Del otro lado del teléfono puedo escuchar las gaviotas. Son las 11 de la mañana en California y Lol Tolhurst reflexiona con calma sobre su vida mientras saborea una taza de café en el jardín de su casa. Quién diría que hace cuatro décadas fundó una de las bandas de rock gótico más famosas de todos los tiempos: The Cure.
"Es un día de verano californiano maravilloso, oigo el mar desde mi casa", me dice. "Tengo 60 años, una edad que me abruma. Nunca pensé que llegaría a cumplirlos. Y no se lo había dicho antes a nadie, pero me encantó hacerlo. Fue una liberación porque ya no tengo que demostrar nada".
El viaje al pasado es inevitable en esta conversación. ¿Cómo no hablar de los inicios del mítico grupo que creó junto a Robert Smith, ese hombre de labial rojo y cabello despeinado a quien muchos consideran el "padre del goth"?
Tolhurst dice que no fueron fáciles. Tocar en bares de mala muerte —con peleas una noche sí y la otra noche también— en una ciudad gris y deprimente de la Inglaterra industrial de los años 70 no parecía el mejor escenario para hacer germinar una banda de rock mundialmente famosa.
Pero lo lograron. Y aunque hace años que Lol ya no forma parte del grupo, muchos de los grandes éxitos que todavía suenan en los conciertos de The Cure nacieron en esa primera década.
https://www.youtube.com/watch?v=BjvfIJstWeg
"Tuvimos que pelear para que nos oyeran, para que nos tomaran en serio", escribe Lawrence "Lol" Tolhurst en sus memorias, Cured: the tale of two imaginary boys ("Cured: la historia de dos chicos imaginarios"), un título que rinde homenaje al álbum debut de la banda.
Por aquel entonces no imaginaba que años después se pelearía con Robert, su amigo del alma, quien acabaría por echarle del grupo.
Pero no le guarda rencor. "Para mí, la base de The Cure fue la amistad, ese sentimiento empujó su creación", recuerda Lol.
Tolhurst acompañó la voz de Smith desde sus inicios, primero en el sillín de la batería y luego desde los teclados, dando forma a un estilo que mutaba con cada álbum.
"No hacíamos ni un rock ruidoso ni un punk acelerado. Éramos algo diferente, algo nuevo, y la gente no sabía qué hacer con nosotros", narra en su libro.
Su estética gótica y sus sonidos "rockpop" no parecían encajar con un género en particular: ¿rock gótico? ¿pop oscuro? ¿postpunk? ¿new wave? ¿rock piscodélico? Tal vez todos ellos y ninguno a la vez.
"No creo que The Cure tenga un estilo de música en particular; no nos interesaba seguir las modas", dice Tolhurst.
Este es un extracto de la conversación que mantuvo con BBC Mundo con motivo del festival Hay Querétaro, que se celebra entre el 5 y el 8 de septiembre y en donde hablará sobre sus memorias.
Lo advierte al principio del libro: "Esta es mi versión, mi verdad". Y en algún momento dice que no es la historia de una banda, sino una historia de redención. ¿Qué quiere decir con eso?
Para mí, la vida no puede separarse de tu arte, de tu trabajo. Todo está unido. Y eso fue lo que quise decir con redención.
[Robert Smith y yo] tuvimos una educación católica. La música que hicimos con The Cure fue en parte resultado de habernos criado así.
Cuando pienso en mi vida dentro de The Cure veo mucha espiritualidad e incluso algunos aspectos místicos. Seguro que eso no es lo que mucha gente —o el propio Robert— piensa, pero así lo siento yo, como una redención.
¿Qué cree que a la gente podría sorprenderle más sobre The Cure?
Bueno, yo creo que a muchos probablemente les sorprendan nuestros comienzos y esos primeros episodios violentos.
Y también creo que algunos esperarían encontrarnos detrás del escenario sentados en una sala muy oscura con velas, terciopelo negro y llorando. Jajaja.
Mi esposa Cindy, cuando conoció a Robert por primera vez, me dijo: "¡Wow! Es un tipo muy divertido y ocurrente". Y yo le dije: "Sí, así es mi amigo, ¿sabes? Es raro".
Lo que pasa es que nosotros nos tomábamos muy en serio lo que hacíamos, pero no nos tomábamos tan en serio a nosotros mismos.
Robert Smith y usted tuvieron varios desencuentros e incluso una demanda judicial tras su salida del grupo en 1989, pero en muchas páginas se percibe gratitud y amistad. ¿Diría que es un gesto definitivo para hacer las paces con él?
Bueno, no tanto. Pero estoy de acuerdo contigo en que trata de gratitud y amistad. Sé que muchos han interpretado el libro como una disculpa, pero no lo es. Es más bien todo lo contrario; una declaración de intenciones.
El verdadero motivo por el que comencé a escribirlo fue para explicarme a mí mismo mi vida. Me di cuenta de que tenía que estar dispuesto a ser totalmente honesto.
Eso es lo único que realmente me atrae cuando leo un libro: la sinceridad. Rendir cuentas por cosas pasadas no me resulta satisfactorio.
¿Cuál es su relación actual con Robert Smith y con los músicos que formaron parte de la banda? ¿Aún les considera como de la familia, a pesar de las disputas?
