salvador/EL UNIVERSAL.

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Foto: Hugo Salvador/EL UNIVERSAL.
Foto: Hugo Salvador/EL UNIVERSAL.

Ahí, en ese rincón, se vivió uno de los ambientes más intensos del día: cervezas chocando en vasos conmemorativos, amigos improvisando pasos que quizá debieron quedarse ocultos y gente cantando desde el fondo de la garganta.

Playeras de “hoy se perrea” y outfits bellakos marcaban que, aunque el sol se escondía, la noche apenas comenzaba.

En medio de la fiesta, surgió un pequeño villano: los centros de recarga. Con tanto público desde temprano, formarse para agregar saldo al brazalete podía tomar entre 10 y 15 minutos, y las caras de angustia lo confirmaban: no hay perreo posible sin dinero electrónico.

Foto: Hugo Salvador/ EL UNIVERSAL.
Foto: Hugo Salvador/ EL UNIVERSAL.

La catedral del perreo abre sus puertas

Ya entrada la noche, el escenario Bacardí se transformó en la llamada “catedral del perreo”. DJ Chaka abrió con "Pena de Amor" de Byakko, acompañado por bailarinas con coreografías hechas para desafiar caderas. El público respondió al instante.

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Después llegó el combo explosivo: "Siente el boom" de Tito el Bambino y Randy; "Oye mi canto como himno de bienvenida"; y un homenaje a Daddy Yankee con "Ella me levantó". La fiesta siguió con "Perdóname de La Factoría", "Dale Don Dale", "La Vecinita y Yamilet".

Los invitados sorpresa subieron la energía aún más. Primero, Omarcito Glock con "Máquina de Sexo", acompañado de pirotecnia sincronizada. Luego Eme Malafe, que soltó "El Niño" y "Morro", encendiendo saltos colectivos.

Y entonces llegó el momento más esperado: cumplió su promesa y apareció en el escenario. Los gritos se multiplicaron, sobre todo cuando se puso a bailar. “¿Dónde están los que se sienten orgullosamente mexicanos?”, lanzó antes de cantar Vaquero, convertido ya en un himno del reggaetón mexa.

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