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A la directora chilena Marcela Said le interesa contar la historia de cómo los seres humanos nos convertimos en monstruos.
De esa intención hablan muy bien algunas de sus producciones, como el documental "El mocito" y el largometraje "Los perros".
La cineasta y licenciada en estética, nacida en Santiago en 1972, es una de las pocas directoras latinoamericanas que ha estado al frente de producciones de acción alrededor del mundo, y lo hecho de la mano de la principal productora de contenidos para televisión del planeta: Netflix.
Con ellos estuvo al frente de varios capítulos de una de las joyas de la corona en América Latina: Narcos México. Su trabajo fue tan bueno que viajó a Francia para dirigir la popular "Lupin".
Actualmente se encuentra en Londres dirigiendo otra serie de acción de alcance global: Gangs of London (Pandillas de Londres), producida por Pulse Films & Sister para Sky Atlantic y Cinemax.
Empezaste con documentales y pasaste a dirigir series de acción, ¿cómo se dio ese salto?
Mi interés parte de lo político. Yo crecí en dictadura y lo que me interesaba en torno a ese tema era la noción del mal, cómo hay gente capaz de hacer el mal. De hecho, todos mis documentales apuntan a los modos de retratar al enemigo.
Y fui descubriendo de a poco que ese enemigo, el que uno llama el enemigo, es alguien capaz de hacer cosas horribles, pero que además todos tenemos esa capacidad propia del humano de hacer el mal. Eso era lo que me interesaba.
El paso siguiente no fueron en realidad las series de acción, sino la ficción, que curiosamente continúa siendo a partir de temas que salen de la realidad.
Por ejemplo, mi segunda película de ficción es "Los perros", que está inspirada directamente en mi último documental "El mocito", que es la historia de este hombre que había sido la mano derecha de (el jefe de la policía de inteligencia de Pinochet) Manuel Contreras, y testigo de todo el exterminio del Partido Comunista en el Cuartel Simón Bolívar.
Yo trabajé directamente con un periodista investigación, Javier Rebolledo, que luego escribió tres libros sobre esto.
Y en la investigación de este documental, corroborando la historia de Contreras, nos encontramos con un coronel, que incluso estuvo involucrado en la muerte del general (Carlos) Prats en Argentina en 1974, pero que también había sido profesor de equitación de un centro para niños en Chile.
Ahí lo conocí, pude hablar con él, tomé clases de equitación, y con esa mezcla de experiencias hice "Los perros".
Entonces te diría que para mí el salto del documental a la ficción fue muy natural, porque pasé a estar hablando de lo mismo solo que con más libertad.
Y un día llegó la popularísima Narcos…
Luego pasó esto de que, casi de casualidad, el showrunner (productor y escritor) de Narcos, Eric Newman, vio "Los perros" y me contactó y me preguntó si yo tenía ganas de hacer Narcos, que le había gustado el tono, la dirección de actores.
La verdad es que yo conocía muy poco de la serie. No había muchas series, tal vez House of Cards o Breaking Bad. Entonces cuando Newman me propone eso sentí que era una súper oportunidad para hacer algo distinto. Así es como me fui a México.
Darle forma a Narcos que contaba la historia del narcotráfico en México, viniendo desde Chile… ¿fue difícil?
Fue bastante complicado tratar de ver qué es lo que yo podía hacer.
Mi aporte fue mucho más como directora porque los episodios no los escribí yo. Lo que intenté hacer fue trabajar en los personajes femeninos, darles un aporte desde la dirección.
Para mí todo esto era nuevo, pero lo que puedo decir es que fui absolutamente libre.
Llegaban los guiones, nadie me dijo cómo filmar esto o aquello, no tenía a nadie detrás mío. Pude hacerlo como sentía que había que hacerlo y solo traté de aportar desde mi experiencia con el documental, buscando que todos los datos fueran verídicos.
Yo no estaba preocupada a lo mejor tanto de la estética como de la veracidad de las escenas que estaba filmando.
Pero es un salto grande...
Lo que más me costó no tiene que ver con trabajar en México. Me gustó el país, me gustó la gente, no hubo choque cultural.
Lo difícil fue el estrés de los primeros días de no saber bien lo que iba a hacer y de repente darme cuenta de que hacer una película con 50 personas en Chile es muy parecido a hacer una película con 800 personas en México, porque el tamaño del equipo y el presupuesto pueden variar, pero tu trabajo es el mismo.
Me di cuenta de que mi trabajo con el director de fotografía, con mi primera asistente, no cambiaba mucho.
Algo que también descubrí, y que fue otro reto, es que ahora efectivamente le están abriendo las puertas a mujeres en este ámbito, que antes era bastante más difícil.
Antes no necesariamente llamaban a mujeres a dirigir y en parte gracias al #MeToo se han dado cuenta de que la industria del cine es una industria bastante patriarcal, dirigida y hecha por hombres, y que la mitad del mundo somos mujeres y que hay otras maneras de empezar a mirar el mundo.
No solo trabajaste en México, también es Francia e Inglaterra donde se manejan otros códigos…
Sí. Ahora que estoy teniendo la experiencia en Inglaterra es muy distinta. Aquí encuentro que hay un poco de choque cultural. Los ingleses son distintos. Hay mucha jerarquía y son menos directos que los latinoamericanos en general.
Pero las diferencias son siempre culturales, no con el hecho de ser mujer o directora, aunque hay algunas cosas diferentes.
Me pasó en Inglaterra por el tema de ser madre. Mi condición para venir a filmar Gangs of London fue que mi hijo, que tiene 17 años, estuviese cerca mío.
Y no se lo esperaban. Empezaron a hablar de los protocolos -porque esto lo hemos hecho en medio de la pandemia- y todos fueron muy amables, pero sí se notó que eso es una condición que les pone una mujer. Las prioridades de un director hombre tal vez fueran otras, pero la mía como madre era esa.
