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Defensora de las mujeres y de la música, Paquita la del Barrio es clara: no le gusta que la gente confunda los conceptos o la etiquete como feminista cuando, asegura, no lo es; mucho menos que la señalen como una mujer empoderada.
“A ‘empoderarse’ no le encuentro chiste, lo único que debe hacer la mujer es quererse, amar a los suyos, enseñarles cosas buenas, que parecen no tener importancia pero que son lo mejor de la vida. No me considero feminista, yo quiero a todo ser humano, tanto a la mujer, como al hombre; somos humanos y debemos querernos todos”, señala en entrevista.
Tampoco le gusta lo que están aprendiendo los jóvenes, musicalmente hablando. Si bien las canciones sirven para expresar sentimientos de amor y despecho como “Me saludas a la tuya” o “Rata de dos patas”, considera que no es necesario ser vulgar.
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La cantante de 77 años de edad y 50 de trayectoria dice sentirse preocupada por lo que escuchan las nuevas generaciones, la falta de contenido en las canciones y que, además, pierdan el tiempo.
“Me mortifica porque tienen una vida por delante, me gustaría que tomaran conciencia de todo y que tengan educación. Yo no escucho los corridos tumbados, es una grosería, una falta de respeto al público porque estas canciones hablan con un lenguaje vulgar, yo creo que todo tiene un límite y si el público empieza a escuchar eso están amolados”.
La artista que le canta a las mujeres que sufren mal de amores y exhibe a los hombres infieles no deja ver mucho de Francisca Viveros Barradas, su nombre real, porque es la que ha sufrido en carne propia los atropellos machistas y de la que se ha inspirado cada vez que sube al escenario.
“Cuando estoy cantando, mi cerebro está en donde algún día estuve y empiezan a salir las lágrimas, el sufrimiento es todo; cuando te acuerdas de lo mismo, de muchas cosas. Yo no tuve muchos novios, tenía 16 años, estaba en la escuela todavía, cuando cometí el error de enamorarme”.
Ese encuentro se convirtió en matrimonio y dos hijos, pero la relación no funcionó. Paquita entonces se mudó a la Ciudad de México con su hermana.
La capital del país, recuerda, fue como enfrentarse a un monstruo, un mundo desconocido.
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“También había gente buena y poco a poco nos fuimos levantando, me volví a casar aquí, fue mi salvación, me tocó un buen señor, me recibió con mis dos hijos que tenía. Me fue mejor en este segundo matrimonio, por lo menos ya hice una vida, porque el otro señor era casado”.
Estas experiencias han forjado su carácter, ese que muestra en el escenario con canciones como “Hombres malvados” y “Las mujeres mandan” y empodera, aunque no le guste el término, a las mujeres que han pasado por lo mismo que ella.
“Yo creo que ya nací así, con este carácter, ya no hay quién me lo quite, estoy bien, a veces me mortifica que me dicen que soy muy enojona, yo dentro de mí creo que no. Lo que pasa que hablo fuerte y la gente cree que estoy enojada con alguien, no es eso, así soy”.
Una pasión
La cantante, quien se presentará este 17 de mayo en el Auditorio Nacional, descubrió su pasión por el canto desde temprana edad.
“Amé la música desde chamaca, desde que estaba en la finca me gustaba cantar con un primo, hasta que entré a los 10 años a la escuela y un día era 15 de septiembre y me invitaron a cantar y respondí ‘sí, lo hago’. Entonces todo el público me aceptó y de ahí empecé mi carrera”.
Hoy no se ve en otro lugar; el escenario es suyo y el público se lo ha confirmado.
“Agradezco mucho que me han apoyado, me han brindado su sonrisa, cosas bonitas.
“Mi carrera ha sido gota por gota no ha llegado nada más de golpe, como ciertos artistas, que les tocan un disco y ya son famosos, según; yo no, mi carrera ha sido poco a poco y es lo que tú cosechas, por eso mi carrera es bonita porque no se hizo de la noche al amanecer”.