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De un mensaje para Donald Trump a otro de solidaridad con la región afectada por los sismos del mes pasado; del huipil bordado oaxaqueño al reboso colocado en la cabeza para cantar. Lila Downs, la que no deja de luchar porque la cultura mexicana se conozca, oiga y vea, tejió un show en el Auditorio Nacional, la noche del sábado, que inició con una ofrenda a los muertos del 7 y 19 de septiembre.

Lila, quien canta “Humito de copal” y hace que el público palmee sentado, siguiendo el ritmo o corea “Cama de piedra”, canción inmortalizada por Cuco Sánchez.

La que responde entre sonrisas “¡favor que me hacen!” cuando entre las butacas le gritan “¡guapa!” o canta junto a dos bailarines musculosos, torso desnudo, en “Tus pencas”.

Pero también es la que al hablar da mensajes que genera aplausos.

“Nuestro vecino de allá del norte como que no sabe, no tomó clases de historia y menos de Latinoamérica, así que decidimos darle una clasesita de un zapoteco que llegó a presidente de la nación”, señala para interpretar algo alusivo a Benito Juárez.

Sobre el escenario, a manera de escenografía, una ofrenda para los muertos con cempasúchil, una lámpara de mesa y rodeando el pedestal del micrófono cuya dueña es Lila, flores. Abajo de él, en las primeras filas, sobresale un hombre con el rostro pintado de calavera, unos asientos atrás una chica con huipil.

A los 12 músicos que la acompañan, se suman algunos invitados de la noche como el grupo de son jarocho Caña Dulce, Caña Brava, porque, dice la anfitriona, son extraordinarios exponentes de la música mexicana.

“¡Agradezco a la Madre Tierra por este regalo de Dios!”, dice antes de tomar mezcal y cantar la canción alusiva a esta última.

También aparecerán Pedro y Elena, pareja de danzón experimentada para bailar “Inmortal” y una delegación de Ixtepec, Oaxaca, para “El feo”. “Porto un huipil que me han mandado de Juchitán (Oaxaca)”.

El mariachi la acompaña en “Cielo rojo” y “Paloma negra” y el aplauso toda la noche, que aprovechó para presentar Salón, lágrimas y deseo, su más reciente producción, ante un inmueble de Reforma casi lleno a su capacidad de 10 mil personas.

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