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El primer acercamiento que tuvo Angélica María con el espectáculo fue interpretando a un hombre; tenía seis años. Acompañaba a su madre, la realizadora Angélica Ortiz, a sus compromisos laborales en estudios de cine y, de pronto, un productor se percató del carisma que poseía desde temprana edad.
Así que preguntó si tenía un hermanito que pudiera incluir en un proyecto cinematográfico y, como no fue así, le cortaron el pelo; fue ella quien interpretó a ese niño en la película Pecado (1951).
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Era muy pronto, pero quién hubiera apostado a que esa pequeña conquistaría todo un país y más allá, se habría hecho millonario. Si a los seis años comenzó en el cine, a los 10 cautivó en el teatro con La mala semilla e hizo lo propio en el canto a los 17; por eso sonríe diciendo:
“Ese chico Edi Edi ya tiene 61 años”, en alusión a uno de sus grandes éxitos musicales en 72 años de trayectoria.
El 27 de este mes, la Novia de México cumplirá 79 años de edad y lo hará vigente, pues el 17 de noviembre regresará al Auditorio Nacional con La caravana del rock and roll; además, este año suena un dueto con Engelbert Humperdinck, “Cuando me enamoro”.
¿Qué responsabilidad tiene de ser una imagen pública, un ejemplo para tantos?
Mucha, pero siempre la he sentido desde jovencita; por eso traté de hacer lo mejor, lejos de escándalos. Ser una persona recta y sí, la responsabilidad te puede preocupar, pero a mí no me costó trabajo porque así era. Tuve esa educación de respeto, que es lo que necesitamos en el mundo; necesitamos amor y respeto: a tu tierra, a tu gente, a tu familia, a tu ciudad, a tu cuarto, a tu casa... falta amor.
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Hace falta amor...
Sí, todo el mundo estamos agresivos y todo el mundo estamos odiando; de esto es para mí y tú te amuelas. Claro que falta amor en el mundo, por eso hay guerras, por eso nos está llevando el diablo. Necesitamos recuperar el amor, primero, querernos a nosotros, saber que valemos y así salir adelante, sin traiciones y sin porquerías.
¿Cuál es tu secreto para seguir viéndose tan bien?
¿Cuál bien si estoy ya bien fregada? (risas). Pero no me importa , llega un momento ya de viejita que no te importa si estás arrugada. Lo que te importa es gozar a mis nietos, a mi hija, mis presentaciones. Gozar la vida porque te das cuenta de que ya… te falta menos.
¿Le tiene miedo a la muerte?
Pues ahorita sí, yo no me quiero morir ahorita. No miedo, pero… que no me empujen.
¿Cómo supera el duelo?
Se supera con el tiempo, enseñas a manejar el dolor, pero se queda ahí. Disminuye con el tiempo, como sabes que no hay remedio pues no te queda de otra más que aguantarte, entonces ahí lo dejas de ladito. Yo me pongo a recordar cosas, me pongo a llorar y todo; obviamente, si veo sus fotos digo: “Ay, mira”, de lo que amas y que extrañas.
¿Le hizo falta una pareja o un compañero?
Toda la vida me hizo falta y ahorita, ya de viejita, no. Ya no porque ahorita cuidar un viejito, no. Pero me hubiera gustado mucho haber tenido un compañero con quien viajar, con quien estar, con quien ir al cine, con quien platicar, alguien a quien apoyar y que me apoyara; todo lo hice sola, digo, la mayoría de mi vida.
¿Fue difícil eso?
Sí, pero se acostumbra uno y sale uno adelante, es como todo.
¿Cómo te enamoran?
A mí me gustaba que me enamoraran, punto (risas). No sé cómo, pues como pudieran; ya sabes que las mujeres somos medio babosas y detallistas. En mi época se usaba eso de las flores y el detallito; yo no fui así de esas que me regalaran joyas. El único que me regaló un reloj fue Enrique Guzmán; él sí me regalaba joyas, joyas entre comillas porque eran cosas que podía un jovencito comprar y ahí las tengo.
¿Siente que perdió de algo de su infancia o juventud?
Eso es una tontería. La gente que dice eso es porque no son artistas de verdad. El artista nace; no pierdes la infancia, sigues jugando. En el mundo entero se le dice jugar a actuar, menos en México; jouer, play, yo sigo jugando, salgo al escenario y juego. ¿Juego a qué? A dar emociones, a dar sentimientos, a dar felicidad. El salir a cantar es como enamorar a alguien; te gusta y ahí vas despacito hasta que llega la pasión y se vuelve uno, una cosa.
¿Le gusta la música actual?
Habrá unos cuatro reggaetoneros buenos; todo lo demás está ya muy pasado, ya muy grosero, muy obvio, muy vulgar. Lo vulgar no me gusta, nunca me ha gustado; hasta la ropa ahora está muy vulgar, las mujeres andan enseñando todos los chones, entre arriba y abajo; ya no dejan nada a la imaginación.
¿Ha pensado en algún momento en dejar el escenario?
Hubo un momento en que dije “creo que ya mejor me retiro, ya me dedico nada más a ser abuela”. Pero me llaman y no me dejan; yo nací para esto, es lo que yo debo hacer porque me gusta y, si al público le gusta, pues, ¿qué más?
¿Cómo es de abuela?
Soy todo, soy bruja, soy ogro, soy princesa, soy reina, soy la que los sube a los juegos, cantamos, soy todo lo que ellos me piden.
¿Les enseña a cantar?
No, eso no se enseña, bueno sí hay clases de canto y eso, pero no, no. Más bien ellos me enseñan a mí a vivir todo lo moderno. Padrísimos escuincles.