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"Para ser honesta, no me alcanza, siempre estoy viviendo al día y mi visa es de entretenimiento, así que por ley nada más puedo hacer eso, no puedo ir a un trabajo de medio tiempo como mesera o algo así", dice Carla Fernanda Ávila , desde su hogar el Corea del Sur.
La tapatía de 28 años, actriz y modelo, ha vivido dos semanas trepidantes desde que, impulsada por amigos que la reconocieron, subió a su cuenta de instragam una imagen de ella en la serie "El juego del calamar".
Sólo está en un episodio y con body paint , pero sobresale en la escena porque aparece justo atrás del policía encubierto.
"No sabía lo difícil que era dar entrevistas, yo reviso todas mis redes sociales, soy mi propia mánager, representante, estilista y maquillista, debo hacer todo yo", cuenta.
Llegó al país asiático hace cuatro años buscando una segunda carrera, tras estudiar ingeniería financiera. Un día la invitaron a participar en un casting, la experiencia le gustó y, en 2019, consiguió un papel principal en el filme coreano "Barredenderos espaciales". Ahora también formar parte, al menos una vez al mes, en un programa televisivo, para el cual ella misma se compra su ropa.
"Me duele el codo (risas), pero no es un gasto, es una inversión. Como dicen, hay que vestirse para el trabajo que uno quiere, no para el que tiene", expresa.
"De lo que me pagan cubro la renta, pero también se debe saber que en esto pueden tardar en pagarte semanas, a veces digo, wow, con lo que gané puedo sobrevivir mes y medio, pero el pago tarda. Así que si amigas quieren que nos reunamos veo mi cuenta y no me alcanza. A veces a gente de confianza le digo si pueden prestarme y cuando recibo el pago, les devuelvo el dinero, o a mi mamá le pido", comenta.
Precisamente con la agencia que la llevó a "El juego del calamar" tuvo problemas, pues ésta no cubría el pago pactado argumentando que Netflix aún no soltaba el dinero, lo cual era mentira.
Inicialmente le habían dicho que el monto le caería entre cuatro y seis semanas después de las grabaciones, pero se extendió al doble de tiempo y eso porque presionó.
"Tuve que corretear mi dinero", recuerda, "y me pagaron menos de lo que merecía. En la serie todos los modelos traen cubrepezones y yo no por los close up".
"La agencia se estaba haciendo pend... para pagar. Aquí ocurre que las agencias cuando mandan tu perfil a las producciones te cambian el nombre para que la producción sólo te encuentre a través de ellos y tampoco enseñan los contratos, si los pides, te ponen en ista negra", detalla.
Desde que llegó a Corea ha ido creciendo en su calidad de vida, aunque paulatinamente.
Durante los primeros meses, vivió en una habitación de cuatro metros cuadrados, con baño y cocina común para todos. Luego se fue a otro lugar que en realidad era una bodega habilitada como cuarto, con cocina y baño afuera. Ahora se encuentra en una casa vieja, donde el frío se siente fuerte.
"He ido mejorando, ahora el contrato se acaba en febrero, así que debo comenzar a buscar otras opciones", indica sonriente.
Profesionalmente va concretando un nombre en el audiovisual coreano. Recién el actor protagónico de un proyecto, aún secreto, la invitó directamente al set. Pero las cosas han llevado su esfuerzo: Carla ha escuchado continuamente que les gusta como actriz, pero la califican de gorda o no es rubia.
"Y digo yo no soy gorda, estoy como es mi rango físico, pero ellos si están muy delgados", expresa.
El día de la plática con EL UNIVERSAL, Carla recibió un mensaje de la compañía en que está, donde le solicitaban ciertos datos y armar su perfil en Naver.com, plataforma coreana en donde productores y directores podrán tener sus datos, sin intermediarios.
"Creo que todo ha valido la pena. Ya pronto debo renovar la visa y, en el verano, tengo por ahí algo en México. Pero El juego del calamar ha sido un parteaguas para mi", recalca.
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