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Hay cosas de show a show que Luis Miguel nunca cambia: sus frases icónicas “Como dice”, sus bailes enérgicos, las señas, las indicaciones y hasta los regaños a sus músicos. Su voz es la misma y el público siempre se entrega igual en cada concierto, pero este sábado hubo algo diferente en el recinto, que pareció estar hecho para el show de Luis Miguel.
Las nuevas pantallas del Estadio GNP funcionaron durante todo el concierto de Luis Miguel como no lo habían hecho en ningún otro concierto del año, ni siquiera en shows de artistas de la talla de Paul McCartney o incluso el propio Bruno Mars, quien reinauguró el inmueble.
En las pantallas se proyectaron imágenes de cielo, flores, palmeras, constelaciones que acompañaron los mensajes de cada canción de Luis Miguel como “Te necesito” o “Hasta que me olvides”, para potenciar el romanticismo durante una noche fresca al aire libre.
Los láseres también dibujaron figuras a ritmo lento en la nueva cubierta del inmueble, que tampoco había sido aprovechada en ningún concierto como lo hizo Luis Miguel. Además, la producción propia del cantante logró superar el reto de conectar con 65 mil personas, ya que la gira solo había sido para máximo 22 mil personas en la Ciudad de México.
Lo superó y se superó a sí mismo Luis Miguel, llevando pantallas enormes de más de 6 metros de altura para que cualquiera que adquirió un boleto para verlo cantar pudiera sentirse cerca, ver su sonrisa con sus grandes dientes, y cuando se quita el saco, sacude el puño y da una rodilla al aire, sonriendo en “Será que no me amas”.
La acústica, por otra parte, también ayudó a la atmósfera, pues un público gritando las canciones de “El Sol” constantemente se encerraba en el inmueble, con el sonido rebotando en las gradas aún de concreto, superando la respuesta al triple de los conciertos previos en espacios cerrados.
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Hay quienes han criticado que incluso Luis Miguel de pronto no canta con intensidad en sus shows, pero todo lo contrario en el Estadio GNP: sus melodías llegaban a los fans que se encontraban incluso en la última fila, a más de veinte metros del suelo y cien de distancia del escenario.
“El Sol” jugó con todos esos recursos, como durante “Somos novios” o “Todo y nada”, donde un cielo estrellado se proyectó en todas las pantallas y se complementó, como si fuese una extensión de las mismas, con las luces de los celulares del público.
Más adelante, durante los temas “Un hombre busca a una mujer” y “Oro de ley”, Luis Miguel atrapó el dron que realizaba tomas a su alrededor, enfocó su rostro como si le tomara el rostro a cada uno de sus seguidores y les cantó por un momento cara a cara.
Continuó con un repertorio ya tradicional en todos sus conciertos junto al mariachi, cantando “La Bikina”, “La fiesta del mariachi” y “La media vuelta”, antes de volver a sus temas más famosos como “No me puedes dejar así” y “La incondicional”.
Antes de finalizar, entró en temporada con “Santa Claus”, aprovechando que comienza el mes de diciembre, en un momento en que todo el público aprovechó para abrazarse, otros más para descansar antes de que llegara el popurrí final.
Para este último mini repertorio, el Estadio GNP se convirtió en una disco, con luces del color del arcoíris, luces estroboscópicas y unas pelotas que también lanza el cantante en todos sus shows, todo mientras sonaban “Ahora te puedes marchar” y “La chica del bikini azul”.