Cristina Zubillaga, la mujer que inspiró 19 días y 500 noches de Joaquín Sabina, asegura: “No soy tan mala como me pintó en la cancion, las cosas no son así, es verdad que lo dejé, pero no lo abandoné como a los zapatos viejos”.
Los dos se conocieron hace ya casi tres décadas. Ella había pasado una noche de fiesta y vio, sin reconocerlo, que él se acercó para ofrecerle una copa. Y aceptó.
Después comenzaron las diferencias y mucho de eso fue por un arresto domiciliario de Sabina.
La leyenda cuenta que casi todo Madrid acudía a la casa del cantautor y era cierto.
El creador de “Y nos dieron las diez” y “Peces de ciudad” ofrecía las llaves a todo mundo, teniendo permiso para asistir a donde fuera.
“¡Quería matar a Joaquín!”, recuerda entre risas Zubillaga, a través de un video. “De pronto salía en camisón y había alguien”.
“El arresto domiciliario se dio porque una noche a una mujer que lo acosaba, sin querer le hizo algo con el vaso. Fue un mes y todos llegaban”, revela.
Estas y más anédotas se verán a partir de mañana en Pongamos que hablo de Sabina, serie semanal de tres episodios en Atresplayer Premium. El director Alberto del Pozo comenzó a trabajar desde hace un año en el proyecto, sumando en las entrevistas a la cantante Ana Belén, el abogado Baltasar Garzon y el compositor Pancho Varona.
El rebelde Joaquín es dibujado a través de recuerdos y anécdotas.
“Es muy raro plantear una serie sin el protagónico, pero ese era el reto”, comenta el cineasta.
“Ha sido un disfrute increíble meterme al archivo y a programas de hace 20 o más años, entrevistar a sus amigos, conocer la primera canción que escribió a los 14 años, muchas cosas se verán, cosas que seguramente él ya no se acuerda”, dice.
Se eligió a Sabina por ser una figura importante. Ha sido consumidor, recuerda Del Pozo, de todo tipo de sustancias y habla de sí mismo como lo peor. “Su vida privada ha influido en las canciones que ha escrito”, concluye.