Pocos grupos han provocado tanto desconcierto como .

Cuando la banda sueca, liderada por Tobias Forge, irrumpió a inicios de la década de 2010, apareció con un concepto escénico inusual: músicos enmascarados, los Nameless Ghouls que acompañaban a un Papa de rostro pintado y túnicas litúrgicas que mezclaban el sonido de guitarras distorsionadas con misas oscuras. Para muchos, la etiqueta fue inmediata: .

Las cruces invertidas, los rituales teatrales y la imaginería religiosa han causado indignación.

No faltaron los sectores conservadores y religiosos que los acusaron de blasfemos, aunque, en lugar de frenar su ascenso, la polémica solo aumentó la curiosidad.

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“No creo que todos deban ser ateos estrictos. El reto está en encontrar equilibrio, algo que la religión lineal suele negar al decirte que solo obedezcas y todo estará bien. Y eso no es verdad”, dice Forge a EL UNIVERSAL.

“Si hablamos de historias inventadas, creo tanto en la Fuerza de Star Wars como en cualquier religión. Debe existir algo, un continuo cósmico, un equilibrio con el que a veces estamos en sintonía y otras no”, añade retador.

El líder y mente detrás del proyecto asegura que esa lectura de “satánicos” es superficial.

Para él, lo que late en el corazón de sus canciones no es el mal, sino la forma en que los humanos nos relacionamos con la vida, la muerte y lo que hay entre ambas.

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“El mensaje real es que deberías pensar por ti mismo, no tener miedo de sentir cosas. Y nunca dejes que alguien te engañe haciéndote creer que tiene la respuesta sobre lo que pasa después de la muerte, solo porque lo leyó en un libro que escribió una persona, no un dios”, dice.

Quince años después, la teatralidad que antes parecía condenarlos se transformó en su mayor virtud.

El éxito es tal que regresan a la Ciudad de México para tres noches consecutivas en el Palacio de los Deportes, el 23, 24 y 25 de septiembre, prueba de que su propuesta conecta mucho más allá del estigma.

Teatralidad perpetua

La banda nació en Linköping, Suecia, en 2006. Su primer disco, Opus Eponymous (2010), presentó al público un concepto teatral inédito: músicos anónimos acompañando a un líder disfrazado de “Papa Emeritus”, mitad pontífice, mitad rockstar blasfemo.

Ghost. Foto: Ryan Chang
Ghost. Foto: Ryan Chang

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Desde entonces, cada nuevo álbum introduce a un “Papa” diferente, convirtiendo el cambio de personaje en un elemento central de la narrativa de la banda, en parte presentándolo como una metáfora de las figuras de poder que hay en el mundo.

“Los dictadores creen que el mundo no puede existir sin ellos, pero cuando mueran, y lo harán pronto, la gente despertará de esa ilusión y enfrentará un inevitable choque cultural”, dice Forge.

“Porque así lo sienten, porque son maníacos narcisistas. Y nos han engañado para vivir dentro de esa realidad maníaco-narcisista. Todo lo que está pasando ahora habrá terminado”, reflexiona.

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Ghost desarrolló un estilo difícil de encasillar: riffs de heavy metal combinados con melodías pop inspiradas en ABBA, toques progresivos y un aire retro setentero. Esa mezcla, unida a la imaginería sacra subversiva, generó fascinación y polémica, acompañado de un mensaje de aceptación y crítica.

“El mensaje real es no tener miedo de sentir cosas, y si quieres tener contacto físico con alguien que esté interesado en ti, está bien, aunque seas un chico que quiere chicos o una chica que quiere chicas, o lo que sea”, afirma Forge.

Ghost superó los prejuicios iniciales y hoy es una de las bandas más originales del rock, con un Grammy en 2016 y un público que va más allá del metal.

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Skeletá: fe y dudas

El nuevo disco, Skeletá, marca una nueva etapa en la liturgia de Ghost: el Papa Emérito IV cedió su lugar al Papa V Perpetua.

“La gente descubrirá que lo de hoy no es el Apocalipsis. Entonces vendrá el verdadero reto: sanar, volver a confiar y aprender a ser compasivos entre nosotros”.

Incluso, considera, un disco de rock puede formar parte de ese proceso: “Sé que es solo un álbum, no va a cambiar el mundo, pero al menos puedo aportar mi granito de arena”.

Tras década y media de carrera, Forge admite que su mirada hacia el futuro ha cambiado. Antes todo era pensar en el siguiente álbum, la siguiente gira, el siguiente paso; hoy, quiere disfrutar el presente.

“La idea es disfrutar la gira en Manchester, tocar en Oberhausen y, sobre todo, volver a la Ciudad de México. No es un derecho adquirido, no puedo dar por hecho que siempre habrá miles de personas esperándome”, asegura.

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