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Durante más de una década, Vince Gilligan, la mente creativa detrás de Breaking Bad, retrató la descomposición del alma humana. Creó a Walter White, un maestro que convirtió la frustración en violencia, y a Jimmy McGill, un abogado que transformó ingenio en autodestrucción.
Sus historias nacieron del ego, la culpa y la ambición: hombres que terminaron perdiéndose.
Ahora, el guionista cambia de tono sin abandonar su obsesión por la naturaleza humana en Pluribus, su nueva serie que llega mañana a Apple TV en la que la amenaza no es el crimen, sino la felicidad.
El cineasta estadounidense deja atrás el desierto del narcotráfico para explorar otro tipo de infierno: un mundo donde la paz absoluta se ha vuelto el problema.
“Tal vez el verdadero fin del mundo sea cuando todos decidamos ser felices”, dice Gilligan, el mismo hombre que nos hizo empatizar con un profesor de química que cocinaba metanfetamina y ahora quiere que “odiemos” la felicidad.
Ambientada en Albuquerque, su territorio creativo desde Breaking Bad, Pluribus imagina un planeta transformado por una fuerza invisible que convierte a las personas en seres amables, dóciles y permanentemente optimistas.
Solo una mujer, Carol Sturka (Rhea Seehorn), parece inmune a ese nuevo orden. Su tristeza, paradójicamente, la convierte en la única que aprecia lo que se perdió.
“Es una historia del fin del mundo que quizá no sea el fin, sino el comienzo de otro. Si la gente ve Pluribus y cree que habla de la inteligencia artificial, del Covid o de las redes sociales, me parece perfecto. Lo importante es que provoque conversación”, comenta el escritor.
Una simulación de alegría
Carol es una autora de novelas románticas, escéptica por naturaleza, que observa cómo su entorno se vuelve una simulación de alegría. Las sonrisas se multiplican, pero algo esencial se disuelve: el conflicto, la diferencia, la duda. En este paisaje, la felicidad es el virus.
Gilligan, quien durante años exploró la masculinidad y la moral desde la destrucción, se interesa ahora por su contrario: la pasividad ante el bienestar, en un mundo donde antes había culpa y ahora hay complacencia, en el que había rabia y ahora hay paz impuesta.
“Pensé en un personaje al que el mundo trataba demasiado bien. No sabía por qué, pero esa idea me quedó rondando. Luego conocí a Rhea Seehorn en Better Call Saul y supe que debía escribir Pluribus para ella. Fue la mejor decisión: es fantástica”, cuenta el director.
Pluribus conserva el impulso de la búsqueda de sentido, una en la que Gilligan apunta a una superficie perfecta, mientras que Seehorn encarna a una mujer que lo pierde todo justo cuando el mundo parece estar alcanzando la plenitud.
“Carol es una heroína renuente, vive con miedo de saberse transparente en sus errores y su pasado”, señala la actriz.
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