El amor es el hilo conductor en “ Tinta y tiempo ”, el primer álbum de Jorge Drexler en cinco años.
“Es un hilo conductor poco original”, admite el músico uruguayo. "(Pero) ya decía Borges , tenemos pocas temáticas sobre las que hablamos, el amor debe ser la más contada”.
El laureado cantante y compositor lanzará este viernes esta producción de 10 canciones que abre con un tema sobre la invención del amor, “El plan maestro”, con Rubén Blades, y cierra con otro dedicado a su difunta madre, “Duermevela”, en el que por primera vez trabajó con sus tres hijos (Pablo, de 23 años; Luca, de 13, y Lea, de 10).
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También le canta con amor a la canción misma, en el sencillo “Cinturón blanco”, y habla del deseado contacto físico en “Tocarte” con el rapero español C. Tangana, lanzada el año pasado en los tiempos de la pandemia.
Con títulos como “Corazón impar”, “Amor al arte”, “Bendito desconcierto” con su compatriota Martín Buscaglia, “¡Oh, algoritmo!” con la israelí Noga Erez y el tema que da título al disco, “casi un mantra o una canción de cuna para un compositor”, dice, “Tinta y tiempo” coincide con una gira que comienza el mismo viernes en Girona, España y que lo llevará a Buenos Aires, Asunción, Santiago de Chile, Nueva York, San Juan, Washington y Boston, entre otras ciudades.
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El ganador de un Oscar y siete Latin Grammy está listo para salir al ruedo, sobre todo con un álbum que ha dicho que se le dificultó al grado que llegó a pensar que no lo terminaría.
“Mira, la pandemia nos tuvo a todos con un fondo de tristeza. A mí lo que me pasó es que me di cuenta que, para escribir canciones, necesitaba la presencia y el estímulo de otras personas, que escribir solo era muy complicado”, dijo Drexler en una entrevista reciente desde Madrid, donde reside.
“Recién cuando empezamos a salir de la pandemia en julio del 2020 y aquí empezamos a poder volver a tocar, me volvió como la sangre al cuerpo y de golpe recordé de qué se trataba esto y rápidamente terminamos el disco", agregó. "Todo lo que nos había tomado dos años lo resolvimos en dos meses”.
Drexler, quien estudió medicina antes de dedicarse de lleno a la música, también habló del "groove" que tienen ciertas canciones, de su proceso creativo y de cómo su incursión tardía en la industria le ha ayudado a mantener la perspectiva.
Las respuestas fueron editadas para mayor brevedad y claridad.
El amor parece ser el hilo conductor en este álbum, pero no de una manera convencional. ¿Cómo surgió “El plan maestro”, por ejemplo?
"Tengo una prima física que da clases en la universidad en Venezuela, en la Universidad de los Andes en Mérida, que es como mi referente en cultura y en ciencias y en ideas, (Alejandra Melfo), y ella escribió la décima que canta Rubén Blades. Mi prima, que es una de las personas más inteligentes que conozco, me dijo: “Pues lo lindo es que el amor lo inventaron hace 1.600 millones de años dos células que hasta ese momento se habían reproducido de manera independiente". De golpe deciden unirse, cooperar, inventan el sexo, inventan el amor, inventan todas las cosas que después fueron estrategias muy importantes para nosotros de supervivencia. Es decir, el mundo estalla en colorido a partir de ahí, digamos. Por eso la orquesta en esa canción es tan colorida y estalla de esa manera".
Quitando la décima de Rubén Blades, que es más bien folclórica, musicalmente me transportó mucho a los años 70.
"Sí, la base tiene esa cosa. No sabría explicarte por qué ni de dónde, lo único que se me ocurre es que esa canción está escrita desde el bajo eléctrico. Hay varias canciones escritas desde el bajo, por eso el disco tiene un “approach” bastante groovero. Tiene más groove que otros discos porque, de golpe, lo primero que escribí es “pum, para pum pam, para pam pam pam” (canta el sonido del bajo). “¡Oh, algoritmo!” también está escrita desde el bajo porque tenía un bajo en la pandemia y es con lo que estaba trabajando (risas)".
¿Qué me puedes decir del estilo musical de “Duermevela”?
