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Cada vez que vamos a un concierto hay puestos y personas que se acercan para vender algún producto del grupo o artista favorito del espectador.
En un ejercicio EL UNIVERSAL platicó con algunos de la veintena que esperaban hacer negocio antes de un show de Maluma, en el Auditorio Nacional.
“Yo vivo de la vía pública, me mantengo a mí y a la familia”, dice Juan Portillo, quien con su hermano heredó la vendimia de su padre y su abuelo. Por cerca de 20 años se ha mantenido de esto; empezó desde que el mayor de ellos acudía a los teatros infantiles a vender burbujas o fotografías. Antes los espectáculos no eran tan grandes.
“No hacemos nada malo, es sano y no obligamos al cliente a que nos compre. Si no lo hacen, uno se va con su mercancía y no hay problema”, se defiende.
Él y varios puestos vecinos van a conciertos de todos los géneros.
El producto que más venden, cuenta, son las playeras de 100 pesos, pero también ofrecen gorras de 120, plumas, llaveros y encendedores entre 10 a 30 pesos.
“El rock se vende más y el pop depende; por ejemplo, para Maluma hicimos 200 piezas en total, pero si es Metallica llegamos hasta las mil o mil 500. De aquí nos vamos a saltar a Mariah Carey y luego a CD9 porque no todos venden, investigamos cuáles jalan”.
Lo que ganan varía si son fabricantes o sólo vendedores, pues los primeros venden sus productos a los segundos. En su caso, de una playera de 100 pesos gana 60, pero hay quienes le dan una comisión al productor y los porcentajes quedan 80% al fabricante y 20% restante al comerciante.
“Es de tenerle fe. De 10 eventos, siete son feos, pero con tres te alivianas, a veces te va bien y a veces no, pero tienes que estar aferrado al comercio; alguna vez puedes sacar para la renta o la comida, otras solamente para el taxi. En el caso de Maluma con que vendamos 130 de 200, ya la libramos”.
Cada noche los vendedores pagan una renta del local que varía entre 200 y 300 pesos, más los gastos de luz y al que los ayuda con la basura: todo eso suma 500 pesos por evento.
“Lo que se nos queda lo vamos almacenando y a veces se pasa por mayoreo a comerciantes que las llevan a los tianguis o a provincia”.
Otros vendedores prefieren no dar su nombre pero reconocen que hay acuerdos con las delegaciones y muchos se conocen de tiempo, eso sí, no se da dinero a cambio, sólo el permiso de que los dejen estar en la vía pública.
También creen que su plus es que se guían por Internet para usar el logotipo del artista en cuestión. “Hasta hemos tenido reconocimiento del merchandising de adentro —el oficial— porque tenemos más creatividad y nos han buscado para hacerles la mercancía. Por ejemplo, CD9 nos buscó, pero lógicamente ellos nos exigen más calidad”, dice Juan Portillo.