Un hombre común decide robar un museo. No porque esté desesperado ni porque sea un criminal profesional, sino porque algo en su vida dejó de encajar. De eso va “The Mastermind”, una película que observa el robo no como un espectáculo, sino como una decisión torpe y silenciosa que desacomoda todo lo demás.

James Mooney (Josh O'Connor) es un hombre casado, con hijos y una rutina estable. Sin un gran plan de vida ni una motivación heroica, decide organizar el robo de algunas obras de arte de un museo local. La película sigue ese proceso con una mirada contenida, más interesada en los tiempos muertos, los errores y la improvisación que en la tensión clásica del género.

El golpe ocurre, pero el centro del relato está en lo que viene después. Mooney debe esconder las pinturas y sostener una vida que ya no puede ser la misma, atrapado entre la paranoia y la imposibilidad de regresar al punto de partida. La fuga, aquí, no se vive como persecución, sino como desgaste.

Ambientada en la década de los setenta, la cinta construye su atmósfera desde la sobriedad. La dirección de arte y la fotografía evitan la nostalgia y acompañan el estado mental del protagonista, reforzando una sensación de estancamiento que atraviesa toda la historia.

Protagonizada por Josh O’Connor, junto a Alana Haim y Sterling Thompson, el filme se aleja del cine de robos tradicional para convertirse en una comedia ácida sobre el impulso de romper una vida ordinaria sin tener claro qué hacer después.

Dónde ver: Tubi

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