"Fíjate que ni siquiera me fijé mucho cuál era el estilo musical, porque es una canción donde el eje es un eje emocional, sobre todo. Es una canción para mi madre y está cantada con mis dos hijos pequeños, y producida por mi hijo mayor. O sea, mis tres hijos participan en una canción para la abuela. (Musicalmente) es parecida a una chacarera o algo así, pero no me había fijado porque te digo, hay canciones en las que uno se fija mucho en la música y otras donde la letra, como en este caso, monopolizan toda la acción".
¿Por qué escogiste “Tinta y tiempo” como título del álbum?
"Cada vez que escribo un disco intento desaprender para empezar de vuelta, para ver la canción y la composición con ojos nuevos. Entre eso, y que realmente fue un periodo extraño la pandemia, de habitarse a una realidad que no entendíamos, se me hizo muy difícil escribir, muy difícil valorar lo que escribía. Y como dice la canción en el segundo verso, “cuando toca decantar lentamente lo que siento / yo me impaciento / Y luego lo vuelvo a intentar / Tinta y tiempo”. Es casi un mantra o una canción de cuna para un compositor. Como diciéndole “Tranquilo, tinta y tiempo: tú deja que la tinta entre en el papel y el tiempo, como dice, cada cuento si ha de pintarse se pinta”.
Has dicho que este disco fue tan difícil para ti como tu primero ("La luz que sabe robar" de 1992).
"Sí, fueron los únicos dos que tuve la sensación por la mitad de que no iban a salir. El primero porque era realmente muy difícil estar en ese momento estudiando medicina, terminando la carrera en el 92, pagándomelo con los inyectables que daba a domicilio trabajando como médico. No tenía ninguna fe de que yo fuera un músico, de que fuera un artista, digamos. Me tomó mucho tiempo asumir que tenía derecho a estar en el circuito de los músicos y de sentirme en casa en ese circuito. Todavía me cuesta de vez en cuando y tengo el síndrome ese del impostor. ¿Sabés qué pasa? Yo empecé tarde a escribir canciones, a los 25. Empecé a vivir de la música a los 30, y empezó a irme bien cuando tenía 40. Eso te da mucho tiempo para reflexionar y jerarquizar, para no caer en simplificaciones. Y eso te da la enorme ventaja de que tienes muy presente el mundo preartístico, entonces puedes en cada disco volver ahí, y volver a ver a la canción con ojos nuevos".
¿Alguna técnica para dar ese paso atrás y abordar con mirada fresca la música y no repetirse?
"Antes que nada, me parece que el miedo a repetirse es un miedo innecesario; no hay manera de no repetirse. Somos la misma persona, las canciones pasan a través nuestro, y tampoco hay exactamente manera de repetirse. Como diría Eráclito, el río es el mismo, pero no es el mismo río en el que te bañas. Yo no busco volver a las canciones con la mirada fresca para no repetirme; busco volver a las canciones con la mirada fresca para disfrutar el acto de escribir canciones y para vivir con intensidad el acto de la composición".
¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Escribes primero música o letra, o te vienen ambas al mismo tiempo?
"Depende del caso. Yo empecé a escribir canciones en el año 90, saqué mi primer disco en el 92, y hasta el 2004 nunca había sacado un disco con una canción que hubiera escrito primero la letra. Siempre escribía primero la guitarra o el bajo, arriba una melodía y arriba de la melodía ponía la letra. Esa era la secuencia. Pero a partir de mitad de los 2000, empecé a experimentar y a instruirme un poco más en los textos. Yo no había estudiado literatura de una manera sistemática; había estudiado música de una manera sistemática y medicina de una manera sistemática (risas), que no tienen nada que ver, pero que al final acabé usando en las canciones de alguna manera y en la actitud creo que también. Fíjate que eso no lo había reconocido hasta hace poco tiempo, que hay algo en la actitud que tiene que ver con la escucha y con el alivio, de alguna manera, de la persona que tienes delante. Siempre me he negado como a admitirlo directamente porque me parecía como la opción más fácil decir “sí, antes curaba con medicina, ahora curo con canciones”. Me parecía muy simple, pero a veces las cosas sencillas son".
mafa