Cuando pienso en Robert, en Simon, en Porl, en Michael... recuerdo que con ellos crecí, que llegamos juntos a la adultez y que compartimos cosas que no compartí —ni compartiré— con nadie más.
Yo diría que todavía tengo una relación bastante buena con la mayoría de ellos. Tiene sus altos y bajos, pero están ahí y no los he olvidado. Y sí, son parte de mi familia.
Al principio de los tiempos —¡qué bíblico suena!— había una amistad con Robert. Fue casi como habernos casado porque pasamos mucho tiempo juntos y vivimos muchas situaciones extremas.
La gente piensa que después de un concierto uno se recupera, pero luego debes ir a la siguiente ciudad y hacer exactamente lo mismo. Y así durante meses y meses e incluso años.
Seguir ese ritmo es muy intenso. Yo tengo un hijo de 27 años (también músico) y pienso que lo que me pasó a mí cuando tenía su edad fue mucho más extremo. Esas experiencias tuvieron el poder de crear y también de destruir... y por poco acaban conmigo.
Cuando pasó el tiempo me di cuenta de que lo que más valoraba de todo eran mis relaciones con esas personas que me conocían desde que era adolescente.
¿Cuál diría que fue el momento más feliz que vivió con The Cure?
Hay dos cosas que me vienen a al cabeza, una pequeña y otra enorme.
La primera fue cuando llegamos a la costa oeste de Estados Unidos, donde estoy ahora. Dimos un concierto en Los Ángeles y me di cuenta que por primera vez no solo venían a vernos chicos jóvenes, sino también sus novias, sus hermanas... Miré a Robert mientras las chicas gritaban y pensé: "¡Increíble! ¿Cuándo pasó esto?" Y lo mismo cuando fuimos a Sudamérica, a Brasil y Argentina (en 1987).
La segunda fue cuando tocamos en un festival en Grecia. Recuerdo mirar a la audiencia y pensar que era la audiencia más gigantesca que había visto en mi vida.
Pero sin duda la mejor noche fue en el Opera House de Sídney, Australia, durante "Reflections" (una serie de conciertos retrospectivos en 2011) porque comprendí verdaderamente esa conexión. Fue un momento trascendental.
Muchas de las disputas entre ustedes se debieron a sus problemas con el alcohol —incluso describe algunos episodios de delirium tremens— y cómo los superó. ¿Cómo fue escribir sobre ello?
El 16 de agosto cumplí media vida estando sobrio (¡30 años!). Es algo que antes nunca me habría imaginado.
Si no hubiera estado dispuesto a escribirlo todo —con las heridas y cicatrices— el libro no habría sido auténtico.
Además, ahora que he encontrado la manera de procesar todo esto me gusta transmitirlo a otros, forma parte de la redención de la que hablábamos antes.
He perdido a muchas personas en mi vida por las drogas y el alcohol, al menos a tres muy cercanas. Eso siempre está en mi cabeza. Y es muy inglés no querer hablar sobre eso, pretender que no pasó.
De hecho, habla mucho sobre el carácter inglés y la época que le tocó vivir, ¿cómo cree que esa tendencia inglesa a evitar la confrontación definió la música de The Cure?
Es una buena pregunta. La única alternativa que usan la mayoría de los ingleses para comunicar sus emociones es el pub. Se lo digo a la gente aquí en California, que si no fuera por el pub los ingleses no hablarían entre ellos. ¡Si hasta nos evitamos en la calle!
Yo trataba de poner mis emociones reprimidas en la música, en las letras, con la esperanza de que si me abría a los demás, la gente lo escucharía y se identificaría con ello.
El grupo se convirtió también en un vehículo para educarme, en una forma de expresión. Suena redundante, pero fue algo así como mi cura. ¡Sí, sin duda! The Cure fue mi cura. Jajaja.
Dice que nunca quiso tener un trabajo "normal" ni ser un "asalariado más". ¿Todavía conserva ese alma rebelde?
Pues yo creo que sí porque forma parte de quién soy, de mi ADN. De hecho, diría que soy bastante "incontratable", aunque me gusta trabajar con gente.
Sé que en Crawley (Inglaterra) están muy orgullosos de The Cure, pero nunca lo estuvieron cuando empezamos. La idea de estar allí toda la vida era el motivo por el que queríamos huir.
Y no se trataba solo de salir corriendo —ya llevo 25 años en California— sino de que mi mente y mi corazón están ahora abiertos y me siento libre.
Mirando las cosas en retrospectiva, ¿qué le diría al Lol Tolhurst adolescente?
Le diría: "Confía en ti mismo, confía en tus instintos porque no suelen equivocarse".
La mayoría de nuestras reacciones naturales hacia la gente que vemos, lo que hacemos o lo que nos ocurre, son instintivas, y si hubiera escuchado más veces mis instintos podría haber evitado algunos problemas, aunque en realidad nunca se sabe lo que hubiera pasado.
Por eso no me arrepiento de nada. No puedo ¡es mi vida! Así fue como pasó. Y no podemos cambiar el pasado.
Pero escribir sobre ello ha sido fantástico. Creo que es lo más creativo que he hecho desde que dejé The Cure.
Este artículo es parte de la versión digital del Hay Festival Querétaro 2019, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza en esa ciudad mexicana entre el 5 y el 8 de septiembre.
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