Charlie Watts odiaba tocar en festivales, para él Glastonbury era incluso una pesadilla: “Nunca me gustó lo hippie, para empezar. No es lo que me gustaría hacer durante un fin de semana, lo puedo asegurar”, decía.
Tampoco tenía una canción favorita de su banda, The Rolling Stones, simplemente porque ya no la escuchaba. En años recientes, coleccionaba cosas de jazz, baterías de grandes músicos como él, libros autografiados, de Agatha Christie, Graham Greene, Evelyn Waugh...
Así, el baterista de la agrupación británica, fallecido ayer a los 80 años, enmarcaba su rebeldía, oponiéndose al desenfreno: con sus vestimentas elegantes, tras una batería minimalista, lejos de la parafernalia y aún conservando su matrimonio de más de cinco décadas. Un rockero casado con la misma mujer, Shirley Ann, desde 1964.
Legando en resonancia
Son innumerables los músicos que ven al Watts que él, con humildad, relegó. Los que aprendieron de su sello distintivo y personalidad.
“Empecé a tocar batería a los cinco años y Charlie fue uno de los que más me influyó, tocaba muchísimo con los discos de los Rolling Stones, por ejemplo Sticky fingers, Black and blue... y aprendí mucho de esos discos y viendo videos de él tocando, para mí era un baterista con un gusto refinado”, señala el baterista Antonio Sánchez, que resuena en el soundtrack de la película Birdman.
Otro reconocido baterista, Chema Arreola, ve en esta leyenda a un músico elegante, de sencillez y economía sonora que nunca será igualada.
“Su firma es la omisión, quitar una nota en el contratiempo, en un patrón de rock común, lo que le dio a Charlie Watts lo que llamamos un groove o personalidad muy particular”.
“Era un caso muy curioso”, explica Alejandro Otaola, de Santa Sabina y La Barranca. “La mayoría de los bateristas suelen físicamente ser muy híperactivos, con mucha energía, y él, al contrario, transmitía una vibra de serenidad”.
Lino Nava, de La Lupita, ve justo en ese equilibrio su genio: “Cuando lo veías, no sabías si estaba de buenas o malas, pero siempre en la batería era muy serio, había una ambigüedad que encantaba”.
Paco Ayala, de Molotov, cree que esta pérdida sólo se asimilará con el tiempo, cuando se dimensione a un músico que destacó más allá de la parafernalia. “No quisiera pensar que es una situación apocalíptica pero a diferencia de muchos bateristas, él es considerado como uno de los mejores músicos que transmitía todo a través de la batería”.
Alex Lora es contundente: “Tengo sentimientos encontrados, de mucha tristeza”.
Paco Ayala, bajista y vocalista de Molotov
“Es considerado como uno de los mejores músicos que transmitía todo a través de la batería. La escena musical ha perdido mucho”
Alejandro Otaola, exguitarrista de Santa Sabina
“Él transmitía una vibra de serenidad, y era contradictorio porque a los Stones uno los percibe como una banda más agresiva que los Beatles”
Lino Nava, guitarrista de La Lupita
“Él tenía una sencillez que te hacía bailar, nunca intentó impresionar a nadie, simplemente llevaba un pulso, un corazón latiendo en la banda”
Antonio Sánchez, baterista
“Yo empecé a tocar batería a los cinco años, aprendí mucho viendo videos de Charlie tocando, era un baterista con un gusto refinado”