Siendo una directora de series de acción, como Narcos, Lupin y Gangs of London, ¿cómo has visto cambiar estas producciones de géneros que siempre estaban mayormente orientadas a un público masculino y con mucha testosterona?
Bueno, se están incorporando personajes femeninos. Estamos saliendo del mundo binario, incluso en las series de acción.
Me parece hasta un poco caricaturesco que pensáramos que el mundo de la acción en el cine era algo que solo estuviera relacionado con el hombre. Vivimos en una sociedad que de hecho es bastante violenta y por eso a mí no me parecía tan extraño dirigir series de acción.
De hecho, una mujer ganó el Oscar a mejor director con una película de acción, de guerra: (la estadounidense) Kathryn Bigelow (directora de En tierra hostil, 2008). Y ella viene haciendo acción desde hace mucho tiempo.
Lo único que me extraña es que no haya más, pero a lo mejor es que faltan oportunidades.
Eres una mujer latinoamericana que está dirigiendo series de acción en Europa, ¿al final qué resulta lo más difícil de sacar adelante?
Ha sido mucho trabajo poder llegar hasta acá, y yo lo veo como un resultado natural de ese trabajo. No ha sido fácil, pero si algo te puedo decir es que no he tenido miedo de afrontar ese trabajo. No le tengo miedo a las cosas.
No te voy a negar que tengo ambición, pero esta no pasa por estar en Francia o en Inglaterra o en Netflix; mi ambición pasa por seguir haciendo películas y hacer, ojalá, las mejores películas. Y que esas películas y series sigan aportando al debate sobre los temas que me llevaron a ser directora.
Porque para mí uno de los desafíos que tenía cuando me propusieron hacer Gangs of London era cómo poder seguir contando ahí que el enemigo produce el mal, hacer el relato del monstruo, del abuso de poder.
Y me doy cuenta que en esta serie lo hago: sigo filmando malos, sigo reflexionando en torno a la violencia de género.
Pero a la vez tengo proyectos artísticos donde hablo de femicidios en Chile o de lo que está pasando en mi país actualmente. Esos son los temas que me interesan.
No estoy preocupada por ser una directora mujer latinoamericana trabajando en Europa, porque en realidad siento que sigo haciendo lo mismo, aunque haya más presupuesto o te valoren más.
Y solo espero que ojalá las personas sientan que su trabajo cada vez está mejor valorizado, porque así tiene que ser.
Omar Sy, el actor que interpreta a Lupin, dijo algo muy interesante de su trabajo: "con Marcela trabajamos más los sentimientos". ¿Sientes que eso fue un aporte tuyo?
A ver, a mí me gustó mucho el tono en el que está basado Lupin: es una serie que tiene comedia, en lo que yo nunca había trabajado.
Cuando me llegaron los guiones de los capítulos que iba a dirigir, me di cuenta de que iban a tener menos acción que los cuatro primeros.
Y aunque me gustó mucho la historia, me di cuenta al mismo tiempo que era bastante difícil de realizar, porque si tú te fijas bien, es el único episodio donde no hay ningún flashback.
Entonces en esos dos capítulos pues teníamos que hacer énfasis en los personajes. Sentí que teníamos que enamorar a Lupin y a Claire, interpretada por Ludivine Sagnier.
Me concentré en ellos, y me dediqué a hacer lo que sé hacer, no me dejé llevar por hacer algo espectacular, sino por mostrar la intimidad de los personajes, con un cámara que se mueve porque respira durante la filmación.
Si te fijas en "Los perros" casi nunca hay una cámara estable, porque siento que siempre la cámara observa, me pongo en la posición de espectador y en esa observación hay una especie de respiración.
Las mujeres chilenas están ganando un territorio importante en la producción audiovisual en América Latina, ¿cuál crees que es el legado que va a quedar?
Lo principal es que las directoras jóvenes que estén estudiando en Perú, en Ecuador, en Colombia, en Chile, se den cuenta que pueden hacer lo mismo.
El problema finalmente es de confianza y de presupuesto. Y tal vez sea lo más importante que estemos logrando las mujeres directoras, no solo de Chile sino en el resto del continente: que confíen.
Hay que entender que las personas que están en cargos ejecutivos dentro de esta industria son mayoritariamente hombres.
Y por eso muchas de las grandes películas de acción son dirigidas por hombres, en quienes confían para manejar grandes presupuestos. Y eso tiene que cambiar.
Yo creo que el día que vamos a notar el cambio es cuando veamos el primer James Bond dirigido por una mujer. Eso va a tener que pasar.
Y cómo se logra ganar esa confianza…
En la mayoría de los cursos en los que he estado, siempre hago esta aclaración a todas las personas que aspiran a dirigir una película o convertirse en directores: ustedes tienen que saber por qué están dirigiendo. Porqué quieren ser directores. Para ser director no basta con querer dirigir, hay que tener algo que decir. Creo que eso es súper importante.
Yo por eso partí desde el documental. Porque quería comunicar algo.
Debe haber un interés y una necesidad en comunicar cosas. Y cuando esa pregunta tiene una respuesta clara, yo te diría que el camino se va a abrir solo. No hay otra fórmula.
Entonces aquellas que dicen que quieren 'hacer una serie' no tienen la respuesta. Porque lo cierto es que uno debe decir 'tengo ganas de contar una historia y es esta'. Y a partir de allí comienza el trabajo.
Otra cosa que he aprendido es que el trabajo del director también pasa por la escritura. Uno debe saber escribir, poder responder lo que se llama la nota de intención, que es básicamente poder explicar por qué eres el director indicado para dirigir un proyecto audiovisual.
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