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Marisa Paredes fue una actriz polivalente y comprometida que trabajó en cine, teatro y televisión con grandes nombres de la pantalla y de la escena, una gran diva de la interpretación española y "chica Almodóvar" que dedicó su vida al impulso y defensa de los y las profesionales del cine.
Si un nombre ilustre ha acompañado a Paredes durante su trayectoria, ése ha sido el de Pedro Almodóvar, su director en "Entre tinieblas" (1983), "Tacones lejanos" (1991), "La flor de mi secreto" (1995) y "La piel que habito" (2010).
Nacida el 3 de abril de 1946 en Madrid, a los 15 años pisó un escenario por primera vez. De ahí, al teatro universitario, y de ahí a una carrera emblemática llena de reconocimiento y admiración.
Porque Paredes, fallecida este martes a los 78 años de manera repentina, obtuvo –entre otros galardones– el Premio Nacional de Cinematografía, la Medalla de Oro a las Bellas Artes y el Goya de honor por "una prolífica y prolongada carrera, trayectoria que mantiene con absoluto vigor, apostando en numerosos trabajos por proyectos cinematográficos nacionales e internacionales definidos por el riesgo y el prestigio".
Además, trabajó junto a grandes directores como el mexicano Guillermo del Toro ('El espinazo del diablo', 2001), el italiano Roberto Benigni ('La vita è bella', 1997) o el francés Philippe Loiret ('Tombés du ciel', 1993), y compartió reparto con otros como Marcello Mastroianni ('Toris vies et une seule mort').
El trampolín de la televisión
Los primeros pasos los da Paredes en la televisión pública española (TVE), en concreto en el programa de realización de obras teatrales 'Estudio 1', gracias al que alcanzó un prestigio que le permitió saltar al cine y al teatro, convirtiéndose en referencia, pero sin dejar la pequeña pantalla.
En las tablas españolas fue una de las grandes. Protagonizó obras como la lorquiana "Comedia sin título" (1990), "Beckettiana" (1991), "Hamlet" (2007), la adaptación de "Sonata de otoño", de Ingmar Bergman (2008).
Ilustre en el cine
Cineastas españoles como Fernando Trueba ('Ópera prima', 1980), Jaime Chávarri ('Las bicicletas son para el verano', 1984), Agustí Villaronga ('Tras el cristal', 1986) o Jaime Rosales ('Petra', 2018) han contado con la profesionalidad de Paredes.
Su carrera en el cine español le valió dos nominaciones a los premios Goya: mejor actriz de reparto por 'Cara de Acelga' (1987) y mejor actriz protagonista por 'La flor de mi secreto' (1995).
Además del Premio Nacional de Cinematografía, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, y Goya de Honor, fue reconocida en España con la Espiga de Honor de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), con la Gran Medalla Vermeil de la Villa de París, así como premios cinematográficos en certámenes como el de Karlovy Vary (República Checa), Taormina (Italia), Gijón o Málaga, en España.
El 8 de marzo de 2000, Día Internacional de la Mujer, dejó su legado en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes junto a la escritora y periodista Rosa Montero y la cantautora Rosa León.
Marisa Paredes tiene una hija, la también actriz María Isasi, de su relación con el director Antonio Isasi-Isasmendi.
Compromiso social
En 2003, cuando estaba al frente de la Academia de Cine española, durante su discurso en la gala de entrega de los premios Goya, Paredes afirmó: "No hay que tener miedo a la cultura ni al entretenimiento, ni a la libertad de expresión, ni mucho menos a la sátira, ni al humor. Hay que tener miedo a la ignorancia y el dogmatismo. Hay que tener miedo a la guerra".
Son palabras que reflejan su compromiso en la defensa de su profesión y de su sector, y su compromiso social, porque su etapa como presidenta de la Academia coincidió con las movilizaciones ciudadanas por la guerra de Irak.
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